ESPAÑA - Joaquín Sabina se casó en secreto con Jimena Coronado, su pareja desde hace más de 20 años.

“Con absoluta reserva”, la boda se hizo en el registro civil de la calle Pradillo, de Madrid, a las 12 (7 de la Argentina), de este lunes 29 de junio.

Entre los invitados estuvieron el cantante Joan Manuel Serrat y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, muy amigo de la pareja.

Tras el inesperado enlace, Sabina y Coronado salieron por la llamada “puerta de bodas”, por donde suelen caminar los flamantes esposos.

El artista llevaba puesto un barbijo y un sombrero de paja, e iba vestido con un traje azul, una remera negra y zapatillas deportivas. También lucía flores en la solapa.

Coronado ayudó a bajar las escaleras del juzgado a su esposo, con un vestido azul oscuro, sandalias negras y, también, un tapabocas.

En todo momento, quisieron evitar ser fotografiados. Y se fueron a almorzar junto al pequeño grupo que los acompañaba.

La de Sabina y Coronado fue una boda por sorpresa a medias. En noviembre de 2019, Serrat había revelado que su compañero de escenario se había arrodillado para pedirle matrimonio a su pareja.

“Sí, doblé la cerviz y lo hice en verso…”, aceptó Joaquín.

Eso ocurrió cuando Jimena cumplió 50 años. Sabina, de 71, no dudó en inclinarse frente a ella y, delante de los invitados, algunos de ellos cómplices de lo que iba a suceder, le entregó un anillo y le recitó un poema.

“Ya sabemos lo ceremonioso que es”, había contado el editor Chus Visor, uno de los invitados a la fiesta.

La pareja se conoció en 1999 en una habitación del hotel Sheraton de Lima, donde Coronado, nacida en esa ciudad, fue como fotógrafa del diario El Comercio para hacerle las imágenes de una entrevista (Jimena, además, es hija del expresidente del Banco Central de la Reserva peruana: Pedro Coronado Labó).

Tras ese encuentro, quedaron en verse esa misma noche en un bar de Lima. Sabina, fiel a su estilo, llegó un par de horas tarde.

Los dos tenían pareja en ese momento, pero cuando esas relaciones se terminaron, retomaron el contacto: ella le mandó una larga carta que él tardó cuatro meses en decidirse a abrir. Cuando lo hizo, volvieron a encontrarse en México, donde pasaron unos días.

Desde hace años, la pareja vive en Madrid, en la zona de la plaza de Tirso de Molina, junto a media docena de gatos, donde Sabina compone y Coronado le maneja la agenda.

Durante el confinamiento obligado por la pandemia del coronavirus, se los vio en el balcón aplaudiendo a los médicos a las ocho de la noche.

En abril, en una entrevista con Jordi Évole, Sabina se refirió al accidente que sufrió en febrero en Madrid, cuando tropezó con un cable durante un concierto.

“Sé que me enrollé en un cable y que, al siguiente paso, me pegué el hostión. Pero el hostión fue más fuerte de lo que piensan”, explicó.

Sabina aún sufría “un hematoma en la cabeza”, pero contaba que se encontraba “bastante bien”.

“No puedo tocar la guitarra porque un brazo todavía no me responde bien”, relató con tristeza. También lamentó la muerte de su amigo Luis Eduardo Aute.

Esta es la segunda vez que Sabina se casa. El 18 de febrero de 1977 contrajo matrimonio con Lucía Correa, más por interés que por amor, como él mismo lo ha contado: “Yo era un hippie total y me quería suicidar por tener que ir al ejército. Entonces me enteré de una fórmula: si te casabas, podías ir a dormir fuera del cuartel todas las noches. Inmediatamente llamé a todas las chicas que conocía. Y ella fue la única que me dijo que sí. El matrimonio duró lo que duró la milicia: muy poquito”.

Además, el músico tiene dos hijas, Carmela y Rocío, fruto de una larga relación con Isabel Oliart.

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