COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – “Muchas veces me dijeron que lo peor que le puede haber pasado a Rada Tilly es que el boliche haya cerrado”, dice Jonatán Melín (38), el hombre que sin saberlo le dio nombre a una de las discos más emblemáticas de Comodoro Rivadavia y la villa balnearia.

El próximo sábado un grupo de fanáticos, encabezado por Marcelo Gabriel y el propio Melín, buscará recuperar por una noche la mística de "Jonathan Club". Será con una gran fiesta que se realizará en Ele Multiespacio y donde pondrá música el histórico DJ. Cristian Tuckschewitz.

Para Jonatán no es una semana más está que transcurre. No sólo cumple un año más de vida sino también tendrá la posibilidad de homenajear a su abuelo. “Queremos volver el tiempo atrás y decir 'estamos todos'. Mi abuelo era un visionario, era de Río Gallegos y al primer lugar que vino fue Sarmiento, donde puso un hotel y restaurante (Colón) y a los mozos los tenía vestido con trajes. Después fue gerente del Gran Hotel (donde hoy está Fravega), y en España casi Sarmiento, tuvo un restaurant, y también una gamela. Era un visionario”, contó a ADNSUR.

Para entender lo qué significa "Jonathan Club" para quienes peinan canas es necesario retroceder en el tiempo y viajar a aquellos años de autos largos y calles sin asfalto, pero también a la vida de Ernesto.

UN VISIONARIO

Como cuenta Jonatán, que hace 17 años trabaja en Petrosar, Ernesto nació en Río Gallegos y en la década del 50 se vino a vivir a Sarmiento donde creó el Hotel Colón, un lugar que además contaba con un restaurante.

Ya en Comodoro creó el Gran Hotel en la calle San Martín y en 1968, en un terreno que había adquirido en la incipiente y pequeña Rada Tilly, creó el night club “Sweet Helen”, en Armada Argentina 1560.

Fue en ese lugar, en 1982, cuando nació su nieto, que decidió cambiar el formato, y luego de una reconstrucción del edificio fundó "Jonathan Club", el boliche que marcaría a dos generaciones y a toda su familia.

Silvia Terzano, hija de Ernesto y primera administradora de "Jonathan Club", tenía 21 años en ese entonces. “Él me pregunto si yo me animaba a hacerme cargo, cambiarle el nombre y hacerlo más discoteca porque antes se hacía para parejas nomás. Estaba Bijou, Sweet Helen y Ronanó. Después empezó Naranja, que fue el que más próspero, y después hubo otros que duraron algunas temporadas, pero cuando nosotros empezamos lo hicimos de cero con un estilo que mucho no había en Comodoro”, recuerda.

Silvia recuerda que la gente que era muy habitué del lugar tenía tarjeta y podía acceder sin pagar entrada. Además se permitía la entrada a gente de todas las edades y no era necesario estar en pareja.

A la mujer que en la actualidad trabaja en Anses le cuesta entender la razón de la mística que alcanzó el lugar. Sin embargo, cree que tiene que ver que un factor. “Era muy familiar, la gente siempre estaba en los mismos lugares; iban a la barra y volvían y después estaba el pub donde se pasaba otro tipo de música, otro estilo, y la gente no se conectaba mucho con el boliche. Todo el mundo lo que me dice es que ellos sentían que los lugares eran propios de ellos”. 

Silvia administró el boliche hasta 1991, aproximadamente. Luego tomó el control su hermano, Ernesto, y más tarde su hermana, Laura.

Jonatán, el hombre que le puso nombre a la historia pero sin h, recuerda con mayor precisión la última época. Por ese entonces él tenía 17 años y con “Tomate”, un histórico del boliche, era el encargado de entregar los free pass.

“Me acuerdo de que los viernes a la tarde íbamos al centro, a donde estaba Ragazza (actual Cine Coliseo) y nos venían a bajar del Citroën y la gente se agrupaba para pedirnos descuentos, free pass. A los dos minutos no tenías más tarjetas, era una locura”, recuerda.

Silvia mira mientras Jonatán habla y una vez que termina asegura que ellos iniciaron con los free pass en la zona. Lo habían visto en Ramos Mejía, donde vivió, y le pareció ideal para implementar en esta ciudad, donde luego continuó con ese método Chicano, boliche que de la mano de Marcelo Gabriel implementó las fiestas temáticas, toda una novedad para la época.

EL INICIO DEL FIN

A fines de la década del 90, la familia Terzano vendió la propiedad. El nuevo dueño intentó continuar con el boliche, modificando la esencia pero la idea no prosperó y la historia de "Jonathan Club" cerró para siempre.

El lugar luego fue vendido al empresario Eduardo Varone, quien decidió demoler el edificio para volver a edificar. Por supuesto antes llamó a la familia para ver si quería recuperar algo.

En sus retinas, Silvia aún recuerda con lujo de detalles cómo era la estructura: un castillo medieval de ladrillos a la vista con armaduras, espadas y candelabros; un escritorio en la entrada; un hall y  una barra de madera con luces en las columnas. La pista era el epicentro, rodeada por dos estar, y un pasillo ancho que conducía a la cabina que miraba a la pista y la pista del pub y el propio pub.

Por estos días ella y sus hijos, en sus mentes, vuelven a abrir el boliche, sabiendo que el sábado significará mucho más que una fiesta, tal como dice el propio Jonatán. “Yo con esto me acuerdo mucho de mi abuelo, porque de alguna manera hay que agradecerle lo que se le ocurrió en su momento. Me pone contento porque no tuve la oportunidad de disfrutarlo como lo hizo mi mamá. Entonces esperemos que sea una fiesta y que vayan todos los que iban en esa época”, sentenció, esperando que "Jonathan Club" vuelva a abrir sus puertas por una noche, en las instalaciones de Ele Multiespacio.

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