La historia del capitán de la Selección Argentina de fútbol para ciegos que escaló el Aconcagua
Además, hizo saltos ornamentales y es desde hace casi 30 años el capitán de la Selección Argentina para ciegos. "Hoy mi desafío es ayudar a que la gente descubra que todos podemos cumplir nuestros sueños", asegura.
CAPITAL FEDERAL - Silvio Velo nació ciego, pero eso nunca lo limitó. Ni cuando en su infancia en San Pedro jugaba en el potrero con sus hermanos y amigos, dándoles ventaja porque no podía ver la pelota. Ni cuando decidió seguir su sueño futbolero y tuvo que remarla desde abajo en una época en la que el deporte paralímpico era considerado más una actividad de inclusión social que competitiva. Ni siquiera cada vez que eligió -y elige- enfrentar desafíos que pueden parecer imposibles para alguien con su discapacidad.
En una entrevista publicada por Clarín, muestra que siempre se sintió capaz de hacer todo lo que quería, y que hizo todo lo que sintió ganas de hacer. Incluso cumplió ese anhelo que tenía de chico de ser futbolista y hasta se dio el gusto de ganar dos Mundiales, colgarse tres medallas paralímpicas y ser considerado durante ocho años como el mejor jugador del mundo en su disciplina.
El fútbol es su vida. Y aunque lo que lo mueve como deportista es seguir compitiendo y ganando -con 48 años se entrena todos los días con el equipo de Boca y con el seleccionado argentino, con el que apunta a Tokio 2020-, para él, el deporte, como cada nuevo proyecto que encara, es una herramienta para hacer escuchar su mensaje.
"Hoy mi desafío es ayudar a que la gente descubra que todos podemos cumplir nuestros sueños. No solo algunos. Yo nací con una situación totalmente adversa. Nací ciego, pobre, no tenía nada. Pero tenía un sueño que era jugar al fútbol. No sabía dónde ni cómo lograrlo. Pero perseguí ese sueño y llegué hasta donde estoy hoy. Por eso creo que soy una voz autorizada para decir que siempre se puede", reflexiona Velo en charla con Clarín.
"Arranqué jugando al fútbol con mis hermanos con una pelota convencional. Daba ventaja pero no me importaba. Yo quería estar ahí y disfrutaba", cuenta el sampedrino, capitán del seleccionado argentino de fútbol para ciegos desde hace casi 30 años.
"Toda esta idea parte desde mi infancia. Arranqué jugando con mis hermanos y mis amigos en el barrio, en un fútbol que no estaba adaptado, con una pelota convencional. Movido por la pasión, me mezclaba y disfrutaba un montón. Por ahí no tocaba una pelota en cinco minutos, pero eso no me importaba. Me importaba estar ahí, experimentar esa sensación de jugar en el potrero, que es algo hermoso. Y así como jugaba al fútbol, andaba en bicicleta, me iba a pescar... Tuve una infancia muy normal. Tuve unos padres que no fueron sobreprotectores y eso me ayudó muchísimo. De ahí parte todo lo que logré", recuerda.
La primera plataforma que encontró Velo para compartir su mensaje fue el seleccionado de fútbol para ciegos, del que es capitán desde hace casi 30 años.
"Con Los Murciélagos (como se conoce al equipo) hemos roto un montón de barreras. Al principio, nos miraban y pensaban 'Pobrecito el cieguito, hace fútbol para no quedarse en casa'. Y con el paso de los años entendieron que esto es en serio, que es un deporte. Cuando arrancamos no nos conocía nadie. Nos cansamos de golpear puertas que no se abrían. Pero a fuerza de buenos resultados se fueron abriendo y hoy somos uno de los seleccionados más respetados del país. Siento una satisfacción enorme por haber aportado mi granito de arena para que se empiece a mirarnos como deportistas y no como a personas que estamos haciendo terapia", contó.
Con el crecimiento de Los Murciélagos, Velo encontró nuevos medios para compartir su mensaje. Empezó a dar charlas motivacionales contratado por distintas empresas y hasta escribió una autobiografía, en colaboración con el escritor Eduardo Podestá, cuyo título resume perfectamente su forma de encarar la vida: "Cuando hay voluntad, hay mil maneras".
"Yo soy deportista por excelencia, más allá de futbolista. No me gusta quedarme en la comodidad de decir 'Voy a jugar al fútbol porque ya sé lo que es'. Me gustan los desafíos, ponerme en la piel de otras personas, intentar con otros deportes. Mientras que esté a mi alcance, lo hago", cuenta a Clarín
En febrero de 2018, Velo aceptó el desafío de escalar el Aconcagua. No hizo cumbre, pero se llevó una experencia maravillosa, que le permitió llegar a millones de personas.
"Fue hermoso poder participar de ese ascenso con figuras como Fabricio Oberto, Julián Weich y algunas más. Formamos un gran equipo y tuvimos que superar muchos obstáculos como defectos en el terreno, piedras, el frío, la nieve, la lluvia, temperaturas de 20 grados bajo cero... Fue una experiencia maravillosa y me dejó un montón de enseñanza. Y me dio la oportunidad de transmitir ese mensaje de que se puede a mucha más gente. Fue un antes y un después en ese sentido. Porque con las charlas, por ejemplo, llego a 50, 100 o 500 personas como mucho. Pero con esa experiencia llegué a millones, como cuando hice saltos ornamentales en un reality show de televisión".
"Participé de Celebrity Splash, un programa que condujo Marley en 2013. Fue muy lindo. Arranqué sin tener idea de qué se trataba, pero fui trabajando con los coaches, superando un montón de obstáculos y en la última gala, me terminé tirando de 10 metros con una doble vuelta mortal adelante y llegué a la final. Fue genial. Y también suma para lo que uno quiere transmitir".
Velo sabe que está viviendo sus últimos años como futbolista, al menos con el seleccionado argentino. Sin embargo, al pensar en el futuro, no imagina una vida muy distinta a la que lleva hoy.
"Me imagino como entrenador, aunque no de fútbol, de la vida. Transmitiendo todo esto que me dejó el deporte, todas las enseñanzas, y esa idea de que no hay imposibles. Sobre todo eso último. Yo no siento que voy a terminar mi carrera, sino que voy a pasar a un segundo nivel y empezar una etapa que será la continuación de lo que estoy haciendo hoy", analizó el sampedrino, incansable y eterno capitán de los Murciélagos, que inspira con el ejemplo.
Objetivo Tokio
"El deporte ha sido muy generoso conmigo, me dio todo, mucho más de lo que puedo haberle dado yo", resume Silvio Velo tras hacer mentalmente un repaso por su carrera y proyectarse unos meses hacia el futuro, hacia Tokio, el gran objetivo de este 2020.
Como capitán del seleccionado argentino, el sampedrino fue campeón del Mundo en Río de Janeiro 2002 y Buenos Aires 2006; se colgó la plata en los Juegos de Atenas 2004 y los bronces en Beijing 2008 y Río 2016 y ganó medallas plateadas en los Parapanamericanos de Río 2007, Guadalajara 2011, Toronto 2015 y Lima 2019. Y hoy, mientras se prepara para los que tal vez sean sus últimos Juegos Paralímpicos, sueña con un solo resultado.
Con el seleccionado argentino ganó títulos mundiales y medallas parapanamericanas y paralímpicas. Pero sueña con colgarse el oro en Tokio. "Es lo que más anhelamos", asegura.
"No quisiera retirarme sin darme el gusto de ganar ese oro que tanto anhelamos. Sabemos que es muy difícil, quizás hasta imposible. Puede que no me toque estar ahí, pero me lo planteé como objetivo y estoy hoy enfocado en eso", afirma Velo, que se clasificó a Tokio junto a Los Murciélagos al terminar segundos en la Copa América de San Pablo en junio pasado.
Integrante del seleccionado argentino desde hace casi tres décadas, sabe que sin el apoyo de su familia no podría haber mantenido su ritmo de vida durante tanto tiempo. Sus pilares son su mujer Claudia; sus siete hijos, Florencia, Nadia, Giuliana, Lautaro, Isaías y las mellizas María Emilia y María Clara, de tres años, que "llegaron cuando ya habíamos cerrado la fábrica"; y sus dos nietos.
"El apoyo de la familia es importante. Ellos son el sponsor número uno. Están acostumbrados a que este es mi trabajo desde hace años, mi estilo de vida. Yo hago mis cosas y ellos hacen lo suyo. Pero están siempre, sobre todo en las malas, cuando uno se frustra porque las cosas no salen, ellos están para levantarte.
A los 48 años, Velo sigue disfrutando del día a día del equipo. Esa es su gran motivación. "Siento las mismas ganas de competir, entrenarme, compartir concentraciones y viajes de toda la vida. Todavía me banco a los compañeros (risas). No, en serio, todos en el equipo tenemos una relación muy linda. Todavía tengo ese fuego adentro. Soy un apasionado por todo lo que hago y eso es lo que me mueve", asegura.
Fuente: Clarín