COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Gabriela asegura que cuando comenzó a conducir camiones, hace 7 años, era la única mujer que unía Buenos Aires con Ushuaia, la tierra del fin del mundo. Casi una década después eso cambió y hoy son muchas las chicas que transitan las rutas argentinas con unidades de la industria pesada.

Gabriela Da Cruz tiene 29 años, y cuando habló con ADNSUR estaba en Ushuaia, ciudad a la que volvió luego de casi un año, ya que según contó en el último tiempo se habían suspendido muchas operaciones a esa zona por la crisis que vive el país.

Por estas horas, por una nevada, ella todavía está en esa ciudad, tal como lo mostró en Tik Tok, la red social del momento donde suma casi 6000 seguidores. 

Es que para la joven, que prácticamente vive arriba del camión -mucho más en estos días de aislamiento preventivo-, la red social es una buena forma de estar en contacto con gente, contar su experiencia y mostrar los hermosos paisajes que tiene el sur de Argentina.

“Mi hermanita me decía hacete un Tik Tok. Yo no le daba importancia a las redes, no tenía Facebook, no tenía Instagram, nada, y le di el gusto, pero no pensé que a tanta gente le iba a gustar el contenido. Así empecé”, contó sobre sus inicios en esa red, donde muestra su vida como camionera.

UN AMOR DE TODA LA VIDA

Según contó Gabriela, en el último año y medio recorrió más de 270 mil kilómetros a bordo de un Volvo FH 440. Sin embargo, asegura que su amor por estas pesadas unidades comenzó cuando era chica. “Esto viene desde chica. A los 8 años con mis abuelos nos mudamos del establecimiento Amanda, en Apostoles (Misiones), y nos fuimos en un camión. Yo decía que el camión era lo que soy yo, además siempre me gustó viajar, aventurarme a conocer y me llamaba la atención la vida del chofer”, recuerda. 

Las coincidencias no existen dicen algunas leyes de la vida y a los 16 años Gabriela se puso de novia con un joven de 22 años que recién se había subido a un camión. Con él viajó por el país y comenzó a conducir, hasta que la relación terminó.

Luego continuó con su vida y conoció a otro chofer, quien le enseñó a encadenar y la trajo a conocer las rutas de la Patagonia. Con él se radicó en Trelew, la tierra que hoy es su casa, y ya en el sur decidió ir en busca de su sueño. 

“Yo dije voy a probar haber si se me da el sueño de ser chofer. Ya tenía los carnet, entonces hice mi curriculum y lo lleve a un transporte de Río Grande. Al dueño le llamó la atención y me dijo que no había puesto ninguna referencia, pero le dije que no podía ponerle ninguna porque mis anteriores trabajo no tenían nada que ver con el camión”.

Es que Gabriela antes de ser camionera había trabajado de secretaria en un consultorio médico, en un supermercado y en la caja de un boliche, muy lejos de los volantes de esas pesadas unidades que hoy conduce.

Sin embargo, eso no fue un obstáculo para poder cumplir su sueño. “El hombre me preguntó si tenía los números de los otros trabajos y si sabía encadenar. Así comencé, yo no lo podía creer”. 

LA VIDA ES LA RUTA PARA UNA MUJER

En pleno invierno su primera ruta fue Ushuaia - Río Grande, un trayecto corto para poder agarrar experiencia. Sobre esa primera prueba recuerda. “Me juntaba mucho con los choferes viejos que desde hace muchos años venían a la isla, yo le preguntaba cómo era, cómo tenía que hacer y ellos con toda la paciencia del mundo me aconsejaban, me decián cómo era el frenado para no tener ningún problema. La verdad que se re portaron”, recordó.

Un año después, Gabriela comenzó a viajar distancias más largas y desde entonces no paró.

La joven transporta de todo, desde mercadería hasta grúas y antenas de telefonía. Como muchos camioneros sufrió la falta de trabajo cuando hubo bajones económicos en el país, pero se las rebuscó haciendo changas en camiones, hasta que encontró un nuevo empleo en una empresa de San Carlos de Bolívar, Buenos Aires. 

Según contó, cuando ella empezó la firma tenía solo dos unidades y hoy cuenta con siete camiones que recorren las rutas. Gabriela conduce uno de ellos uniendo principalmente Comodoro con Buenos Aires. 

La joven cuenta que duerme en el camión, come en el camión y nunca pisa un hospedaje. “De tanto estar encerrado acá adentro terminás agarrando amor, cuando bajo doy dos vueltas y quiero volver a subir”, admite.

En estos tiempos de cuarentena y aislamiento obligatorio su estadía en el camión es aún más estricta por el poco contacto que puede tener con sus pares, algo difícil de sobrellevar pero que sabe que superará. “Tratamos de ser lo más fuerte posible, he pasado muchas cosas arriba del camión, pero lo tomamos como algo más que tenemos que enfrentar, un obstáculo, y con todas las medidas de seguridad porque cada vez que bajamos tocamos algo”.

Hace dos años, Gabriela está de novia con un camionero, a quien ve cuando se cruzan en la ruta. Lo conoció viajando y entiende a la perfección como es la vida frente al volante. 

En los últimos días la joven hizo en su cuenta de Tik Tok un vivo para sus seguidores. Muchos camioneros se prendieron a la charla y compartieron experiencias y preguntas. Es que no es lo más común ver a una mujer conduciendo un camión en las rutas, pero tal como dice y aconseja: “los sueños deben cumplirse, solo no hay que rendirse”.

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