EPUYÉN (ADNSUR) - Alrededor de 150 brigadistas procuraban parar en la tarde de ayer el avance de las llamas por el paraje La Burrada, dentro de la estancia de Benetton, hacia Vuelta del Río. Con el apoyo de medios aéreos y máquinas viales, la premisa era hacer cortafuegos entre el monte achaparrado que domina la vegetación del lugar, aunque las altas temperaturas, las ráfagas de viento y la escasa humedad conspiraban contra dicho objetivo.

Allí cerca hay unas 500 hectáreas de forestaciones de pino, que procuran ser salvadas. De igual modo, la Compañía de Tierras del Sud Argentino debió trasladar el ganado vacuno disperso por las quebradas del campo afectado. 

Incendio en Epuyén: el calor y el viento complican la tarea de extinción

El incendio comenzó durante la jornada anterior en La Rinconada, ejido de Epuyén, atravesó la ruta nacional 40 y consumió pinares de gran altura, donde las llamas se transformaron en un espectáculo dantesco. La ayuda de vecinos y voluntarios permitió asimismo que no se quemara ninguna vivienda. En dicho sector, se estima que el fuego ya arrasó con más de 300 hectáreas y a criterio de los jefes del operativo “será muy difícil controlarlo”.

Tanto allí como en Epuyén están afectados tres aviones hidrantes (con capacidad para 3.000 litros de agua), que constituyeron su base de recarga en el aeródromo de El Maitén, mientras que el helicóptero (con balde de 1.200 litros) se abastece desde las aguas del lago Epuyén. En este caso, atiende la demanda de enfriar puntos calientes más cercanos al casco urbano de la localidad cordillerana.

En tanto, bastante más tranquilizador es el panorama en el incendio que desde el domingo consume las laderas del cerro Hilario, al oeste del río Azul (ejido de Lago Puelo). Allí se han quemado unas 100 hectáreas del bosque nativo (cipreses, cohiues, radales) y los focos “aún se mantienen activos”.

Con todo, los responsables del Sistema Provincial de Manejo del Fuego lograron establecer un punto de llegada para helicópteros por encima de la cabecera del foco principal, lo que permitió durante las últimas dos jornadas el traslado de unos 80 brigadistas que vienen haciendo fajas en los flancos.

“El trabajo de los combatientes comenzó a dar resultados. Aún no se lo puede dar por controlado, pero estamos avanzando”, reflejó el jefe de las Brigadas del Noroeste del Chubut, Jorge Bonansea a Diario Jornada.

Sin embargo, reconoció que “es uno de los lugares más complicados en que nos tocó combatir un incendio, tanto por las pendientes de la montaña como por los cañadones profundos e inaccesibles donde se encajona el fuego. Allí hay una densidad de unos 30.000 árboles por hectárea, con coihues y cipreses de gran porte y alturas superiores a los 30 metros, lo que imposibilita un ataque directo a los focos principales. Trabajamos alejados de las llamas, que alcanzan alturas de otros 35/40 metros, mientras que la columna de humo llega hasta los 1.500 metros”, graficó.

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