La lucha de un padre: Llegó a la Patagonia por trabajo, lo engañaron y ahora no puede regresar a Tucumán
El hombre había desembarcado con la ilusión de conseguir estabilidad económica, viajó a una localidad patagónica y le cambiaron las condiciones a último momento. "Solo quería mandarle unos mangos a mi familia", comentó desesperado por volver y conocer a su bebé que está a punto de nacer.
Un hombre oriundo de Tucumán desembarcó en la Patagonia con el fin de lograr una estabilidad económica que le permitiera darle mayor tranquilidad a su familia.
El padre de cuatro hijos y una bebé en camino, llegó con toda la ilusión a Cipolletti tras recibir una oferta laboral que no terminó de la mejor manera. Cristian Abreu arribó hace dos meses a la localidad rionegrina y remarcó que le cambiaron las condiciones a último momento. “Me dijeron que se ganaba bien acá, queríamos terminar la casa y por eso acepté el desafío”, explicó a LMCipolletti.
El trabajo que haría era de poda, sin embargo, la paga fue mucho más baja de lo que él esperaba: “Cambiaron un poco las condiciones de repente. Últimamente me pagaban 4500 pesos por podar casi 50 plantas diarias, no me convenía. El jueves pasado dije basta. Te alcanza apenas para comer, que está todo caro acá, no le puedo mandar plata a mi mujer que necesitamos, con una beba recién nacida”, agregó.
En este sentido, detalló que “la poda entera por esa poca plata es una locura. La primera vez que vine a probar suerte. Insisto, hay buena gente pero los que no sirven son los contratistas, la quieren toda para ellos”.
Fue así como decidió volver a su provincia para no perderse el nacimiento de su hija, pero cuando quiso hacerlo se encontró con un pasaje impagable y terminó varado en la Terminal de Omnibus de Cipolletti.
“Soy de San Miguel, Tucumán. Mi señora viene hablando con políticos, concejales de allá, porque el pasaje cuesta $ 44.560 (Flecha Bus). No descarto que lo consiga hoy miércoles, pero desde el lunes que ya casi estaba y nada”, explicó sobre su desesperante momento.
Afortunadamente, las empleadas de la terminal le dan una mano, le sirven café y le prestan su teléfono para que pueda comunicarse con su esposa. Aún así, el hombre se encuentra viviendo en la estación sin poder ver a sus hijos y su situación es insostenible.