Las imágenes aparecen como destellos entre sus recuerdos, la puerta de la guardia, la ventana, el mar en la habitación y la posición de las camas donde estuvo durante todos días. Miguel Allario está emocionado y lo transmite mientras recorre el Hospital Regional, el nosocomio donde estuvo internado durante la Guerra de Malvinas, aquel conflicto que llevó a muchos chicos a combatir en 1982.

Pasaron 40 años de aquel otoño, menos de una semana del aniversario del cese del fuego, y Miguel regresa a Comodoro para cumplir la promesa que alguna vez hizo. Una carta que una enfermera guardó como un tesoro fue el pasaje de ida a la ciudad del sur de la Patagonia que fue Centro del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur durante la guerra.

“Acá se vive totalmente distinto Malvinas”, dice con emoción  “Es un orgullo haber vuelto, no tengo palabras, es algo que no puedo explicar”, agrega con la emoción en la voz.

Miguel visitó el Hospital Regional, el lugar donde estuvo internado hace 40 años. "Fue emocionante", dijo a ADNSUR.

DE LA BAJA A LAS ISLAS

Miguel tenía 19 años cuando fue a las islas. Un año antes había hecho el servicio militar obligatorio en el Regimiento 3 de Infantería y fue convocado para regresar de la baja y sumarse a la reserva por la guerra.

Aún recuerda el día que llegó esa carta a su casa pidiendo su regreso. “Yo estaba casado, estaba viviendo con la que era mi señora y me acuerdo que mi papá me llamó y me dijo ‘te vinieron a dejar una carta, te tenés que presentar en el Regimiento’. Mi viejo me acompañó, llegué a la unidad y me dijeron que iba a Malvinas. Me dieron permiso para ir a mi casa, avisarle a mi señora que estaba embarazada y ya me quedé, era el 8 de abril”.

Argentina había recuperado la soberanía de las islas Malvinas 6 días antes, muchas tropas ya habían desembarcado en el archipiélago y otras en tanto se alistaban para viajar al sur del país. Tres días después, Miguel llegó a las islas para integrarse a la reserva. 

Durante la guerra, el veterano estuvo apostado a 2000 metros del pueblo de espalda al mar, vigilando la zona en la que mayor movimiento civil había. 

Allí estaba cuando comenzó el fuego el 1 de mayo, algo que pocos esperaban a principios de abril cuando se creía que los ingleses no iban a luchar por un territorio insular alejado de su país. 

Pero su permanencia en las islas duró poco, el 21 de mayo un accidente obligó su evacuación. “Sufrí una fractura con fisura de fémur. Estábamos tomando mate, mi compañero estaba limpiando el arma y cuando fue a comprobarla le había quedado una bala en la recámara. Me tuve que volver. Primero fui al Hospital de Malvinas, después al hospital de campaña de Comodoro y luego al Regional”. 

Miguel admite que “estaba bastante complicado”, aunque no lo sabía. Sin embargo, un dato lo evidencia: “estuve 10 o 15 días en terapia intensiva”

Miguel estuvo internado varios días en la sala 150 junto a otros camaradas, y una vez que se recuperó fue trasladado a Campo de Mayo, donde permaneció hasta que recibió el alta.

Como todos los soldados, luego de Malvinas la vida continuó con los vaivenes y las dificultades de un país que en un principio les dio la espalda. Como muchos, Miguel se reinsertó como pudo, buscando la forma de salir adelante y superando esa herida que siempre acompaña a los veteranos. Es que como dice: “Malvinas es nuestra vida, es lo que uno lleva adentro y lo vamos a llevar hasta el último día que dejemos de estar acá. Es nuestra juventud, el sentimiento más profundo que tenemos aparte de nuestra familia y nuestros hijos. Son un montón de sensaciones”.

Cuando se fue de Comodoro, Miguel había prometido volver a la ciudad para agradecer la atención recibida en el Hospital Regional, el lugar donde se sintió protegido. Durante muchos años lo pospuso por dificultades económicas o por trabajo. Sin embargo, hace unas semanas un llamado cambió todo y fue el impulso para volver al sur.  

"Un día me llama un compañero y me dice 'te van a dar una sorpresita, te van a llamar, atendé porque le pasé tu número'. A los cinco minutos me suena el celular, atiendo y era Germán. Me dice 'mirá, tengo algo tuyo que me dio una enfermera del hospital de Comodoro y quiero que lo veas'. Me mandó la foto de la carta, sinceramente no la recordaba. Fue una sensación rara, después me llamó Susy y mientras hablaba con ella fui a la computadora con mi señora y saqué el pasaje para venirme para acá".

Miguel llegó el jueves a Comodoro. Se encontró con Susana Godoy y Teresa, dos enfermeras retiradas que escriben un libro sobre lo que sucedió en el Hospital Regional durante Malvinas y quienes hicieron de intermediarias para que pueda concretar este ansiado regreso.

Para él fue volver al pasado, reencontrarse con Pancho, aquel enfermero que lo cuidó en terapia intensiva y también con Sara, la enfermera a quien le escribió una carta.

Por supuesto también fue su momento para regresar al Regional, visita en la que estuvo acompañado por su esposa, Silvina, ex combatientes, directivos y personal de salud, un momento muy emocionante para él.

"Fue algo emocionante, después de 40 años lo recorrí y ahora sé lo que es el hospital porque antes no lo había visto. Cuando estuve internado estuve con la pierna colgada, o sea, no tenía movilidad, y lo único que me acuerdo es que vine en camilla, que entré por lo que era la guardia, después haber entrado al quirófano y haberme despertado en terapia. La verdad que todo esto es un montón, yo había hecho una promesa y nunca la había podido cumplir y ahora por una situación muy especial pude venir. Pero el sentimiento es hermoso, no te puedo explicar lo que uno siente porque los sentimientos van por dentro y no alcanza nada de lo que diga”, dice con emoción.

Miguel junto a Susana y Teresa, las dos mujeres que hicieron posible este viaje al pasado.

En la tarde del viernes, luego de su visita al Hospital Miguel se reunió finalmente con Sara, aquella enfermera a la que le escribió agradeciéndole la atención que recibió durante su internación en el Regional. También mantuvo un encuentro con Veteranos de Guerra, y compartió momentos de camaradería y hermandad como solo a ellos les sucede.

Su historia seguramente será plasmada en el libro que Susana y Teresa escriben sobre lo que fue la guerra en el Hospital Regional, un documento que comenzaron a elaborar hace más de 20 años, con entrevistas, testimonios y recuerdos de aquellos tiempos en que el nosocomio fue un hospital de guerra, la pata fundamental de un conflicto que marcó a una generación.

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