COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Escuchar a Micaela Alvarado emociona. Tiene solo 24 años y una entereza digna de admirar, no solo por todo lo que tuvo que atravesar este último año, sino también por cómo recuerda a Elio González, el padre de Lorenzo, su hijo, y con quien planeaba casarse el 21 de enero de este año, en su quinto aniversario.

El accidente que le terminó quitando la vida a Elio fue tapa de medios en su momento. Una explosión en su casa del Cordón Forestal, que recién había inaugurado, terminó en tragedia 10 días después, cuando su corazón dijo basta.

Pasó menos de un año de aquel triste episodio, y hoy Micaela tiene la posibilidad de volver a sonreír. Asegura que no es fácil, pero debe hacerlo por el pequeño Lorenzo, y también en agradecimiento a todos lo que la ayudaron a que vuelva a tener su hogar. Es que el último lunes, en el aniversario de la Sociedad Cooperativa Popular Limitada (SCPL), recibió la llave de su nueva casa, aquella que la entidad le construyó en el mismo terreno donde soñaron vivir con Elio.

El lunes Micaela recibió la llave de su nueva casa, aquella que construyó la Cooperativa en el mismo lugar donde soñaron vivir con Elio.

UNA HISTORIA DE AMOR

Micaela y Elio se conocieron en noviembre de 2015 y dos meses después comenzaron a salir. Ella vivía en el barrio Isidro Quiroga y en el José Fuchs. Eran buenos tiempos para Elio, y un mes después que se puso de novio comenzó a trabajar en la cooperativa. 

Así, entre libros y trabajo fueron construyendo su relación, y cuando supieron que Micaela estaba embarazada no dudaron en formar su familia.

Con mucho esfuerzo, los chicos compraron un terreno en el Cordón Forestal y comenzaron a planificar su casa. Elio estaba tan entusiasmado que incluso dibujó en un papel como sería su hogar, y quizás por cosas del destino hoy ese frente de lápiz es igual al frente que tiene la nueva casa de Micaela y Lorenzo.  

Pero no fue fácil para ellos tener la casa propia. Micaela recuerda como si fuera hoy todo el esfuerzo que Elio le puso. “Tardamos tres años en construir la casa, la hicimos en construcción en seco gracias a Dios. La fuimos haciendo de a poquito, con la ayuda de todos, Elio quería hacer casi todo, lo único que pagamos fue la estructura metálica; hizo las instalaciones de luz, de gas y agua, todo lo hizo él con mucho esfuerzo. En un principio estuvimos muy solos, después de a poquito se fueron sumando familiares. Son cinco hermanos, más los cuñados. Ellos nos ayudaron un montón, igual que mis papás”, dice con orgullo.

Micaela aún recuerda a Elio trabajando en la casa una vez que llegaba de cumplir su servicio en la Cooperativa. En sus ojos aún ve cuando hizo el muro de contención de tronco junto a su papá, y en la piel siente aquellos días en que la temperatura hacía todo más difícil. 

"Nos cagamos de frío y de calor, veníamos en invierno, en verano con Lorenzo chiquito, pero de a poquito lo fuimos haciendo”, cuenta.

DEL SUEÑO A LA TRAGEDIA

En junio de 2020 los chicos decidieron que era momento de mudarse. Se les vencía el contrato de alquiler y decidieron terminar los últimos detalles que quedaban de la casa. Como no tenían gas, instalaron la cañería a una garrafa y se mudaron. Esa noche, cenaron en la casa de la tía de Micaela, que vive en el mismo sector, y cuando volvieron sintieron olor a gas.

Micaela, que siempre le tuvo miedo a ese tipo de cosas, le dijo a Elio que vaya a cerrar la garrafa, “por las dudas”. Sin embargo, según pudo reconstruir después, él fue a la cocina y aparentemente hizo chispa con el magiclick.  

La explosión arrasó con todo y Micaela aún lo recuerda, lo siente y lo transmite. “Yo estaba acostando al nene en la cama, poniendo el pijama. Se nos cayó encima el techo de durlock. El nene estaba arriba de la cama y lo saque de las piernitas de abajo del durlock. Mi tía tuvo que entrar para sacarme porque quede en estado de shock. Los vidrios estallaron y no sabemos si Elio salió despedido”.

Micaela no recuerda haberlo visto tan lastimado. Si sabe que fueron asistidos por vecinos. Ella por Sonia y Verónica y Elio por un vecino que lo trasladó de urgencia en su camioneta. Fueron conscientes todo el tiempo e incluso entraron despiertos al sanatorio la Española y el Hospital Regional, donde ella, Lorenzo y él fueron trasladados, respectivamente.

Micaela recuerda que le dolían mucho los brazos y que en el camino alcanzó a llamar a su mamá. “La llame y le dijo que hubo un incendio en su casa. En la clínica me dijeron que me tenían que dormir y le dije que cuide a Lolo. Estuve 40 días en coma, casi me muero dos veces, tuve muchas infecciones, tuve neumonía, no sabían qué era lo que tenía. Me hicieron la cirugía de los injertos, no sé cuántas veces entré al quirófano”, cuenta con una entereza que eriza la piel.

Elio fue trasladado al Hospital Regional, pero quería estar al lado de Micaela y Lorenzo. Lo trasladaron a la Española y 10 días después, el 23 de junio a las 7:15, falleció de un paro cardiorespiratorio.

“Yo tengo relación con todas las enfermeras y me dijeron que el intubado preguntó por Lorenzo, les dijo que yo era fuerte, como sabiendo que me iba a poder salvar. Él me dejó la fuerza a mi y a mi nene. Ese mismo día a Lorenzo lo pasaron a sala común y a los tres días lo dieron de alta”.

Cuando Lorenzo salió de la clínica no podía ni hablar ni caminar. No preguntaba por nadie. Estaba asustado y perdido, cuenta Micaela. Melina Vidal, su psicóloga lo ayudó muchísimo, y hoy el pequeño habla de nuevo, e incluso recuerda la ambulancia.

El pequeño fue el motor de Micaela, el empuje que necesitó para tratar de mejorar. “Dale que Lorenzo te está esperando”, le decían y de a poco fue evolucionando. 

Su hermana fue su gran compañera en la recuperación mientras estaba internada. Su mamá mientras tanto cuidaba al pequeño Lorenzo. A finales de noviembre finalmente le dieron internación domiciliaria. Fue como un volver a empezar. 

“Se me atrofiaron los músculos, llegue a su casa sin poder caminar, sin poder ir al baño sola, tuvo que ir mucho tiempo al fonoaudiólogo. José Silva y Martín Moreno fueron mis kinesiólogos y ellos hicieron que vuelva a caminar”, recuerda agradecida.

UN GUIÑO DESDE EL CIELO

Este mes Elio iba a cumplir cinco años de servicio en la cooperativa, entidad que le regaló la posibilidad de volver a soñar a Micaela. “Al mes que me desperté, me llamo Leo Cantos consultando si iba a volver a hacer mi casa. Yo no dudé, le dije que sí y me dijo que el directorio de toda la cooperativa estaba dispuesto a hacerme la casa, pero nunca imagine que me iban a hacer la casa que tengo ahora, la dejaron hermosa, fue algo que salió del corazón y yo les digo que no me va a alcanzar la vida para agradecer todo esto que hicieron. Este es el lugar de Lorenzo y Mío porque acá hallamos la tranquilidad que no hay en ningún otro lado”, dice con emoción.

Para Micaela no es casual esto que sucedió. Asegura que Elio era un excelente trabajador y creía mucho en la ley de atracción. Con alegría muestra un dibujo que Elio hizo en 2017, cuando soñaban con construir su casa, y también habla de una lista de deseos que se puso. 

“Había dejado una lista de deseos del 2021 y lo único que faltó fue cambiar el auto. Nosotros tenemos a Elio presente todo el tiempo. Si golpeaban la puerta yo pensaba que era él, si mandaban un mensaje pensaba que él. Yo se que Elio desde donde este me va a cuidar a mi y más que nada a mi hijo. Yo sé que él está presente todo el tiempo. Era un gran papá, de llevar a su hijo al parque todos los días, de jugar a la pelota. Él se ocupó que tengamos nuestras casa, que su hijo tenga una buena de vida, de estudiar para tener un futuro, de ser buen marido y buena persona. Cualquier persona que hable de Elio te va a contar de sus abrazos, porque te abrazaba con el corazón. era muy buena persona, no le faltó hacer nada”, sentenció, orgullosa del hombre que la acompañó y la sigue acompañando. 

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