La caída de producción por el cambio de estación y las bajas temperaturas llevaron a que el país esté importando tomates, lo que deriva en precios de entre 5.000 y hasta 7.500 pesos el kilo.

Si la temperatura no cambia, la maduración no va a avanzar y la producción va a seguir escaseando”, aclararon desde una cámara productora frutihortícola, al advertir que el fenómeno podría prolongarse por varios meses.

Algunas verdulerías de Comodoro Rivadavia y supermercados mostraron en los últimos días una fuerte escalada, como también variedad de precios, lo que lleva a recorrer y preguntar para acceder a un valor medianamente razonable.

Algunas cadenas lo ofrecían este viernes a 5.600 pesos por kilo, mientras que verdulerías de barrio oscilan en 6.000 y 7.500 pesos, o hasta 8.000 pesos por kilogramo. En el Mercado Comunitario de km.5, sin embargo, se ofrecía en promoción ayer a 4.600 pesos, de acuerdo con el flyer de difusión, tratándose de un “tomate redondo chileno”.

En esta época, la producción rota desde Mar del Plata hacia otras latitudes, como Salta y Corrientes, pero también esas provincias se han visto afectadas por heladas, lo que demora la maduración del fruto y restringe aún más la oferta.

Un efecto similar se está produciendo sobre los morrones, que han escalado sus precios por razones similares.

DÓNDE SE FORMA EL PRECIO, SEGÚN CAME

De acuerdo con el Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) elaborado por el sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en abril los precios de los agro alimentos triplicaban su valor en góndola, en comparación con lo que recibe el productor.

Para el caso del tomate, la diferencia entre la góndola y el campo era de 2,1 veces, pero es posible que en lo que va de mayo la diferencia se haya ampliado, ya que desde hace semanas se observan valores por encima de 4.000 pesos, por efecto de las cuestiones estacionales de esta época.

Como se refleja habitualmente en esos informes, la formación del precio no está en el origen, es decir en el campo, sino en la intermediación.

"Si bien algunos productos con alta incidencia en la canasta (como, por ejemplo, la cebolla y el tomate) presentaron un reacomodamiento en los precios al productor -detalló el informe, reseñado por Ámbito-, estos valores no llegaron a compensar la inflación acumulada, por lo que el primer eslabón (origen-productor) sigue resignando rentabilidad frente al resto de los actores de la cadena de valor. Es decir, la estructura de formación de precios en Argentina nace en la góndola y se va disgregando hacia atrás, hasta llegar al productor, cuando debería ser al revés".

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