Eligieron a las 10 golosinas más ricas del mundo: hay una Argentina
En un especial de su revista, The New York Times, trazó una ruta por el mundo dulce que abarca 33 países. Estos son 10 de sus favoritos.
"Las naciones tienen banderas e himnos, pero también tienen sus delicias definitorias. Aquí hay algunos dulces que capturan el espíritu de los países de donde provienen". Con ese párrafo, que invita a saborear el mundo, la revista de The New York Times eligió las 33 golosinas que hacen patria en el paladar. Sin edulcorante.
En este viaje de nacionalidades en clave glucosa, estas son 10 de las golosinas que recomiendan probar si pasás por algunas de estas fronteras. Y Argentina, que siempre tiene un lugar especial en el diario estadounidense, no podía faltar.
Pelon Pelo Rico (México)
El tamarindo, fruta carnosa si la hay, es agridulce, un sabor de por sí extraño para los argentinos y más aún si está en un dulce. Pero algo que sí sabemos acá es que en México les fascina mezclar azúcar con picante. Por eso The New York Times eligió a Pelon Pelo Rico. "Podría ser el más loco (de los dulces): es un recipiente de plástico lleno de gel de tamarindo que se puede exprimir por la parte superior para que se vea como un hombre al que le crece cabello". Pelon Pelo Rico llegó al mercado en 1985 y vende varios cientos de millones de unidades al año en México. Los dulces vienen en varios sabores, pero los fanáticos de los dulces picantes van bien con el sabor "intenso".
Chupa Chups (España)
De todos los dulces del mundo, Chupa Chups tiene el diseñador más famoso. Quizá por eso también está en Argentina. En 1969, Enric Bernat, el empresario español detrás de la marca de estos chupetines, le pidió a su amigo Salvador Dalí que creara el conocido logotipo. "A pesar de que tuvo algunos ajustes desde entonces, ese logotipo en forma de margarita, y el hecho de que esté colocado en la parte superior del pop, sigue siendo, al igual que el nombre, lo que se traduce en algo así como 'chupar'", describen. Los Chupa Chups nacieron en la década de 1950 y están disponibles en 177 países. Incluso llegaron al espacio exterior en 1994, cuando los astronautas rusos los llevaron a la estación espacial Mir. Hoy en día, los sabores más vendidos son el de frutilla y el sabor cola, que son dos de los cinco originales, junto con el de menta, limón y naranja.
Bacio (Italia)
Como una Willy Wonka femenina, en 1922, una fabricante de dulces llamada Luisa Spagnoli decidió que tenía que hacer algo con las nueces sobrantes en su fábrica de chocolate. La leyenda cuenta que "puso una avellana entera encima de un chocolate con leche batido con nueces picadas y lo cubrió con chocolate negro". El resultado: cazzotto ("puño" en italiano). Luisa estaba casada pero fue su amante --el hijo de su socio de negocios, 10 años menor que ella-- quien selló el destino de la golosina: advirtió que una caja de "puños" no era realmente un regalo romántico. Por eso los dos lo llamaron Bacio, o beso, en 1924. Desde la década de 1930, cada pieza viene envuelta en palabras de artistas, escritores y filósofos, supuestamente un guiño a las notas que los amantes se enviaban en secreto.
White Rabbit (China)
En nuestro país, cuando vamos al Barrio Chino a comer chow fan con camarones, sabemos que, al menos en el restaurant, no habrá postre. Pero eso no quiere decir que a los chinos no les gusten los dulces -o que no sepan hacerlos-. La periodista Elise Craig eligió a China en esta nota por un sabor muy similar al que ella encuentra en Estados Unidos. El de los caramelos rojos y alargados White Rabbit.
No son de porcelana, pero también tienen una dinastía por detrás. Aunque más moderna. "El primer ministro chino Zhou Enlai le dio una bolsa a Richard Nixon durante su histórica visita en 1972, pero el envoltorio no siempre ha presentado al conocido conejo. Estos dulces suaves, con sabor a vainilla y leche, se lanzaron en China en 1943 con Mickey Mouse en el empaque, pero a finales de los años 50, las compañías de dulces se estaban nacionalizando y las imágenes occidentales eran un problema político", detalla. En sus 75 años de historia, estos dulces se hicieron populares en todo el mundo, especialmente entre los estadounidenses. Pero no tienen el visto bueno del paladar argento.
Motiv Zuckerl (Austria)
Zuckerlwerkstatt. Impronunciables, ¿No? Igual de difícil es masticarlos. Porque no están hechos para eso. La traducción de todas esas consonantes sería "caramelo roca" y está muy lejos de la versión de estos coloridos caramelos en Estados Unidos. "Los dulces redondos y suaves se parecen más a los diseños de cristal millefiori de Venecia que a algo que se debería comer: incluyen hermosas y diminutas representaciones de todo tipo de azúcar, desde frutas hasta lemas y logotipos de empresas". La historia por detrás es la de una pareja austriaca, Maria Scholz y Chris Mayer, que estaba de vacaciones en Suecia cuando tropezaron en una fábrica de dulces y se enamoraron de ese rubro. Buscaron dulceros que conocieran la antigua forma austríaca de hacer dulces a mano y en 2013, abrieron una fábrica en Viena. Estos dulces tienen hasta 80 capas. Y para su perfección sólo se utilizan tres herramientas: tijeras, espátulas y la habilidad de las manos.
Balizas Allsorts (Sudáfrica)
"Allsorts no es un concepto sudafricano: la mezcla de colores y formas fue inventada por una compañía británica llamada Bassett's, supuestamente después de que un vendedor dejara caer todos sus dulces y a un posible comprador le encantara la idea del revoltijo, pero la versión de Beacon es la mejor". Sea como fuere, la venta de caramelos de regaliz es sinónimo de Sudáfrica. La empresa se inició por un inmigrante lituano que comenzó su negocio de hacer chocolate en la década de 1930. Beacon lanza Allsorts como "la comida de juego original" debido a las diferentes formas y colores con los que puede estirarse, apilarse y desordenarse. A pesar de que Allsorts está destinado a lo lúdico, son populares entre lo que la compañía llama "niños grandes", los de 18 a 54 años. Originalmente disponibles solo en sabor a regaliz, los paquetes de dulces ahora vienen en cuatro variedades. Un paladar argentino podría traducir el sabor del regaliz como "anisado", similar al de los caramelos Media Hora.
Hi-Chew (Japón)
El fundador de la compañía detrás de Hi-Chew es Taichiro Morinaga, quien tuvo una infancia pobre en Japón. En 1888, a los 23 años, se mudó a los Estados Unidos, donde conoció los dulces por primera vez. Se enamoró del azúcar y decidió convertirse en un fabricante de golosinas. Once años después, abrió la Tienda de Confitería Occidental Morinaga en Tokio. En 1918, fue la primera compañía de dulces japonesa en producir chocolate. "Años más tarde, mientras buscaba un caramelo parecido a una chicle que realmente se pueda tragar para evitar el acto grosero de quitarlo de la boca, se le ocurrió el antecesor del Hi-Chew". Desde 1975, más de 170 sabores Hi-Chew persisten en el mercado japonés. Los últimos: ananá y manzana acaramelada.
Les Anis de Flavigny (Francia)
Detractores del anís, abstenerse. Pero esta golosina no engaña. Avisa desde su nombre que no habrá sorpresa: anís, anís y más anís. Les Anis de Flavigny remarca que el sabor con el que forjaron su éxito se remonta a los monjes que en Flavigny comenzaron a hacer caramelos con las semillas de anís hasta para Luis IX. Hoy en día, el proceso es el mismo: recubren una sola semilla de anís de dos miligramos con capas de jarabe azucarado hasta que se convierte en un caramelo duro que pesa un gramo. Desde 1923 los fabrica la familia Troubat y su confección es un atractivo turístico de Trip Advisor. Se puede visitar la fábrica, que todavía está en ese monasterio en Francia.
Shokolad Para (Israel)
Shokolad Para quiere decir "chocolate de vaca". Se lanzó al mercado de Israel en 1933 como Shamnunit, pero en la década de 1950 cambió su nombre por la imagen de la vaca que vemos en su envoltorio y en cada cuadradito hoy en día. Originalmente sólo estaba disponible con chocolate con leche, ahora está disponible con turrón, arroz inflado y caramelos. Es la golosina más vendida en Israel y un souvenir obligado de los turistas.
Bon o Bon (Argentina)
Siempre nos resulta extraña la manera en que un extranjero describe un sabor bien argentino. Esta no es la excepción. The New York Times eligió a nuestro país por el Bon o Bon. Y lo llama "cáscara de chocolate". "Es una cáscara de chocolate con leche sobre una oblea crujiente rellena con una crema saborizada. Todos los días, las fábricas en Argentina, México y Brasil producen 3.000 de estas golosinas por minuto, y el 70% de la producción se exporta a todo el mundo", describen. Y hacen mención a que en 1989, "la marca ayudó a establecer la Sweetness Week en Argentina", es decir, la Semana de la Dulzura de julio, que describen como "una inteligente campaña de marketing que alienta a los amantes de los dulces a intercambiar dulces por besos". En ese mes, cada año, la venta del Bon o Bon aumenta en promedio un 20%. "¿El lema de los dulces?: Donde hay emoción, hay un Bon o Bon", cierra la nota. Dejan el envoltorio de nuestro dulce patrio que, curiosamente, eligieron antes que a cualquier otro que tenga dulce de leche, y siguen viaje por la ruta de los dulces del mundo.