SALTA (ADNSUR) - Gustavo Gallardo se hizo famoso al intentar llegar caminando desde la ciudad santacruceña de Caleta Olivia hasta su Salta natal, luego de haberse quedado sin trabajo ni la posibilidad de seguir enviando dinero para mantener a sus 5 hijos.

Fue así que decidió llegar como fuera, y empezó a caminar por la ruta 3.

Sin embargo, como reflejó Infobae en una nota que lo tiene como protagonista, al llegar a Rada Tilly, tras más de 60 kilómetros de caminata, su suerte cambió. 

Así lo contó el hombre de 35 años, que hizo toda clase de trabajos y "changas": "Con la pandemia empezaron a aflojar los trabajos: los dueños de las casas no querían que entrara nadie, los corralones cerraron, no había materiales, no había nada. No tenía cómo sostenerme, en Caleta ya no tenía nada para vivir”, dijo.

En ese camino que decidió iniciar, no logró que le hicieran dedo en tres días, en los que apenas comió una milanesa que le dio un gendarme, y un periodista de El caletense, a quien corresponden las fotos, le regaló 600 pesos cuando se enteró de su historia al paso.

“Me preguntaron por qué estaba caminando, por qué y a dónde iba. Les dije que no tenía nada, no tenía trabajo y no podía aguantar más así. Me respondieron que siguiera caminando porque creían que era difícil que alguien me fuera a levantar”, contó.

En la nota, se precisó el paso siguiente: "En Rada Tilly paró a descansar. Con esa plata compró pan y fiambre. Comió sandwiches a la vera del camino. El dolor en las plantas de los pies le había alterado el paso. Estaba rengo, exhausto y desamparado. “Había hecho dedo todo el día y nadie había parado. Menos lo iban a hacer de noche, pensé. Ya estaba resignado”.

"Eran las diez de la noche cuando volvió a caminar la ruta. Un joven en auto divisó su marcha cansina e irregular, frenó y le preguntó.

—¿Hermano, hasta dónde vas?

—Voy a dedo hasta Salta.

—¡¿Cómo hasta Salta?! ¿Desde cuándo estás caminando?

—Hace unas horas.

—¿Y no tenés plata, nada?

-No, nada.

—Vení, subí. ¿Cómo vas a andar sin plata?

Lo llevó hasta Comodoro Rivadavia. Le prometió que iba a conseguirle una changuita a través de un amigo. Lo hospedó en su casa, le dio de cenar, lo invitó a darse un baño. Esa noche, Gustavo durmió en la casa del hombre que lo había levantado en la ruta", publicó Infobae.

Ante esto, su suerte comenzaría a cambiar: "Cuando el jueves se despertó, no podía caminar del dolor. A la mañana desayunó y, como pudo, fue hasta el municipio para intentar contactarse con autoridades de Salta. No pudo comunicarse. Su sobrina, desde el norte del país, pidió ayuda por las redes sociales. La publicación, que tenía el número de teléfono del caminante, se viralizó, respaldada por la nota del periodista que lo había asistido".

"La historia de un desempleado varado en Caleta Olivia dispuesto a llegar caminando a Salta tocó la fibra solidaria de Laura, una habitante de Río Negro. El viernes a la madrugada le respondió el posteo a la sobrina, que le facilitó el contacto de Gustavo. Tres horas después le envió un mensaje de presentación. Su teléfono no anda muy bien: se prende y se apaga a su antojo. Esa mañana de viernes decidió dejarlo cargando pero apagado. Cuando lo prendió tenía el mensaje de una persona desconocida que se ofrecía a financiar su excursión", añadió la nota.

Luego de eso, pasó lo siguiente: "Ella le preguntó cuáles eran las opciones que tenía para regresar que no fueran a pie. Le consultó por los micros de larga distancia. Gustavo casualmente había pasado por la terminal de ómnibus para preguntar por la habilitación del servicio. Le explicaron que estaban vendiendo pasajes recién para el 2 de diciembre. Descartaron esa posibilidad: quedaba abierta la alternativa de un viaje privado. Acordaron contactarse con un remisero de confianza que acepte esa empresa. A las horas, Laura volvió a llamarlo para avisarle que había encontrado y pagado un remís y un hisopado que lo dejen en su casa en Salta capital. El costo de 70 mil pesos iba a ser compartido con otro pasajero".

"Estuvo tres días en Comodoro Rivadavia porque tenía que esperar que llegara el remís desde Córdoba. En esa estadía, su historia y su travesía se habían desperdigado por la ciudad. Le acercaban comida, almuerzo y cena, plata, billetes de 500 pesos y 1.000 pesos: mucho más de lo que podía agradecer. El domingo a las once de la noche partió finalmente hacia la capital cordobesa. Se detuvieron a comer y descansar solo dos horas. A las 20:30 del lunes llegó a Córdoba", escribió el portal. A partir de ahí, todo se simplificó, y tras someterse a un hisopado, logró salir hacia su destino final.

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