RADA TILLY - “Lo nuestro es un peliculón”, dice Merceditas Rojo (26) sobre su historia de amor que venció a la distancia y para marzo de este año iba a sellarse con un casamiento en Atenas, Grecia. Su prometido se llama Panteli Peri (31), es griego pero vive en Suiza y lo conoció por Tinder en noviembre de 2018 cuando ambos, sin cruzarse físicamente, coincidieron en la zona de Puerto Madero e hicieron match. La pandemia se transformó en el villano inesperado. Merceditas tenía el vestido de novia listo y pasaje para el 20 de marzo, día en el que arrancó la cuarentena obligatoria en Argentina. Ahora, varada en el país, pide ayuda para que reconozcan su vínculo y la dejen entrar a Europa para reencontrarse con su pareja.

¿Destino? ¿Casualidad? Panteli se mudó de Chania, en la Isla de Creta, Grecia, a Zúrich, Suiza. Y, por su trabajo, terminó viajando a Uruguay. Un día se tomó un ferry para conocer Buenos Aires y terminó visitando Puerto Madero. Fue en noviembre del 2018. Merceditas tenía una reunión de trabajo por la zona de los diques, para ese entonces formaba parte del área de marketing de una firma de cosméticos suiza. Los dos estaban solteros y tenían Tinder, la aplicación los cruzó, se gustaron. Él vio que la joven trabajaba para una empresa del país en el que estaba radicado. Ella dice que le encantó su sonrisa.

“Cuando empezamos a hablar, él ya se estaba volviendo a Suiza así que no pudimos vernos. Pero la conexión por chat fue muy fuerte. Teníamos bastante en común. Primero descubrimos que a los dos nos gustaba el básquet. Hablando con él noté que la cultura griega es muy parecida a la nuestra”, cuenta ella. Pasaron de Tinder a Instagram y después a WhatsApp. Mensajes y audios todos los días. Fotitos de almuerzo y cena, saludos de buenas noches.

Había una posibilidad de que Merceditas viajara a Suiza por su trabajo en enero del 2019. Con esa ilusión sostuvieron el vínculo por tres meses. Pero llegó la fecha esperada y el plan cambió. “Me avisaron que no me iban a mandar y se me vino el mundo abajo”, recuerda. “Yo no aguanto más, necesito conocerte. Si estás de acuerdo, me voy a verte a Argentina”, le escribió el griego. Ella no dudó. “Venite a casa”, fue su respuesta.

Sus amigas se preocuparon. “Mechi, ¿estás loca? Mirá si te quiere raptar”, cuenta que le dijeron. Con sus papás, que son de Rada Tilly, Chubut, blanqueó sus chats con el griego aunque mintió en los detalles. “Viaja a verme pero se queda en un hotel”, aseguró.

El 16 de marzo de 2019 le llegó el mensaje tan esperado. "Ya aterrizamos", le avisó el griego. Para ese momento, ella ya estaba frente a la puerta de arribos de Ezeiza. "No lo podía creer. Por un segundo, me dije: es un chiste, sigue en Suiza y yo acá parada como una tonta. Seguido a eso, pensé ¿y si es muy bajito?”, se acuerda y ríe.

“Lo vi y se me fueron todos los miedos. Era un bombón, alto y con esa sonrisa que me había encantado”. “You are so beautiful”, le dijo él y se abrazaron.

Haber ido a una escuela bilingüe y haber hecho un intercambio en Irlanda fueron puntos a favor para que todo fluyera y pudieran comunicarse bien. Vivieron tres semanas a puro amor en su departamento de Palermo, con viajes de fin de semana incluidos. “Nos fuimos a Mendoza, a las Cataratas del Iguazú y para el final de su estadía lo llevé a Chubut, a conocer a mis papás. Un argentino se hubiera asustado, Panteli estaba feliz”, suma.

¿El detalle? Ese fin de semana su tía Pety, que está casada con un griego, celebraba sus 80 años con una gran fiesta. “De repente ese chico que vivía en Suiza y con el que había matcheado por Tinder estaba bailando música griega en el cumple de mi tía en Chubut”, dice. “Lo vi bailar y dije. Chau, con él me caso. Y después vino Pety y me dijo algo que me marcó: ´Lo bueno de los griegos es que son para toda la vida´”, sigue.

Otra vez en Ezeiza se despidieron. Él lloró. Ella le dijo que no había que estar tristes, que se iban a volver a ver. “Cuando llegó a Europa me escribió y me contó que en dos meses viajaba a Francia por trabajo. El mensaje incluía una propuesta: ¿Te mando el pasaje y te venís conmigo?”.

Ella cruzó el océano y se dijeron “te amo” en Francia. A las dos semanas le tocaba volver a su trabajo. “Llegué un domingo y el lunes me echaron de la empresa", dice y recuerda que en ese momento lamentó no haberse quedado en Europa. En septiembre, volvieron a encontrarse en Grecia. “Panteli quería presentarme a su mamá. Y que un griego quiera que conozcas a su familia es un montón. Me trataron increíble, me decían cukla, que quiere decir muñeca”, relata.

Para entonces, ya empezaron a hablar de que no querían seguir en una relación a distancia. “Él me dijo que dejaba todo y se mudaba a Argentina. No me pareció la mejor opción y al final decidí viajar yo para Europa. En noviembre nos encontramos en Suiza y pasamos año nuevo allá, en un lugar hermoso en el límite con Italia”, agrega.

Ella no tenía ciudadanía europea y acordaron que lo mejor para poder vivir juntos en Suiza era casarse. Pusieron fecha, 28 de marzo. Y ella regresó a Argentina para conseguir la documentación necesaria y encontrarse con Panteli en Atenas. “Iban a viajar mis papás y mi hermano, yo ya había comprado el vestido y las alianzas. Teníamos salón, el menú, los souvenirs”, repasa.

Hizo todo para llegar a Grecia. “Cuando vi que habían cerrado España y que mi vuelo era vía Madrid, cambié el pasaje. Iba a hacer Santiago de Chile, Londres, Atenas. Pero tampoco lo logré”, detalla. “La pandemia nos sorprendió a todos. En mi caso, me dejó varada a días de mi boda, lejos de mi amor. Ya llevamos 6 meses sin vernos y todavía no sé cuándo vamos a volver a estar juntos”, comparte.

Estado del vuelo: cancelado. "Cuando leí eso me largué a llorar, no podía parar. No soy la única en esta situación. Somos muchos y nos fuimos encontrando por redes sociales bajo los hashtag #LoveIsNotTourism y #LoveIsEssential”, aporta Merceditas y explica que la documentación que debía presentar en Grecia para la unión civil vence este mes por lo que tuvieron que cambiar los planes y pensar en casarse en Suiza, donde hoy está Panteli.

“Lo que estamos pidiendo es obtener un permiso de reunificación de pareja binacional, algo que ya están aceptando en Austria, Noruega y Dinamarca pero todavía no en Suiza”, señala la joven argentina.

El 28 de marzo festejó su casamiento fallido por Skype. “Ese día me puse la alianza”, cuenta. Ambos están angustiados aunque sienten que lo que les está pasando afianzó más su relación. “Tuvimos tiempo para pensar y ninguno tiró la toalla. Seguimos seguros de nuestro amor. Ojalá nos escuchen y pronto podamos empezar esa vida en común con la que soñamos por tanto tiempo”, cierra.

Fuente: Clarín 

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