COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – “La mayoría ingresan alcoholizados y tenemos que llamar a los padres. Algunos se hacen cargo y otros no y termina la escuela haciéndose cargo de la situación”, dice a ADNSUR una directivo que hace varios años está al frente de una escuela, pero que no quiso ser nombrada por el contexto que vive por estos días la educación de Chubut, con cuatro paros consecutivos producto del pago escalonado.

La mujer se refiere a una problemática que hace unos cinco comenzó a escucharse en los pasillos de las escuelas secundarias y que en los últimos dos tomó mayor fuerza: el Último Primer Día (UPD), una celebración que realizan los estudiantes en el inicio de clases de su último año. La misma consiste en celebrar durante la madrugada del inicio del ciclo lectivo, y como todo festejo está presente el consumo de alcohol, algo que se agrava en la adolescencia y cada vez a más temprana edad.

El resultado: estudiantes borrachos en escuelas donde los directivos se ven obligados a llamar a los padres, quienes no siempre se hacen cargo de la situación.

La última semana, dos UPD terminaron en procedimientos policiales, luego que vecinos de la zona donde se realizaban denunciaran las celebraciones con presencia de menores.

Por los hechos también intervino la Subsecretaria de Fiscalización de la Municipalidad, a través de la Dirección de Habilitaciones Comerciales. Según explicó a Canal 9 Javier Garro, funcionario a cargo del área, “se detectó la presencia o gran concurrencia de menores de edad y consumo de bebidas alcohólicas”, y solo en uno de los casos se encontró a 109 menores con 16 años de edad promedio sin ningún mayor a cargo.

Lo llamativo de los dos casos es que los estudiantes habían alquilado locales utilizando la figura de un mayor para reservar el lugar y todo terminó con la fiesta clausurada y el local multado.

“Se sabe que para estas fechas hacen este tipo de eventos. La característica que tuvo este año es que pasaron de ser eventos en viviendas privadas o salones privados a hacerse en salones de eventos”, admitió Garro.

Para la directivo que brindó su testimonio las consecuencias van más allá de una simple clausura. “Los padres son los que se tienen que hacerse responsables. Si yo, mamá, llevó a mi hijo donde sé que se van a tomar hasta el agua de los floreros, lo busco y me lo llevo a la casa o veo en qué condiciones lo voy a llevar a la escuela, porque no tenemos que hacernos cargos los directivos de un montón de chicos que no vienen en las condiciones que deberían venir. Qué pasa si el chico se descompensa o pasa algo”, cuestionó.

La docente explicó que ante esa situación al docente solo le queda llamar a los padres. Sin embargo, en muchos casos no acuden a la escuela a retirar al hijo o hija, ya que el alcohol no distingue género, y en otros casos simplemente responden que ya es grande. “Es para pensarlo todo esto, hay que buscar formas de celebrar, pero eso lleva un trabajo desde la casa. Por eso es necesario pensar en todo esto el rol del adulto que alquila un salón para que los chicos se junten a tomar”, afirmó.

UNA ORGANIZACIÓN IMPENSADA EN OTROS TIEMPOS

Los UPD comenzaron a escucharse con fuerza en los últimos dos años, pero ya se habían realizado en años anteriores bajo la premisa de empezar juntos el último año.

Las primeras celebraciones se hacían en casas. Pequeños grupos o un curso preparaba una cena y una noche de celebración más hogareña, pero con alcohol. Sin embargo, en 2019 el boom explotó hacia afuera del hogar, con salones alquilados, Dj, grandes cantidades de alcohol compradas previamente y en algunos casos con el pago de una entrada para poder costear todos los gastos.

Para poder llevar adelante este tipo de celebraciones son fundamentales las redes sociales y la aplicación de mensajería del momento: WhatsApp. Los chicos arman grupos donde organizan toda la movida, desde el pago de la entrada hasta lo que debe comprar y demás.

Para la ex supervisora Adriana Di Sarli, quien se acogió al beneficio de la jubilación en enero luego de 33 años de actividad, el foco del problema no son los chicos sino los grandes. “Tenemos que empezar a pensar qué hacemos con los adultos: padres que compran el alcohol, que le dan el auto a los chicos para no tener que ir a buscarlos… no tenemos más desgracias porque los chicos tienen un ángel de la guarda. El tema es que los adultos nos hemos corrido de protección de los pibes y ahí está la dificultad, en el adulto que toma una posición equivocada”, explicó en una entrevista con ADNSUR.  

La docente retirada entiende que uno de los problemas es que cambió la forma de vincularse entre adultos y adolescentes. “Ahora el problema no es decir no, sino sostenerlo porque el pibe sabe que insiste dos veces y con tal de no escucharlo le dicen que sí, y siempre encuentran la grieta del auto y saben dónde pegarle”.

Di Sarli es operadora técnica en adicciones, especializada en prevención, y desde ese rol entiende que hay un problema al pensar en las adicciones. “Todos piensan en la cocaína y la marihuana, pero nadie piensa en el alcohol y es el problema más grande que tenemos porque esta tan naturalizado que no lo registramos como un consumo problemático. Los chicos dicen tomamos viernes, sábado y domingo, pero si tenés que hacerlo estas en una conducta adictiva, y para los chicos hoy juntarse sin alcohol es casi un sinsentido”.

Ante el crecimiento de los UPD en los establecimientos educativos se comenzó a trabajar en prevención, pese a que tal como dice Di Sarli, la obligación en estos casos es de la familia: saber dónde va, a qué hora volverá y en qué condición lo hará.

Para la ex supervisora Adriana Di Sarli el foco del problema no son los chicos sino los grandes.

FESTEJAR DESDE OTRO LUGAR

El UPD preocupa a toda la esfera educativa nacional. Por esta razón, el Sedronar (Secretaría de Políticas Integrales Sobre Drogas de la Nación Argentina) lanzó dos documentos para que sean tratados en escuelas.

Uno se titula: “Ultimo Primer Día: Como cuidamos a nuestros jóvenes?" Y está dirigido a docentes con recomendaciones a tener en cuenta; y el otro se denomina “Hablemos de alcohol de verdad” y está dirigido a los estudiantes, derribado ciertos mitos que existen en torno al consumo.

En el Colegio Universitario Patagónico (CUP) estos documentos, junto a otro emitido por la Sociedad Argentina de Pediatria,  fueron recibidos, analizados y puestos en práctica. La última semana incluso en ese establecimiento las autoridades tuvieron una reunión con padres y se trató el tema del UPD, confirmó Leticia Aguiño, directora del establecimiento.

“Convocamos a la familia y trabajamos con los documentos en base a qué es una celebración, los acuerdos que tiene que haber entre los menores y los adultos, y les explicamos que en la escuela le tenemos que dar ese espacio pero haciendo hincapié en que hay que celebrar, pero diferenciar lo que es una celebración del consumo y que el hecho de estar en grupo no tiene que estar asociado al consumo de alcohol”, explicó la directora.

Y agregó: “También trabajamos con los chicos. Muchos forman parte del Centro de Estudiantes y estábamos trabajando en la bienvenida a primer año y aprovechamos para hablar con los chicos, porque queríamos que sea una jornada especial pero teniendo en cuenta que no podían estar alcoholizados. Ellos los que no pedían es que querían tener una jornada distinta y que iban a pasar la noche juntos. Decidimos hacer una jornada reducida, con un recibiendo en el aula magna y actividades recreativas”.

Para Aguiño ambos encuentros fueron muy fructíferos, principalmente con los padres porque “se acordó proteger a los chicos”, pero dejarlos celebrar.

Tras la reunión con los padres, y la cancelación del alquiler de un salón por otras razones, algunos incluso optaron por ofrecer sus casas para que los chicos celebren el UPD pero con ciertas reglas, y las familias fueron invitadas a  participar de la jornada llevando facturas y mate en horas de la mañana.

Por supuesto, es posible que algún chico llegue borracho a la institución. Sin embargo, tal como se hizo en años anteriores serán llamados sus padres para que lo lleven a su casa. A fin de cuentas se trata de que los jóvenes entiendan que su mensaje puede tener el mismo significado pero cambiando ciertos modos.

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