Entre misiles y bunkers blindados: la mujer de Comodoro que desde Israel cuenta el conflicto en Oriente Medio
Cecilia Cohen nació en Comodoro Rivadavia, es hija de dos recordados profesionales de la salud de esta ciudad, y hace 19 años vive en Israel, país que hoy está prácticamente en guerra con Palestina, por el eterno conflicto de Jerusalén. Desde Modi'in, la mujer contó a ADNSUR cómo son estos días en que las sirenas obligan a refugiarse en refugios y la paz está amenazada en forma constante. “La esperanza es que termine ahora”, indicó.
Son las cinco de la tarde en Argentina. Son las 10 de la noche en Israel. Mientras en esta parte del mundo muchos nos preparamos para terminar la jornada laboral, o por lo menos tomar unos mates, en Oriente medio, Cecilia, con los nervios aún en la piel, sale del refugio blindado que tiene en su casa, luego que el sonido de las sirenas alertó sobre un nuevo bombardeo de Hamas a Israel.
El sonido de los ataques por estos días es parte de la cotidianidad en esa zona de Oriente medio y los alrededores de Jerusalén. Una vez más, como sucede desde la Guerra de los 6 días, la tierra santa es escenario de disputa entre judíos y palestinos. Esta vez la chispa que encendió esta lluvia de misiles fue un combo que unió el día de Jerusalén, el fin del Ramadán, y el conflicto de Sheik Jarrah, un barrio habitado por palestinos que quieren ser desalojados por judíos.
La comodorense Cecilia Cohén (40) es testigo directo de esto que sucede en esa zona donde conviven el judaísmo, el islam y el catolicismo. Desde Modi'in, una ciudad que se encuentra entre Jerusalén y Tel Aviv, dialogó con ADNSUR y contó cómo es vivir bajo el sonido de los misiles y la alerta de las sirenas.
“La verdad es muy tenso”, dice Cecilia sin tapujos. “Uno que es grande lo puede absorber pero para un niño, como mis hijos de 9, 6 y 2 años, es bastante traumático, incluso a pesar de saber que estamos cuidados y que va a estar bien al final de las cuentas”, dice todavía nerviosa por lo que acaba de ocurrir.
Cecilia sabe que el sonido de las sirenas puede escucharse en cualquier momento. Lo advierte y pide disculpas de antemano, como si lo que sucede en Oriente medio no amerite escapar para refugiarse.
Asegura que “a pesar de lo que se cree en el mundo, Israel es un país que cuida a sus ciudadanos”, y explica que tener un refugio “es una obligación por ley”.
Es que quienes viven cerca de Jerusalén están acostumbrados a lo que significa un bombardeo, aunque parezca algo extraño en esta parte de occidente.
Cecilia cuenta que cada refugio debe tener una puerta y una ventana de hierro, y lejos de ser como un sótano o un búnker, en el día a día es una habitación más del hogar; en su caso un depósito. Aunque todo cambia cuando suenan las sirenas.
“Es escuchar una sirena e ir al refugio. Hay lugares que tienen segundos para llegar a un refugio, pero acá en Modi'in tenemos un minuto y medio que es muchísimo. Parece una locura para ustedes, pero hay lugares donde tenés segundos para llegar al refugio. Entonces lo que hacemos es ir con mi marido y los nenes, quedarnos encerrados y esperar 10 minutos”.
Cecilia hace 19 años se fue a vivir a Israel. Unos años antes ya había conocido ese país, gracias a un programa de jóvenes que la llevó a visitar la tierra de sus ancestros. Por ese entonces ya había estudiado en la Escuela N° 1 y la Escuela de Arte. Luego llegaría Buenos Aires, donde estudió traductorado público.
En 2002 fue cuando decidió irse a Israel. Por ese entonces ya estaba de novia con Enrique y juntos decidieron comenzar una nueva vida en ese país. Sus madre, la psiquiatra Sara Glinski, y su padre, Mario Cohen, técnico radiólogo, integrantes de la comunidad judía de Comodoro Rivadavia, los siguieron, y todo cambió para ellos.
En la actualidad, Cecilia, que se graduó en Historia del Arte y ahora estudia para guía de turismo, vive en Modi'in y sus padres en Ashdon, una de las ciudades que el miércoles recibió 137 misiles en menos de cinco minutos.
A la distancia y por teléfono, las charlas son permanentes entre ellos, principalmente para saber si están bien. “Hablamos a cualquier hora. Si suena la sirena a las dos de la mañana los llamamos para saber si están. Por suerte lo están, obviamente tensos por todo esto. Lamentablemente no es la primera vez, ya hace unos años que Ashdon es una de las ciudades que es bombardeada. No digo que se acostumbran, porque uno nunca se acostumbra a esto, pero ya saben como actuar y absorber de mejor manera”.
Cecilia sabe de lo que habla. Por eso no duda en decir que siempre es preferible estar en casa que en una ruta, que el día es más relajado, y que la noche a veces puede volverse un infierno en segundos. Por esa razón, luego de los bombardeos nocturnos de la última semana decidieron que sus hijos duerman en el refugio, y por lo menos así tenerlos más contenidos.
“Esta semana tuvimos dos experiencias de esas por primera vez en nuestras vidas: El miércoles a la 1:30 y el martes a las 3:30 de la madrugada. Nuestros hijos estaban en sus cuartos y los tuvimos que levantar. De noche es todo distinto, porque te levantás perdido, es todo más exagerado, entonces para hacer menos traumático esto decidimos que duerman en el cuarto de refugio, y si escuchamos la sirena iremos a estar con ellos. Pero son bastante comunes los ataques de noche, no son algo que sorprenden”.
Cecilia y su familia viven cerca de donde se encuentra la cúpula de hierro, un arma antiaérea que intercepta misiles de corta distancia. Asegura que muchas veces el sonido de la cúpula les advierte que una sirena está por sonar, y es la señal adecuada para escapar al refugio.
Lo cierto, es por estas horas, ella solo espera que esto acabe, y ya, tal como admite a ADNSUR. “La esperanza es que esto termine ahora. Yo fui educada en una cultura de la paz y del diálogo. Lamentablemente nos encontramos en un país donde es parte de nuestro día a día, pero seguimos pregonando que este no es el camino para nadie, porque además este es un conflicto que no se acaba con una operación de un día para el otro. Hay muchos problemas de raíz, pero también hay otra realidad. Yo dos días antes estuve en la casa de amigos palestinos, en un barrio palestino, festejando el Radamán con ellos, celebrando con ellos. Entonces el encuentro también existe, es lo que poco se ve en las noticias. Debería existir más, pero yo creo que es una de las claves de este conflicto, entender y escuchar al otro”, sentenció esta comodorense que del frío patagónico se fue a Israel, donde por estos días el infierno se vive de cerca.