La diseñadora gráfica de Comodoro que hace las galletitas caseras dibujadas que llegaron hasta New York
Cuenta Silvina Fernández que cuando comenzó a estudiar diseño gráfico todo era distinto. La computadora aún no era un boom y el trabajo del diseñador era más artesanal. Por eso, cuando se recibió encontró un mundo que no le terminaba de gustar. Hizo de todo. Trabajó en un estudio de arquitectura, también para una reconocida diseñadora de indumentaria e incursionó en el rubro de bienes raíces, pero hace unos años, jugando con su hijo, descubrió lo que iba a convertirse en su emprendimiento propia: “Galletitas decoradas”, un trabajo casero que piden para cumpleaños, regalos y eventos empresariales, llegando a diferentes lugares de Buenos Aires y hasta New York.
Elegir una carrera universitaria es difícil; que la elección sea la correcta aún más. Sin embargo, siempre es posible reinventarse y así lo demuestra la historia de Silvina Fernández, una diseñadora gráfica de Comodoro Rivadavia que a sus 40 años cambió de rumbo y encontró su emprendimiento propio jugando con su hijo.
Silvina nació en esta ciudad pero desde los 18 vive en Buenos Aires donde está radicada en la actualidad. Era el año 91 y recién había terminado la secundaria en el Instituto María Auxiliadora cuando se fue a Buenos Aires para estudiar en la Nueva Escuela Argentina de Diseño y Decoración. En la gran capital se recibió de lo que tanto deseaba, pero finalmente nunca ejerció. Es que como cuenta, el diseño cambió mucho en esa década y nada era lo que pensaba.
“Básicamente no trabaje nunca de eso", dice a ADNSUR, sobre su propia historia, y explica. "Estudie a principio de los 90 y a fines de esa década el diseño cambió radicalmente, y es como que quede desactualizada porque a mi el diseño por computadora no me gusta, a mi me gusta dibujar con las manos, con un pincel, entonces creo que le erre a la carrera. De hecho siempre digo yo debería haber estudiado Bellas Artes o alguna otra cosa más relacionada a lo que realmente me gusta, pero en su momento eso estaba bueno”.
Durante muchos años Silvina trabajó en otros rubros y se dedicó al arte, lo que le gustaba como hobby. Así, de noche se encontraba haciendo retratos en blanco y negro, y por la mañana trabajaba en un estudio de arquitectura como administrativa y colaborando con algunas cosas de diseño.
Allí colaboró con algunos logos, pero el estudio cerró y ella siguió con su vida. Más tarde llegaría la posibilidad de trabajar con la diseñadora Olga Naum, y otra vez el diseño la terminó llevando al taller, esta vez para hacer bocetos de las colecciones. Luego vendrían los bienes raíces, trabajando en la parte administrativa y operativa, algo que le gustaba y donde se desempeñó durante varios años. Pero por cosas del destino, Silvina tuvo que dejar de trabajar y un día en su casa, jugando con su hijo, que por entonces tenía 8 o 9 años, encontró su emprendimiento propio, algo que recuerda como si fuese hoy.
“Me acuerdo que estábamos jugando con mi hijo, que ahora tiene 15 años, haciendo unas galletitas de Halloween y él me dice ‘No la podemos hacer dibujadas como en las películas’, entonces me puse a buscar un tutorial para ver como se hacía y así comencé a hacer el glasé y las técnicas de decorar. Eso fue lo primero que hice y un día hice unas galletitas con formas de animalitos y las lleve a una reunión familiar. Una de mis sobrinas la subió a Facebook y ahí empezó a tener repercusión y me empezaron a preguntar. Uno le contó al otro y el otro preguntó. Empecé a través de Facebook y luego en Instagram, pero al principio fue boca en boca”, recuerda.
DE LAS REDES A LOS GRANDES EVENTOS
Hace cinco años, Galletas Decoradas en un ingreso fijo para Silvina, el emprendimiento con el crece día a día, tanto en ventas como en redes sociales. Cuenta que hace de todo, desde galletas para un bautismo o un civil, como también para regalos personales o eventos empresariales.
Es que en este tiempo la llamaron de todos lados; desde una agencia que trabaja con la marca de maquillajes MAC que le pidió 500 galletitas con forma de labial para el lanzamiento de una línea de labiales, hasta una empresa dedicada a la fertilización asistida que la convocó para que haga embriones por el Día del Embriólogo. También hizo galletas para el cambio de imagen a Molinos de la Plata, y en más de una ocasión la llamaron de la escuela Cristoforo Colombo de Buenos Aires. Sin embargo, lejos de quedarse con los eventos corporativos, ella asegura que hace de todo.
“Yo hago lo que se te ocurra, incluso para regalos de cumpleaños. A partir de un dibujo o una foto te hago de todo, no tengo problema. Tengo agenda completa y recibo pedidos con 15 días de anticipación porque trabajo sola. Me han pedido de todo. Yo siempre les digo que por lo menos tres galletitas deben ser en serie, pero muchas veces me piden cosas que no tienen nada que ver entre sí, pero sí para el que los va a recibir. Por ejemplo, el año pasado envié unas cajas a New York que me pidieron unas chicas porque una de ellas se había ido a vivir allá y viajaba la mamá. Entonces le armaron una caja con cosas que tenían significado para ellas. El logo del colegio, una pelotita de tenis, cosas así, que no tenían relación entre si, pero para ella tenía un significado”.
Además de New York, las galletas de Silvina también han llegado a Brasil y España y por supuesto a Comodoro Rivadavia, donde en más de una ocasión envió a sus parientes.
En su caso, admite que no le gusta ofrecer envíos por correo, “porque es algo comestible y porque son muy frágiles”. Sin embargo, cuando hay alguien que las lleve no tiene problema.
Así, las galletitas de esta comodorense que supo reinventarse llegan a distintos lugares.
¿Pero cuál es el secreto qué hace que muchos famosos se interesen por sus galletas o que empresas la convoquen para que sea parte de sus presentaciones?
La respuesta de alguna forma está ligada al diseño. “Todos remarcan que están prolijas, bien ordenadas, si vos me pedís un dibujo de Mickey es Mickey, no un dibujo medio raro, eso es lo que la gente más me remarca; la prolijidad y la similitud con el dibujo. Pero me sorprende que tanta gente quiera tener mis galletas todo el tiempo y que me recomienden mucho. La verdad es algo que me gusta y disfruto hacer”, sentenció Silvina, esta mujer de Comodoro que supo reinventarse y encontró su emprendimiento jugando.