Cuando en la capital del petróleo y del viento se piensa en verde es imposible no recordar a Juan Manuel Feeney. Su idea de darle vida a un pulmón verde terminó cambiando la imagen de la zona sur de Comodoro.

Un domingo, Pilar Sanchéz recuerda que su esposo, Juan Manuel Feeney, la llevó al lugar que hoy es el Cordón Forestal. "Eran dos cerros con matas redondas, la tierra tipo greda", relata. Feeney le dijo: "Esto dentro de unos años, tal vez yo no lo vea, va a ser el San Isidro de Buenos Aires". A pesar de su incredulidad, él afirmó: "Si lo voy a decir porque lo voy a hacer".  Su mujer, lo recuerda como un visionario, un apasionado de lo verde

Juan Manuel en los inicios de su gran proyecto, cuando el Cordón Forestal era solo un sueño.

QUIÉN FUE FEENEY

Juan Manuel Feeney nació en Buenos Aires. Allí fue donde conoció a Pilar, una comodorense que vivió un tiempo en Capital. Eran jóvenes y decidieron formar una familia. Juntos tuvieron siete hijos: Virginia, Agustina, Juan Manuel, Barbará, Juan Francisco, Juan Cruz y María Elvira.

Recién había nacido Virginia cuando decidieron venirse a la Patagonia. A Pilar siempre le tiró su ciudad y a él le gustaba por los viajes que hacía todos los veranos al campo que su tía tenía en Puerto Deseados, Santa Cruz.

A finales de los 60, una propuesta de trabajo del padre de Pilar fue la invitación para radicarse en Caleta Olivia, donde se hicieron cargo de un corralón de materiales. En la ciudad del Gorosito Juan Manuel dio sus primeros pasos en materia de forestación, algo que recuerda Pilar como si fuera hoy.

“Él estaba acostumbrado a Buenos Aires verde, no concebía que no hubiera árboles en Caleta, así que su primer emprendimiento verde fue allí. Hizo un boulevard, puso árboles en las veredas con un acuerdo con la Municipalidad. Luego también plantó árboles en el puesto Ramón Santos, donde está el destacamento policial y cada vez que íbamos de Comodoro a Caleta llenaba un tambor de 200 litros para regar los arbolitos del puesto”, recuerda con emoción.

Los árboles de los que habla Pilar aún adornan el paisaje en el puesto que divide Chubut de Santa Cruz; es el legado que dejó Feeney en su paso por estas tierras donde inició su carrera en los corralones y creó el club de rugby San Jorge.

SU VIDA EN COMODORO

Cuatro años más tarde una oferta de trabajo en el mismo rubro le permitió radicarse en Comodoro. En Almacenes Generales comenzó como vendedor y terminó como gerente, hasta que decidió independizarse. 

Cosas de la vida, una obra pública de pavimentación fue la sentencia de quiebra para el corralón que había montado junto a un socio. Sin embargo, eso no impidió que siga haciendo.

Recién a principio de los 80, Juan Manuel se vinculó a la política. Un llamado de Roberto Pascual Die fue la invitación para sumarse a la Secretaría de Servicios Públicos. “Nosotros no sabíamos ni siquiera que había una Secretaría de Servicios Públicos. Estábamos totalmente ajenos a la Municipalidad. Él dijo ‘bueno, tomo el puesto, pero voy a estar un mes a prueba, sin cobrar sueldo, sin nada. Si yo veo que puedo funcionar aceptó el cargo sino renunció, y al mes se había entusiasmado muchísimo”.

Feeney estuvo en cuatro gestiones municipales. La última fue la de Raúl Pierangeli. Su objetivo fue la forestación de la ciudad y el Cordón Forestal su sueño. Se trató de un proyecto que pretendía entregar tierras a gente que estaba dispuesta a plantar: un mensaje que él trató de inculcarle a quienes obtuvieron esas tierras.

Juan Manuel (49), su tercer hijo, aún recuerda esos años de domingo visitando a propietarios. “Las recorridas con el viejo para asesorar a los dueños de los lotes están grabadas en mi memoria. Salir a ver cómo plantaban estacas, como armaban los alambrados. Nos llevaba a todos como distracción. Era un apasionado de esto, desde que vino a Caleta Olivia. Acá en Comodoro también hizo la Exposición Forestal de Zonas Aridas, que se realizaba en la Rural. Se llenaba de gente", recordó.

El tercero de los Feeney no solo heredó el nombre de su padre sino también la pasión por las plantas. Estudió Paisajismo y Producción Agropecuaria y se dedica de lleno a la forestación. “En casa él era el que se dedicaba al jardín y yo lo ayudaba en todo. Todo era en relación a las plantas, pero le quedaron muchísimas cosas por hacer”.

La exposición forestal fue otra de sus grandes obras. Lamentablemente no perduró en el tiempo, pero era una buena forma de contagiar el amor por lo verde.

LOS SUEÑOS PENDIENTES

Tras retirarse de la actividad pública Fenney puso su propio vivero sobre la avenida Yrigoyen. En la planta baja tenía el negocio y en la planta alta su vivero, donde plantaba semillas de pino que una vez que crecían le regalaba a los clientes para que los planten en el frente de su casa. “Él lo único que quería era cambiarle la cara a Comodoro y por suerte lo hizo”, dice Pilar con orgullo. “Yo sé de gente que ha vivido en Comodoro toda la vida pero que luego se ha ido y le ha llamado la atención lo verde. Nosotros no decimos nada, pero muchos han comentado ‘tuvimos un secretario de servicios públicos que se dedicó a poner verde a la ciudad’. Yo creo que fue lo que hizo, le cambió la cara a Comodoro y no alcanzó, hubiera querido hacer mucho más”, asegura.

Juan Manuel Feeney falleció el 10 de diciembre de 2001 de un infarto masivo en una casa que se encuentra frente al Hospital Regional y que hoy está abandonada, luego de haber sido usurpada. Tenía 57 años y sin duda dejó un gran legado para la ciudad.

Juan Manuel Feeney hizo de una idea un lugar de ensueño. Un legado que debe continuar.
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