Un chico está haciendo un molino con un motor para que pueda girar. Lo mira, lo analiza, lo piensa y ¡Eureka!: se da cuenta que para que pueda trabajar como él quiere tiene que buscar que el motor quede en la parte superior del molino, y no abajo como había previsto. Para quien lee esta crónica puede sonar algo lógico. Sin embargo, hay un detalle que es clave: el chico tiene solo 9 años.

La escena sucede en el taller de Proyecto Puente, donde la asociación civil que comenzó reciclando computadoras en desuso, realiza un curso de robótica para niños, proyecto que apunta a acortar la brecha digital y enseñar a los chicos sobre aquellas herramientas que en el futuro cercano serán indispensables. 

Es que hoy, las diferentes industrias de Argentina ya están sumergidas en este tipo de procesos y esto se puede ver tanto en una farmacia de Comodoro, donde un robot se encarga del control del stock del depósito, hasta en la industria petrolera, donde un pozo controla su funcionamiento gracias a programación y robótica.

Este es el segundo curso piloto de este tipo que organiza Puente. El primero fue una actividad de verano que realizó en la Agencia Comodoro Conocimiento, gracias al apoyo de Pan American Energy, que compró los kits Lego que permiten aprender jugando. 

En esa primera oportunidad participaron 22 chicos de 9 a 15 años, y en este curso participan 19, de entre 9 y 13 años. La disminución en cantidad y edad no es azarosa, pero tiene como objetivo mejorar el aprendizaje en los chicos. 

“Este es el nivel básico”, explica Marcelo Dos Santos, uno de los fundadores y referente de Puente. “La idea es hacer un curso intermedio y más adelante un avanzado, pero para tener un intermedio primero tenés que tener dos talleres básicos hechos para poder tener el flujo de chicos. La verdad que tiene una llegada muy buena a la comunidad, las inscripciones que lanzamos se cubrieron todas, pero la expectativa nuestra es continuar durante el año y empezar a interactuar con las escuelas”, adelanta.

Los cursos son dictados por facilitadores, profesionales de Comodoro que se sumaron a esta asociación sin fines de lucro con el ánimo de colaborar en el acortamiento de esta brecha digital. Ellos son Mauricio Macretti, Lidia, Alberto, Pedro y Juan, quienes asisten a los chicos durante cada una de las clases, donde se busca enseñar a través del juego.

“Nos basamos en la educación STEM, donde el facilitador trata de guiarlo en el tema para que también aprenda de ciencia y matemáticas”, explica Macretti. “No es que solamente le das un robot. También lo estamos asociando a algo nuevo que es el Aprendizaje Basado en Proyectos, que es el ABP, entonces si sumás las dos cosas, los chicos aprenden en un tiempo récord y también logramos lo que nosotros apuntamos: acortar la brecha digital”. 

Para “el Tano”, reconocido fotógrafo y sonidista de la ciudad, se trata de enseñar de otra manera, apuntando a lo visual y lo sensorial. “Cuando el chico lo puede tocar y lo puede sentir tiene otro concepto, lo está probando y cuando dejás que el chico pruebe, toque, mida, te das cuenta que va aprendiendo mucho más rápido de lo que uno piensa”, explica en ese sentido.

Un pequeño robot dirigido a través de una computadora y realizado por un niño.

Macretti cuenta que esta tecnología aplicada a la educación hace 35 años que existe, pero asegura que “hay que tratar de llegar lo más rápido posible a los chicos”. Es que como dice Dos Santos, estos conceptos se utilizan en PLC (Controlador Lógico Programable, por sus siglas en inglés), automatización que ya llegó a diferentes industrias del mundo. 

“Este es el principio, los chiquitos aprendiendo esto con un proceso van avanzando para poder programar un PLC, que es una de las cosas que necesita la industria en la parte de electrónica, porque la realidad es que hoy se habla mucho de robótica porque es una moda, pero se hace poco. Entonces la idea es abrirle la cabeza a los chicos para que ellos empiecen a entender cómo funciona el mundo de la robótica, de la automatización, y llegar a todos los colegios”.

Dos Santos sabe de lo que habla. Trabaja en la industria petrolera desde hace años y ha tejido grandes redes de contacto a través de Puente. Por eso no duda en lo que dice. “Hoy el problema más grande que tiene la industria es la falta de personal calificado y eso no se hace en el último año de la secundaria; nosotros estamos convencidos que esto lo tenés que aprender desde primer grado. Entonces nuestra idea es invertir hoy en un proyecto que va a funcionar dentro de 12 años, cuando esos chicos salgan de la secundaria sabiendo programar, sabiendo robótica, y puedan ingresar en cualquier empresa o seguir en la universidad sabiendo de qué se trata”.

Mientras habla, Macretti escucha e insiste con un concepto. “El objetivo es que el chico vea esto hoy y tenga contacto con la programación lo más rápido posible, porque en poco tiempo cualquiera que esté en cualquier tipo de trabajo va a necesitar algo de esto”. 

A los chicos cada descubrimiento les fascina. "Es una forma de aprender a través del juego", dice Macretti.
A los chicos cada descubrimiento les fascina. "Es una forma de aprender a través del juego", dice Macretti.

Los cursos, por el momento, son arancelados, pero el objetivo de Puente es que sean gratuitos y lleguen a chicos de todas las escuelas. Por esa razón, buscan un sponsor y un lugar que les permita realizar estos talleres en forma continua, con dos encuentros semanales de dos horas. 

“Esto es parte del proyecto”, asegura Dos Santos. “Acortar la brecha digital no es solamente ayudar a los chicos a armar las máquinas o programar, también es robótica o el proyecto de triple impacto que tenemos para recuperar botellas y crear lentes con una impresora 3D. A los chicos con esto les explota la cabeza, se motivan, es tremendo y quieren seguir aprendiendo”, dice entusiasmado.

“Son chicos de 9 años”, agrega Macretti con satisfacción, y describe. “En la segunda clase de taller ya empiezan a hablar de motores, de sensores y en la tercera ya empiezan a hablar de programas y de bloques, y lo van descubriendo y van preguntando, porque los dejamos que ellos se motiven por sus propios medios y que descubran. Nosotros solo estamos ahí para mostrarles qué es lo que falla, pero no enseñarles totalmente, sino que descubran por qué el motor giró dos veces o por qué giró un 5%”.

Los facilitadores son profesionales de diferentes disciplinas que se sumaron como voluntarios con el objetivo de acortar esta brecha digital.
Los facilitadores son profesionales de diferentes disciplinas que se sumaron como voluntarios con el objetivo de acortar esta brecha digital.

El taller va llegando a su fin, los chicos siguen entretenidos armando y pensando su robot. Ya pasaron varias horas del sábado, el día que ellos deberían estar descansado de la escuela pero eligen seguir aprendiendo jugando, en este nuevo proyecto de Puente, la asociación que comenzó sacando computadoras de la basura y 14 años después, con 52 personas en su equipo, sigue creciendo con miles de donaciones, proyectos educativos y un objetivo concreto y solidario: acortar la brecha digital.

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