La historia de Pocha, la perra que cuida el Hospital Alvear de Comodoro
Pocha no es solo una perra en el Hospital Alvear. Quienes transitan esos pasillos, por trabajo o consultas médicas, saben que forma parte de la gran familia que integra el histórico nosocomio que alguna vez fue de la YPF estatal. En esta crónica te contamos la historia de esta perrita que nació en el hospital, nunca más se fue y hoy escolta a los guardias del centro asistencial.
Ella sola se pone en el lugar. La foto originalmente no la incluía. Sin embargo, ella al ver que dos de sus tantos "humanos" posan uno al lado del otro, decide pararse también y posar, a fin de cuentas, forma parte del equipo del Hospital Alvear.
Pocha no es un perro más en el histórico nosocomio de Kilómetro 3 que alguna vez fue de la YPF estatal. Es "la perra del hospital", con todo lo que eso significa para sus empleados, y así es posible verla echada en un pasillo o con un chaleco verde en pleno invierno para que no pase frío. Pero como muchos, ella tiene su propia historia, y quién mejor para contarla que Pedro Veroiza, uno de los empleados de seguridad que la adoptó como propia.
Cuenta Pedro que Pocha llegó cuando todavía no había nacido. Su madre, preñada, se acercó al Hospital atraída por el olor a comida y nunca más se fue. Así, sus cachorros, terminaron naciendo en el nosocomio.
Una vez que crecieron uno a uno fueron dados en adopción, sin embargo, Pocha, todavía se quedó.
Es que según cuenta Pedro, que por ese entonces todavía trabajaba en el sector de guardia, no se dejaba agarrar por nadie y así fue perpetuando su llegada.
“Ella no se dejaba agarrar y tampoco se dejaba tocar hasta que un día traje masitas y le di. Ella me recibía las masitas y se iba a comerla lejos, pero después volvía para pedirme otra y así se empezó a acercar de a poco hasta que se dejó acariciar y se amansó”.
Pocha, como la bautizó luego que la llamaban Chopa, enseguida se hizo dueña del lugar, recuerda Pedro. En ese entonces, había un contenedor fuera del nosocomio y se llenaba de gatos y perros. Sin embargo, ella marcó su territorio y ahuyentó a los intrusos: ella era la perra del hospital.
En tiempos de pandemia, el can aprovechó la necesidad de ventilar los ambientes y entre tanta puerta abierta, de a poco fue haciéndose un lugar en el interior del hospital. Así se la puede ver tirada en el hall de ingreso, caminando por los pasillos o tirada al lado del calefactor cuando llega la noche y el nosocomio está vacío.
Los pacientes, adultos mayores que suelen ir seguido al nosocomio, ya la conocen, y en más de una ocasión la acarician o interactúan con ella. Es que Pocha es mansa y tranquila, y se acerca enseguida ante la invitación a un mimo.
Por esa razón, quizás, es que el personal del Hospital le tiene tanto cariño, tal como dice Pedro.
“El personal del hospital ya la conoce, y ella conoce a cada uno que le da comida. Entonces cuando los ve les pide, tanto a la chica de Rayos, la chica de Farmacia, el doctor Calandra, y algunos familiares de pacientes, que por ahí le traen comida, y yo se la doy afuera”, dice Pedro, mientras Pocha descansa en el hall de entrada, allí donde minutos antes se hizo una foto y recibió los mimos del personal de salud que la adoptó como propia.