Fueron padres de mellizos en marzo y por la pandemia tuvieron que reinventarse: de organizadores de eventos a pyme de zapatos
Gustavo y Fernanda hasta hace cuatro meses se dedicaban a la organización de eventos con Sonidos del Viento. Sin embargo, el aislamiento y las medidas preventivas por el coronavirus paralizaron la actividad, su principal fuente de ingreso. Paradojas del destino, en marzo la pareja tuvo mellizos, y terminaron convirtiéndose en los impulsores de un nuevo emprendimiento que crece a ritmo vertiginoso: una pyme de venta de zapatos para no caminantes que comenzó con el pedido de cuatro pares y en el último pedido alcanzó los 380.
COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – Dicen que la crisis siempre trae nuevas oportunidades y que hay dos caminos: esperar que todo pase o tomar el toro por las astas y buscar la forma de salir de ella. Gustavo Cardarelli y Fernanda Carrizo lo saben y en los últimos cuatros meses le dieron un giro rotundo a sus vidas con la creación de una marca que comenzó con un pequeño pedido y que este último mes alcanzó las 380 unidades, una locura en menos de un semestre.
A la pareja, como a muchos comodorenses y radatilenses, la pandemia le cambió la vida en un abrir y cerrar de ojos. En los primeros días de marzo nacieron sus mellizos: Giovanni Stefano y Tiziano Gianluca. La alegría era completa. Los chicos estaban bien, la empresa de eventos “Sonidos del Viento” seguía creciendo con un apretado calendario en distintos puntos de la zona y el panorama era alentador. Sin embargo, el aislamiento, decretado preventivamente a mediados de mes, cambió todo. La incertidumbre ganó lugar a fuerza de preguntas, eventos cancelados y fechas sin calendario.
Los mellizos estaban bien pero había que generar el mango. Gustavo comenzó a trabajar de repartidor de paquetes, se apoyó en productos que vendía como ingreso extra y juntos comenzaron a pensar alternativas.
Una tarde Fernanda pidió por internet unos zapatitos de no caminantes para los mellizos. La calidad los sorprendió y a Gustavo se le ocurrió una idea: ofrecerlos y ver si había una posibilidad de negocio en esos pequeños y adorables zapatos.
Otra vez en un abrir y cerrar de ojos todo cambió, pero esta vez para bien. Los zapatos se vendieron, se animaron a pedir más y en un semestre lo que sería un ingreso de apoyo terminó convirtiéndose en una minipyme, con marca y packaging propio, y ventas a distintos puntos de Argentina; desde Santiago del Estero hasta Río Grande y Buenos Aires, una locura.
REINVENTARSE EN UN DIFICIL ESCENARIO
“Lo nuestro de los eventos está complicado todavía”, admite Gustavo en una entrevista con ADNSUR. “Tenemos la empresa que está hace 13 años y paró y paró. Arrancamos con sonido solo que era un hobby y después nos empezamos a animar con otros servicios hasta que llegamos a tener el salón de eventos. Ese salón lo cerramos por la inundación y ahora abrimos en el CART, donde hacemos las fiestas, pero con esto quedó todo parado, nos desorientó, nos agarró con eventos encima, sin tener rumbo y justo con los nenes chiquitos que eran recién nacidos nos preguntamos que iba a salir ahora”, explicó al recordar cómo comenzó toda esta nueva experiencia.
Con ese interrogante Gustavo y Fernanda tuvieron que reinventarse, buscar el rumbo, hasta que surgió la idea de los zapatos. “Los nenes tenían un mes y estábamos con Fer y le compró cuatro pares de zapatos a los nenes, no caminantes. Cuando llegaron vimos que eran de buena calidad y buen precio. Le digo por qué no probás publicarlo y ver si se vende. Lo publica y se vende. Mandamos a pedir 20 pares más y se dio de armar una página en Facebook y ahí surge la marca: “Bambini”, por los nenes; así le dice la abuela porque yo soy de apellido Cardarelli”.
El éxito estaba a la vuelta de la esquina. Fernanda siguió apostando a las redes sociales y sucedió algo que le llamó la atención a la pareja: se vendía más afuera de la zona que en Comodoro y Rada Tilly.
Aún no le encuentran explicación a esa situación. Sin embargo, “Bambini” fue creciendo y un día un hombre de Buenos Aires compró todos los pares de zapatos que había en stock.
La pareja decidió reinvertir en capital y mandaron a pedir otro 60 pares. Las consultas no se detenían y decidieron avanzar con una tienda online. Mientras tanto, despachaban y despachan zapatitos.
“Vimos que era exitoso y ya lo apuntamos a algo serio. Ahora las últimas compras que se han hecho son masivas. Para que te des una idea en el último pedido nos llegaron 380 pares de zapatos no caminantes. Entonces ahora registramos la marca, hicimos la inversión y estamos haciendo los diseños, las combinaciones de tela, y todo el packaging. Los zapatitos vienen con la marca Banbini y se venden en todo el país”, dice Gustavo orgulloso.
Todos los días algo sorprende a la pareja. Desde un abuelo de 85 años que le compra un par de zapatos a sus nietos, hasta gente que no conoce tanto la tecnología y debe ser asistida para concretar la operación.
Gustavo asegura que el desafío ahora es apuntar a una mini pyme que venda en todo el país y que quizás se convierta en su rubro principal, sin dejar de lado el trabajo que han hecho con la empresa de eventos; un esfuerzo de muchos años que comenzó con el deseo de cumplir el sueño de ser dj y terminó siendo una forma de vida, sacrificada, pero gratificante.
“Arrancamos con cuatro pares y no para de crecer. Nos sorprende pero son nuevas posibilidades, un camino que se va abriendo. El rubro de los eventos es bastante sacrificado y esto nos puede llegar a encaminar a disfrutar más tiempo con los nenes. No quiere decir que lo vamos a dejar, pero esto es una nueva posibilidad y la queremos aprovechar. Nosotros decimos que los nenes son nuestros motivadores y nuestros motores. Dicen que los bebés vienen con un pan bajo el brazo, pero ellos vinieron con dos”, sentenció Gustavo entre risas, sabiendo que reinventarse siempre es una posibilidad.