Fue gerente de YPF, dejó el petróleo para armar su propio emprendimiento y terminó escribiendo un libro de running publicado en Amazon
Nació en Río Grande, estudió en Mendoza y hace 21 años se radicó en Comodoro Rivadavia para trabajar en el petróleo. Aníbal Verdier es Patagónico y toda su vida trabajó en la industria hidrocarburífera, hasta que un día dijo basta y decidió buscar su propio rumbo como emprendedor. En medio de ese proceso y en plena pandemia se dio cuenta que era el momento de cumplir un viejo sueño y escribió “Correr como vivir”, un libro de running con un enfoque holístico del deporte. Está es su historia.
Hace 11 años, Anibal Verdier se largó a correr, sin imaginar que una década después iba a tener en su haber decenas de carreras de montaña y un libro sobre la disciplina. Anibal es el autor de “Correr como vivir”, un libro de running con un enfoque holístico del deporte que recientemente fue publicado.
Para él significa un sueño cumplido, el deseo de toda una vida publicado en papel, como las letras mandan, y en PDF a través del sitio Amazon, como el siglo XXI permite, gracias a las nuevas tecnologías.
¿Pero qué es lo que llevó a este ingeniero industrial de Rada Tilly a terminar editando un libro y pensar en una segunda publicación?. Esto es lo que te invitamos a descubrir en esta crónica que demuestra que más allá del destino, no todo está escrito en esta vida.
DE LA TIERRA DE LAS UVAS AL PETRÓLEO
Aníbal Verdier es ingeniero industrial y Patagónico, tal como se define. Hijo de una familia mendocina, nació en Río Grande, Tierra del Fuego, gracias al trabajo de su padre, pero también vivió en Río Gallegos, Plaza Huincul y Las Heras, hasta que llegó a Comodoro Rivadavia y nunca más se fue.
Aníbal cuenta que solo un tiempo estuvo lejos de la Patagonia. Fue cuando estaba en la secundaria y su padre fue enviado a Estados Unidos para realizar un posgrado. Allí cursó cuarto y quinto año y terminó jugando al básquet en High School, con todo lo que ello implica en el país de la NBA.
Esa fue la primera vez que estuvo lejos de la región. La segunda fue al regreso, cuando su familia se mudó a Buenos Aires, una experiencia que terminó en forma abrupta por el fallecimiento de su viejo; un ingeniero en Petróleo que hizo escuela en la petrolera estatal.
Tras la tragedia, Mendoza otra vez fue el lugar que volvió a cobijar a Aníbal y su familia, y él, en plena búsqueda de su futuro, decidió entrar a la Universidad Nacional de Cuyo y estudiar la carrera que siempre soñó. Es que como dice, siempre quiso ser ingeniero, quizás siguiendo los pasos de su padre, o por amor a los fierros, pero siempre supo lo que quería ser.
Como su padre, Aníbal también se vinculó al petróleo y antes de egresar ya trabajaba en la industria. En Weatherford estuvo seis años, y gracias a la empresa llegó a la región. Las Heras fue su primer destino, y al poco tiempo llegaría Comodoro Rivadavia.
En la Capital del Petróleo, Aníbal también trabajó en Tuboscope hasta que un día tuvo un ofrecimiento de YPF y terminó haciendo carrera en la operadora, en la que de alguna forma creció, tal como dice.
“Soy ypefeano, ypefeano, me siento así, nacido en los campamentos, de grande trabajé en otras empresas, pero los últimos 12 años trabajé en YPF. Labure mucho en Comodoro, Cañadón Seco, Pico Truncado, en todos lados. Siempre fui gerente de activos y de proyectos, así que me siento muy ypefeano”, dice con orgullo.
Más allá de su corazón, Aníbal en el fondo siempre supo que quería intentar apostar a la vida independiente. Era un horizonte que siempre aparecía antes sus ojos, pero que implicaba un gran cambio, hasta que un día todo cerró.
“Toda la vida quise salir de la empresa para hacer algo por mi cuenta, y el año pasado ofrecieron retiros voluntarios muy ventajosos. Quería hacer algo por mi cuenta, tener un proyecto personal independiente. El tema es que salir era arriesgarte, tener costos fijos, pero decidí irme”, recuerda.
Tras su salida de YPF, Aníbal junto a un socio creó la consultora Two Value Consulting y luego una empresa de observaciones preventivas de seguridad. Todo iba bien, y pandemia mediante surgió la posibilidad de hacer el libro.
La idea inicial era escribir sobre liderazgo, ya que también se formó como coaching. Sin embargo, luego decidió ir por el running, aquella disciplina de la que se enamoró hace 11 años gracias a un amigo que lo invitó a correr.
“Me acuerdo que todavía estaba trabajando en YPF, pero desde casa. Llevábamos como dos meses. No se cuantos libros había leído, trabajaba poco, porque la actividad estaba parada, y siempre había querido escribir un libro”, cuenta sobre cómo comenzó esta historia. “Entonces pensé que iba a escribir de mi carrera profesional, de mi experiencia en el liderazgo, pero terminé escribiendo de running. Tenía tiempo, así que me puse a investigar y fue una experiencia espectacular”, afirma con satisfacción.
Aníbal asegura que escribir fue “muy gratificante”, ya que lo llevó a volver a estudiar y le hizo recordar aquellos años de universidad. Por supuesto, también lo llevó a cada carrera que hizo en estos 11 años, desde la primera en Comodoro Rivadavia, hasta su debut en la ultramaratón de Villa La Angostura, “un desafío físico y mental tremendo” que para los deportistas amateurs combina entrenamiento y trabajo.
Cuando lo cuenta, Aníbal transmite aquellas emociones que sintió en todo el proceso de escritura, un descubrimiento total para alguien que no viene de la rama de las letras.
“Escribir es algo que te abre la cabeza. Me acuerdo que en la semana leía mucho y el fin de semana que estaba tranquilo, escribía. Fue muy gratificante porque por ahí influencias a la gente positivamente. El libro es muy motivante para que la gente haga actividad física, pero más allá de correr cuento mis experiencias, sobre cómo hacer para correr, también para congeniar con la vida, y cómo traspolar los objetivos del running a la vida. Así se genera un círculo virtuoso”.
Aníbal asegura que en estos 11 años corrió alrededor de 15 mil kilómetros, una distancia digna de imitar que quiso plasmar en su libro, a través de todas las enseñanzas que les dejó. Es que como dice se corre cómo se vive y se vive como se corre.