CAPITAL FEDERAL - El paracetamol activa 11 de 13 proteínas que tienen una importante disrupción en el sistema inmunitario y provocan una grave inflamación en el distrés respiratorio del adulto (SDRA) que padecen los casos graves de COVID-19, todo lo contrario que el ibuprofeno, que se comporta como un inhibidor de las proteínas que genera el SDRA, ya que activa solo dos e inhibe siete.

A esa conclusión arribó el jefe Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital Puerta del Mar de Cadiz y presidente de la Asociación Andaluza del Dolor y Asistencia Continuada, Luis Miguel Torres, quien se dedicó a analizar los efectos de los antiinflamatorios no esteroides (AINEs) en las proteínas producidas en el SDRA. Así, su deducción contradice los protocolos que se manejan desde el principio de la pandemia, que recomendaban que el agente de elección para los pacientes con fiebre por COVID-19 fuera el paracetamol.

“Creo que debe tenerse precaución en administrar paracetamol a estos pacientes y evitar dosis altas. Podría aumentar la posibilidad de una reacción sinérgica negativa y predisponer a un cuadro severo de COVID-19. Habría que confirmar estos datos y ver si la recomendación que se hizo hasta ahora, no es la mejor”, consideró el anestesiólogo durante su ponencia en el seminario en línea Dolor frente al COVID-19 organizado por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) y un laboratorio.

Fueron las declaraciones del ministro francés de Salud al principio de la pandemia sobre la posible relación entre la exacerbación de esta infección con ibuprofeno o ketoprofeno las que hicieron saltar las alarmas, pese a que la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps) advirtió acerca de que no existían datos que permitan afirmar este extremo. Así y todo, las guías médicas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y muchos profesionales recomendaban usar paracetamol como primera opción para hacer frente a la fiebre en estos pacientes.

Torres analizó varios analgésicos con el fin de tratar de discernir cuál sería el mejor tratamiento del dolor en pacientes con SDRA que puede provocar el COVID-19. Para ello tuvo en cuenta que existen más de 120 proteínas que se sobreexpresan en el SDRA. Entre ellas se encuentran las interleuquinas, interferón, factor TNF, entre otras muchas. Para acotar su trabajo se centró en las 21 proteínas más inflamatorias y analizó, en base a la literatura científica disponible, si los analgésicos interactúan con estas proteínas y cómo lo hacen: si inhibiéndolas o activándolas.

“En contra de lo que pensábamos, el paracetamol es un activador neto de las proteínas que provocan la inflamación en el SDRA”, por activar 11 e inhibir solamente dos de las 13 con las que interactúa -resaltó el especialista-. Un resultado que entra “en un campo polémico”, dijo. Hasta ahora se consideraba más adecuado que otros analgésicos, como el ibuprofeno.

EL IBUPROFENO Y LA ASPIRINA EN LAS PROTEÍNAS INFLAMATORIAS  

En el caso del ibuprofeno su análisis reveló que se trata de un analgésico “inhibidor neto de proteínas relacionadas con el SDRA”. Interactúa con nueve proteínas de las 21 más inflamatorias. De ellas inhibe la inflamación en siete y activa solamente dos proteínas. Tanto el ibuprofeno, como la aspirina, con capacidad para desactivar más de diez proteínas y activar solamente dos, “son dos fármacos recomendables para el paciente que tenga dolor por SDRA e, incluso, como tratamiento del propio COVID-19”, aseguró Torres.

También analizó el naproxeno, que se ubicaría como un AINE mixto. Activa cinco de las proteínas que provocan la tormenta de citocinas e inhibe prácticamente la misma cantidad. En este sentido, “no sería recomendable en pacientes con COVID-19 con dolor”.

Además, se refirió al uso de corticoides, y tras recordar que son inmunosupresores, recomendó “disminuir la dosis en general”, excepto cuando se administra por vía espinal. En estos casos “no generan problemas en pacientes con COVID-19”. Se refirió también, de manera concreta, a los esteroides sistémicos, como la prednisona, considerando que “deben evitarse”, excepto en vía intravenosa por razones como el shock séptico o la tormenta de citocinas en pacientes sin enfermedad pulmonar preexistente. En cualquier caso, Torres señaló que aún “no hay muchas evidencias sobre analgesia y COVID-19”.

LOS EFECTOS DEL CONFINAMIENTO 

Aún se desconocen los efectos que el confinamiento tendrá en los pacientes con dolor crónico a medio y largo plazo. Pero los estudios vinculados a los confinamientos previos por SARS y MERS en los países que se vieron afectados, indican que sus efectos negativos, sobre todo en el ámbito cardiovascular, “seguían patentes incluso hasta 10-12 años después en la salud de quienes lo sufrieron”, apuntó la médica de familia en el Centro de Salud de Belchite (Zaragoza) y miembro del Grupo de Trabajo del Dolor de Semergen, Eva Trillo Calvo.

En este sentido, habló sobre las consecuencias del confinamiento sobre el aparato locomotor en pacientes con dolor. En su consulta y en la de otros compañeros, los efectos se focalizaron “en el dolor de espalda, el motivo de consulta más habitual que se está viendo, producido por la inactividad”. El diagnóstico a través de la telemedicina hace imposible la exploración del paciente “que era muy importante”.

Por eso, la especialista señaló una serie de “banderas rojas que tendrían que ponerse en alerta” para derivar a otros servicios: pacientes de más de 70 años sin historial de lumbalgia, inmunodeprimidos, síntomas relacionados con el síndrome de cola de caballo o debilidad motora en los miembros inferiores, entre otros.

Fuente: Infobae 

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