COPENHAGUE (ADNSUR) - Satya Ordoñez (26) estaba cansada de la inseguridad y en 2019, sin saber inglés ni danés, dejó su Córdoba natal y emigró a Dinamarca. Cuando llegó trabajó como empleada doméstica y ahora vive en una mansión a metros del Palacio Real. “La calidad de vida es un sueño. Los impuestos son altos pero la gente los paga contenta porque tiene todo”, cuenta  desde Copenhague.

En junio de 2019 la echaron de su trabajo como empleada administrativa de una mutual y con la plata de la indemnización sacó un pasaje de ida y partió hacia ese país nórdico. “Quería saber cómo era vivir en uno de los cinco países más felices del mundo -cuenta en diálogo con Infobae-. Además, me cansé de los episodios de inseguridad en Córdoba: me robaron cinco veces y, en dos ocasiones, me apuntaron con una pistola en la cabeza. Eso me provocó un cuadro ansiedad y ataques de pánico. Por eso, los primeros seis meses que viví en Dinamarca tenía mucho miedo de caminar sola por la calle, pero después se me pasó porque me di cuenta de que puedo estar en medio de un bosque, en plena madrugada, y no pasa nada”, resume la joven. 

Para comenzar su aventura, Satya consiguió una visa “Working”, que tiene un año de duración, y así tuvo su primer trabajo. “Cuando llegué, mi inglés era muy básico, así que me puse a buscar un trabajo donde no necesitara hablar mucho. Al mes estaba trabajando en una empresa de limpieza de casas particulares. En Dinamarca la seguridad es altísima, así que las familias te contratan y te dan las llaves de sus casas para que entres a limpiar sola por 2 o 3 horas”, detalla.  

Su salario mensual era de dos mil euros en mano. “En Dinamarca, se abona el 36% en impuestos, así que ganaba más pero de bolsillo me quedaba esa cifra, que equivale a unas 14 mil coronas, con las que vivía perfectamente bien -resume-. El costo de vida promedio es de unos mil euros y gastaba 500 en alquiler, porque es uno de los países más caros de Europa. Por el celular y la comida tenía otros 300 euros extra. Por mes, pude ahorrar mil euros trabajando como empleada doméstica. Algunos meses, conseguí ahorrar más. Así que, ganaba dos mil euros, vivía bien con mil y ahorraba otros mil por mes”. 

Tras pasar un año como empleada doméstica, iba a tener que dejar el país si no conseguía otro empleo. También había aplicado en Australia -donde vive su hermano-, pero no podría viajar por la pandemia. Fue entonces cuando se enteró del programa Au Pair, una visa de intercambio para trabajar como niñera destinada a mujeres entre 18 y 30 años. Finalmente, una familia danesa la contrató para que les cuide a sus hijos.

“De esa manera, pude quedarme. Ahora tengo una visa por dos años más. Trabajo cuatro horas por día, tengo dos francos por semana y no tengo gastos de alquiler ni comida. Me dan un salario de 5 mil coronas, que equivalen a unos 800 dólares. Ahora cobro casi lo mismo que antes, pero vivo en una zona privilegiada, prácticamente al lado del Palacio de la Reina Margarita. El programa Au Pair lo tienen las familias ricas y la mía es muy rica. El visado incluye dos años de danés y también lo pagan ellos, así que ahora estoy por arrancar a estudiar”, agregó Satya. 

Mientras tanto, la cordobesa planea estudiar en la universidad. “Vine sin saber inglés, ahora voy a aprender danés y me voy a quedar a estudiar. Quiero poner el foco en este visado y lo comparto en mi cuenta de Instagram @saaendinamarca para que se conozca, porque es una visa a la que puede aplicar cualquier persona entre 18 y 30 años. Si estás en la Argentina, las familias que te contratan te pagan el pasaje y el visado. Solo se necesita la voluntad de venir”, indicó.

“Me parece una excelente opción para los jóvenes: para aprender el idioma, conocer el mundo, vivir seguro -porque te alojás con una familia- incorporar otra cultura, otro idioma... y, encima, ganás 800 dólares al mes, una suma que prácticamente la ahorrás por completo porque tenés todos los gastos cubiertos. Como me gusta salir a pasear y comprarme cosas, gasto unos 200 dólares, así que me guardo 600. Es una experiencia que te abre la cabeza y, además, no necesitás tener 3 mil dólares para irte de la Argentina porque, con este programa, la familia anfitriona se hace cargo de todo”, aconsejó.

La joven ya no se imagina volver a la Argentina porque, como siempre le dice su papá, “uno se acostumbra rápido a lo bueno”. “Acá, puedo caminar sola por la calle, a cualquier hora y nunca tengo miedo -compara-. Puedo ir hablando por celular, sin pensar que alguien me lo va a robar, y puedo usar una cartera en vez de una mochila, porque sé que nadie te saca nada”, enfatiza.

CALIDAD DE VIDA

“Adoro el diseño y la moda de Dinamarca, parece que vas caminando dentro de una película. Todos los servicios son públicos y de primera calidad, incluso la salud y la educación. Los hospitales y las escuelas son una maravilla. Casi no hay universidades o escuelas privadas. Es un estado de bienestar, donde todo funciona muy bien. Es verdad que es uno de los países con los impuestos más altos porque, del salario que te pagan, el 36% son impuestos. Pero la gente los paga feliz, porque todo funciona perfecto”, expresó.

“Además, la estabilidad económica te permite planificar tus gastos y mantener el valor de tu sueldo... sin sorpresas. Podés irte de vacaciones y comprarte unas zapatillas de marca sin pensar que es un lujo, porque acá eso es lo normal”, agrega Satya, quien aprovecha el tiempo libre para pasear en bici, el medio de transporte más común en Dinamarca.

“La gente tiene mucha conciencia sobre el cuidado del medio ambiente y hace años que está instalada la cultura del reciclado. Todas las casas separan la basura y hay máquinas de reciclado que te devuelven el dinero de los envases. La calidad de vida de Dinamarca es un sueño”, asegura.

“Amo a la Argentina... me encantaría que fuera un poco danesa y poder tener una vida allá, pero voy a ser honesta y me voy a poner una mano en el corazón... Amo a Dinamarca y, realmente, me gustaría quedarme acá porque vivo muchísimo mejor”, resumió la joven cordobesa. 

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