La madre de la mujer del golfista que murió de dengue la despidió emotivamente
María Victoria De La Mota Claverie, la esposa del golfista argentino Emilio Domínguez, falleció de dengue en San Luis y generó una gran conmoción en el mundo del golf en medio de la segunda ronda del Totalplay Championship at Atlas Country Club en Guadalajara, México.
En medio de un silencio mediático por parte de su esposo, Emilio Domínguez, la madre de María Victoria De La Mota Claverie publicó un emotivo mensaje en redes sociales.
Lis Claverie, publicó un sentido mensaje tras la muerte de su hija, en su cuenta de Facebook.
Claverie transmitió en la red social Facebook el poema “Elegía”, del poeta español Miguel Hernández. “Mi hija pequeña ha muerto”, tituló la madre de María Victoria el posteo. “No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida”, dice una de las frases.
“Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte”, agrega también el poema.
El siguiente es el texto completo:
“Mi hija pequeña ha muerto. «… Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañera del alma, tan temprano. Alimentando lluvias, caracolas y órganos, mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas daré tu corazón por alimento.Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida.Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos.Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo.No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada.En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofes y hambrienta.Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes.Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores.Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irá a cada lado disputando tu novia y las abejas.Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado.A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas,compañera del alma, compañera».Elegía, Miguel Hernández.”