COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – En Comodoro ya se confirmaron 143 casos de coronavirus, 50 de ellos en la última semana, la más dura desde el 13 de marzo, cuando se dictó el aislamiento obligatorio en Argentina.

Hasta ahora solo hay una víctima fatal, una mujer de 88 años con una enfermedad preexistente que falleció en los últimos días. El resto son pacientes que atravesaron la enfermedad o la atraviesan, sin mayores complicaciones, algo que trae tranquilidad.

Rocío es una de estas pacientes. La joven que vive en Laprida cursa sus últimos días de contagio, según los parámetros médicos, y pronto podrá volver al módulo donde vive desde la inundación de 2017.

Por temor a las agresiones y los comentarios sin sentido, pidió no dar mayores datos sobre su persona y solo decir su nombre de pila. “La gente es muy atrevida y dice cualquier cosa. Eso es lo malo de todo esto”, lamentó en la entrevista con ADNSUR.

EL VIRUS EN PRIMERA PERSONA

Por estos días Rocío se encuentra internada en uno de los centros de aislamiento de Comodoro, luego que pasó por el espacio que se instaló en Rada Tilly para pacientes leves.

Según contó, se contagió a través de su pareja, un camillero del Hospital Alvear que dio positivo. “Él solo tuvo contacto conmigo y la familia. Me acuerdo que fuimos un sábado a la noche al Hospital porque empezó con fiebre y dolor de cabeza. Le hicieron el hisopado y el domingo a la noche le dijeron que había dado positivo. Hisoparon a toda la familia y a mí; a ellos les dio negativo y a mi positivo, era obvio, pero lo tome con calma, creo que no es nada malo”, reflexionó en una entrevista con ADNSUR.

A Rocío le hicieron el hisopado el lunes al mediodía siguiente que su pareja dio positivo y a la noche tuvo los resultados, pero ya estaba aislada desde ese sábado por la noche como medida de prevención, explicó.

“Sentía que podía dar positivo. Estaba preocupada, así que me aislé yo sola”, recordó.

El caso de Roció es el mejor ejemplo de que más vale prevenir que curar. En su caso, recién tuvo síntomas a los cuatro o cinco días que le dio positivo el test, cuando perdió “el gusto y el olfato”.

“Fue nada más que eso. Pero estaba bien, para mí fue como una gripe normal, solo que se me fue el gusto y el olfato”.

Por ese entonces ya estaba internada en el Centro de Aislamiento de Rada Tilly, a donde la trasladaron para seguir la evolución de su cuadro. Luego la llevaron al hospital de campaña que montó Pan American Energy en la ex ENET N° 1 y que funciona como anexo del Regional.     

“En 15 minutos me vinieron a buscar, me dijeron que prepare mis cosas y después me llevaron a Rada Tilly. Allí estuve casi una semana, pero siempre estuve tranquila. Ya estoy acostumbrada porque después de la inundación vivir en un gimnasio es como vivir con un módulo adentro. En el temporal fue peor porque perdimos todo con mi familia. La mayoría de las familias perdieron todo”, recordó. “Por eso vivir en un módulo a vivir en un anexo para mí es como estar en una mansión. Yo no tengo frío, soy una persona que está acostumbrada a tomar frío y no me gusta mucho el calor, hago ejercicios acá adentro, como, subí como cinco o seis kilos. Gracias a Dios estamos muy bien”, admitió esta joven que trabaja como empleada doméstica en una casa de familia.

UN LARGO DÍA

Más allá del bienestar Rocío admite que "los días se hacen largos” y que muchas veces elige “dormir todo el día y esperar que sea otro día”.

En estos espacios la rutina comienza temprano, a las 9:30, cuando los médicos van a tomarle la presión y la temperatura a los internados, y entre las 12:00 y las 12:30 les llevan la comida: variados y nutritivos platos. Por ejemplo, el día que hablamos iba a almorzar milanesa con papas. 

Luego pueden hacer ejercicio usando algún video de Youtube, mirar televisión o dormir la siesta, la elección es individual, pero siempre respetando una premisa: “cero contacto”.

Es que más allá que todos están aislados por la misma razón los pacientes no pueden juntarse entre ellos, siempre deben usar barbijo y si toman mate deben hacerlo solos, cada uno con su equipo.

El día se hace largo. A las 21:00 es el horario de la cena y de ahí queda otro tramo, hasta las 12:30 de la madrugada cuando se apagan las luces.

Cada situación es diferente. Sin embargo, tal como dice Rocío, para ella es como estar en una mansión. Aunque eso no quita que quiera volver al barrio, recuperarse y terminar con toda esta pesadilla que le tocó vivir, pero no por los síntomas, sino principalmente por el temor a la estigmatización y el contagio de otros. El coronavirus ya se vive en primera persona en Comodoro Rivadavia.

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