VENEZUELA - La crisis en Venezuela volvió a golpear a los más vulnerables. Esta vez, fueron los adultos mayores, quienes -impedidos de emigrar o de hacer largas colas para conseguir alimentos- pagaron las consecuencias de las políticas del régimen de Nicolás Maduro.

Los hermanos Silvia Margarita Sandoval Armas, de 72 años; y Rafael David Sandoval Armas, de 73 años, fueron hallados muertos y en estado de descomposición el lunes pasado en el departamento que compartían en Caracas.

Fueron los vecinos de su departamento en el piso 9 de las residencias Villa II, en el barrio Puente Hierro, donde los hermanos vivían solos, quienes alertaron a los bomberos.

Versiones recabadas por periodistas en la morgue de Bello Monte señalaron que los ancianos dependían de los alimentos que les suministraban sus vecinos, ya que la señora Silvia Margarita recibía apenas una pensión de 400 mil bolívares.

De acuerdo con reportes de usuarios en las redes sociales, los bomberos de Distrito Capital usaron la técnica de rapel para ingresar al apartamento, cuando los vecinos denunciaron que no sabían nada de ellos y no contestaban a sus llamados.

Los vecinos del lugar agregaron que comenzaron a sentir hedor que provenía del inmueble.

“Los vecinos llamaron a los Bomberos del Distrito Capital, la tarde del lunes 26 de octubre, porque tenían tiempo que no veían a los abuelitos. Una vecina dijo que la última vez los vio muy débiles”, escribió en la red social Twitter la periodista venezolana Yohana Marra.

Según la información que circuló en medios locales, la data de muerte de Silvia era de 36 a 48 horas al momento del hallazgo, mientras que la de Rafael era entre 24 y 36 horas. El cuerpo de la mujer se encontraba en la cocina y el del hombre en una habitación.

El dato deja entrever que el hombre podría haber estado un tiempo vivo con su hermana muerta, sin pedir ayuda, con lo que esa situación podría haber significado para él.

Los fallecidos presentaban desnutrición proteico calórica.

La situación de los hermanos Sandoval Armas no es una excepción. Como consecuencia de la ola de emigración que atraviesa Venezuela, sus ancianos se ven afectados por el abandono total o parcial de sus familiares que, entre otras cosas, les dificulta o impide continuar su independencia y los deja aún más vulnerables ante la crisis económica y social que sacude al país.

Las personas de la tercera edad no escapan a la escasez de productos básicos y medicamentos, a la galopante inflación, a la inestabilidad económica, y mucho menos a los altos índices de delincuencia y violencia que tiene el país petrolero.

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