Gonzalo Álvarez tiene 45 años, es comodorense por nacimiento y sangre, y aún mantiene un fuerte vínculo con la ciudad gracias a la familia de su madre. Incluso hace poco vivió a la distancia el cumpleaños 99 de su abuela Natalia, quien en diciembre cumplirá un siglo de vida. 

Gonzalo es doctor en Física y en la actualidad integra un equipo de investigadores del Centro Atómico Bariloche, un instituto de investigación y formación que se encuentra en el predio del Instituto Balseiro, y que depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica. 

Allí, hace años trabaja en diferentes desarrollos, entre ellos un método no invasivo para observar cambios a nivel celular mediante resonancias magnéticas que promete cambiar la forma en hacer medicina, ya que permitiría, en parte, evitar someterse a una biopsia, con todo lo que ello implica, e indagar en forma temprana y en profundidad en algunas enfermedades degenerativas.

Desde la capital del turismo rionegrino, la última semana, Gonzalo dialogó con ADNSUR y contó de qué se trata su trabajo y cómo se terminó volcando a la física cuántica, una pasión, que junto a su pareja, lo llevó a distintos lugares del mundo como Alemania e Israel.

CURIOSIDAD ANTE TODO

Según contó Gonzalo, todo comenzó a los 18 años. Por entonces ya vivía en Córdoba, ciudad a la que llegó junto a sus padres, luego de haber dejado Comodoro Rivadavia cuando apenas tenía 1 año, y tras vivir en San Rafael, Mendoza. 

Estaba por terminar la secundaria y no sabía bien qué camino seguir, hasta que una docente lo guió a su propio descubrimiento. 

“A los 18 años es muy difícil saber qué quiere hacer uno", dice a la distancia sobre lo que sucedió en ese momento. "Pero siempre me gusto mucho preguntar por qué, y todo el tiempo tratar de entender; Aprendía de mi viejo cuando desarmaba cosas electrónicas, y en un momento empecé a tratar de entender cómo funcionaba una computadora; era como que siempre me intrigaba mucho cómo funcionan las cosas, y en el último año de secundaria, una profesora de matemáticas empezó a desafiarnos a nosotros y analizar cuáles eran nuestros potenciales; comenzó a hacer una educación bastante personalizada, incluso ella me hizo descubrir la Facultad de Matemática, Astronomía y Física, y ahí empecé a averiguar y en algún momento tomé la decisión”.

Gonzalo terminó estudiando en la Universidad de Córdoba, donde se graduó como licenciado en Física. Lejos de quedarse con ese título decidió ir por más y comenzó a estudiar un doctorado que lo terminó llevando a Alemania junto a su pareja, Analía Zwick, donde realizaron un postdoctorado.

Allí estuvieron tres años, hasta que luego salió la posibilidad de ir al Instituto Weizmann, en Israel, donde comenzaron a incursionar con estos métodos que hoy buscan desarrollar desde Argentina; país al que regresaron en 2016 para abrir el Departamento de Física Médica del Centro Atómico Bariloche. 

Se trata de un gran desafío que busca fortalecer el rol de la física en la medicina y en su caso particular el área de la resonancia magnética nuclear. 

Según contó, el área, en Bariloche, fue inaugurada por ellos e implicó la formación de recurso humano y el armado de un laboratorio desde cero, “una cosa soñada”, admite.

Desde entonces este investigador del Conicet y su pareja trabajan en estos desarrollos que tienen por objetivo ayudar a la ciencia a mejorar la calidad de vida de las personas. 

Lo cierto es que el trabajo más allá de desarrollarse en Argentina, comenzó hace años, cuando aún estaban en Europa. “Este trabajo lo empezamos a pensar hace años”, cuenta Gonzalo. “Empezamos con la física cuántica, con lo que se llama la computación cuántica, que es usar los sistemas cuánticos para hacerlas más potentes y más rápidas. Empezamos a hacernos preguntas físicas bien fundamentales: ¿Cómo podemos controlar átomos?, ¿Cómo podemos usarlos para hacer computadoras? y así fue un poco la trayectoria que fuimos siguiendo hasta que conocimos en el Instituto Weizmann de Ciencias, de Israel, a un químico (Lucio Frydman) que está constantemente preguntándose: ¿Qué podemos hacer con esto? Eso me despertó la curiosidad y comencé a aprender sobre cómo prestar atención para hacer algo útil. Ahí surgió está idea de cómo podíamos usar cosas tan fundamentales de la física cuántica para mejorar las técnicas de imágenes en medicina y nos dimos cuenta que ese mismo tipo de técnica que usábamos para hacer computadoras la podíamos usar en equipos de imágenes, que lo que hacen es interactuar con los átomos de nuestro cuerpo”.

En palabras simples se trata qué sensores (átomos) espíen nuestro cuerpo a través de imágenes por resonancia magnética, un proceso que podría tener el mismo alcance que una biopsia; método invasivo que se utiliza hoy para confirmar diagnósticos de cáncer, entre otras enfermedades. 

Gonzalo explica que esta técnica permitiría extraer información para realizar un diagnóstico. “Ese es el sueño, la gran aspiración a la que estamos empujando. Esto es importante porque las biopsias son extremadamente útiles en la medicina, porque nos permiten saber si un tejido es canceroso o no, pero hay situaciones en que son muy invasivas, como por ejemplo cuando son en el cerebro. Entonces, la resonancia magnética nuclear permitiría a través de onda de radio, interactuar con los átomos de nuestro cuerpo, pero en este caso a escalas celulares muy chiquitas. Ese es el gran desafío que tenemos, ver el cuerpo por dentro, pero también los cambios que están sucediendo a escalas celulares en forma no invasiva”, asegura Gonzalo.

Pero esto no es todo. El investigador asegura que este tipo de técnicas también permitiría comenzar a detectar en forma más temprana los diagnósticos de Parkinson o Alzheimer, un avance que mejoraría la calidad de vida de quienes padecen estas enfermedades que no tienen cura.  

Por supuesto que no trabajan solos en este desarrollo. También participan estudiantes del Balseiro, doctorados y posdoctorados que desarrollan proyectos de investigación asociados, además de colabores externos, como un argentino que vive en Italia y cuenta con un equipo que permite avanzar con estudios que no se pueden realizar en el país. 

Es que como dice “este es el camino que muchos científicos esperan, tratar de ver qué está sucediendo en el cuerpo a escalas muy chiquitas sin abrir al paciente y antes que sea tarde".

“Es como mirar al cielo, porque uno mira y vé una estrella, pero resulta que es una galaxia, entonces es lo mismo en el cuerpo: es como abrir un punto en el cielo. Eso es lo que queremos”, sentencia, este físico que sueña con cambiar, aunque sea una parte, la forma de hacer medicina.  

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