Un nuevo estudio determinó que los microplásticos representan una potencial amenaza para las ballenas en el Golfo Nuevo. En el Día Mundial de las Ballenas, Camila Tavano Formigo cuenta sobre la peligrosidad que tiene la basura para los cetáceos en la costa de Puerto Madryn. 

Entre las múltiples amenazas que enfrentan las ballenas, la contaminación de los mares es una de las más importantes y dentro de ese universo de basura que se puede hallar en el agua y que amenaza a todo el ecosistema, los microplásticos son una parte muy importante. 

Camila Tavano Formigo es becaria doctoral del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR-CONICET) y enfocó su tesis doctoral en estudiar la incidencia de los microplásticos en los mamíferos marinos, tanto en delfines, como en lobos marinos y ballenas.
 

Los residuos plásticos tienen muchas formas de clasificarse y una de ellas es en base al tamaño: los macroplásticos, mayores de 25 milímetros; mesoplásticos, entre 5 y 25, y los microplásticos que son los menores a 5 milímetros. 

Particularmente, en el Golfo Nuevo, abundan los microplásticos secundarios que provienen de la fragmentación de plásticos más grandes que se encuentran en el ambiente.
 

Por eso, en el marco del Día Mundial de las Ballenas que se conmemora cada tercer domingo de febrero, la científica del CENPAT explica cuál es, o podrá ser, su incidencia en la salud de la Franca Austral: “Hay muchos estudios que demuestran que en los mamíferos el plástico tiene diversos efectos nocivos y ahí vi una buena línea de investigación basada en una problemática actual. Son diferentes etapas las que estoy atravesando para poder llegar, el día de mañana, a ver qué efecto tienen realmente en los animales”.
 

La becaria, que forma parte del Laboratorio de Mamíferos Marinos, analizó 17 muestras fecales de ballena franca austral en las que, en 14 de ellas, encontró restos de microplásticos: “Hay estudios que muestran que los microplásticos pueden causar daño celular en mamíferos, en otros análisis se encontraron ftalatos acumulados en la grasa de ballenas, compuesto que se utilizan en la fabricación del plástico y produce desregulación endócrina. 

Sin embargo, la ballena tendría que ingerir cantidades muy grandes de microplásticos para que sea dañino, pero la realidad es que no se sabe a largo plazo qué puede pasar, porque es algo que se empezó a estudiar ahora”. De todas maneras, Tavano Formigo advierte también es preocupante la interacción con macroplásticos, principales causantes de enmallamientos: “la ingesta de grandes piezas puede causar obstrucción del tracto digestivo o falsa sensación de saciedad. 

Además, debido a la motilidad estomacal, la acción de los jugos gástricos y la fricción con restos de presas que se encuentran en el estómago, estas piezas pueden fragmentarse en microplásticos”. La forma de ingerir microplásticos que tienen estos animales es principalmente a través de las presas, ya que los mamíferos marinos prácticamente no consumen agua de mar. 

Por eso, uno de los puntos a estudiar es la llamada transferencia trófica: “Si uno compara la forma de alimentarse del delfín, que es principalmente de peces, y la de la ballena, que son megafiltradoras, esta última podría estar mucho más expuesta a la contaminación por microplásticos, principalmente porque filtra grandes volúmenes de agua. De esta forma, ingieren los microplásticos a partir de transferencia trófica, pero también directamente del medio, ya que las partículas presentes en el agua pueden quedar retenidas en las barbas al momento de la filtración”, añade la especialista. 

Durante su tesis doctoral, la bióloga del CENPAT se centrará también en analizar el nivel de exposición cuando las ballenas comen, teniendo en cuenta tanto las partículas que se encuentra en el agua como las que ingieren a través de las presas. 

“En mi tesis de grado pude identificar que los tipos de microplásticos (forma, color y tamaño) son muy similares entre depredadores y presas, lo que indica que existe la transferencia trófica”. Además se sabe que los microplásticos pueden pasar del tracto digestivo al torrente sanguíneo y alojarse en diversos órganos. 

Esto se conoce como translocación y es otro de los puntos a estudiar en mi tesis doctoral.  Tavano Formigo asegura que no es un tema para asustarse, pero sí para tomar conciencia, ya que se espera que la cantidad de microplásticos en el mar continúe aumentando. 

“Hay basura que ya está en el mar y que no se puede sacar. Esa basura lo que va a hacer es liberar cada vez más microplásticos, por eso lo importante es tratar de que deje de llegar la basura al mar. Si bien el plástico forma parte de nuestra vida cotidiana todo el tiempo, tenemos que aprender a usarlo, a tirar los residuos de una forma responsable, a consumir la menor cantidad de de piezas plásticas de un solo uso que podamos. Los cambios de hábito con respecto a este tema, a pesar de que parezcan insignificantes, son muy importantes”.

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