ESTADOS UNIDOS -  Cuando los primeros acordes de "Proud Mary" de Tina Turner se oyeron en el Anaheim Arena este sábado, Katelyn Ohashi, de 21 años, volvió a vivir, describió con exactitud el Washington Post.

Fue un minuto y medio de piruetas, movimientos de baile y saltos por los aires absolutamente precisos. Sin fallas. Con una sonrisa en la cara de comienzo a fin. Terminó exultante. Saludó a sus entrenadores y a todo el equipo de la Universidad de California (UCLA) con un choque de manos. El estadio explotaba.

Segundos más tarde llegó la calificación de los jurados de la competencia universitaria de de gimnasia artística:

Diez. El número soñado. La perfección absoluta.

El video con su presentación se volvió viral en Estados Unidos. Hasta este lunes por la mañana lo habían visto 13 millones de personas.

No es la primera vez que su perfomance dejaba atónita a la audiencia. El año pasado, ganó el campeonato universitario con una rutina sobre música de Michael Jackson que recibió un 9,95 de los jueces y tuvo más de 4 millones de visualizaciones en YouTube.

Aunque pueda parecer extraño, la gimnasia no fue siempre fuente de felicidad para ella. Nacida en Seattle, Ohashi pasó cuatro años en el equipo nacional olímpico de Estados Unidos. En 2013, ganó la American Cup al vencer a la múltiple campeona olímpica Simone Biles.

"Era imbatible, hasta que dejé de serlo".
Ohashi contó su sufrimiento ante la intensa presión que vivía siendo una atleta de elite. Estresada por los que comía y comparada con "un pájaro que no podía volar". En los videos de su rutina durante aquel tiempo, raramente se la veía sonreir. Llegó a competir con una fractura en la espalda y dos torceduras en los hombros… hasta que un día decidió retirarse de la gimnasia de elite y dedicarse sólo a las competencias universitarias.

Desde que ingresó al equipo de UCLA, encontró de "alegría y amor por el deporte de nuevo", contó. "No experimentaba este tipo de felicidad desde hacía mucho tiempo".

"No es el resultado. No es estar en el podio con una medalla. Es la posibilidad de salir con una sonrisa en mi cara y estar contenta conmigo", explicó.

Justamente, muchos de los comentarios en las redes sobre su actuación de este sábado, hacían referencia a eso mismo. A lo extraño que es ver a un atleta de su nivel disfrutando y sonriendo mientras realiza su rutina.

"No creo que haya visto a nadie divertirse tanto mientras compite", escribió una persona en Twitter. "No sólo su rutina es perfecta, su alegría es absolutamente contagiosa", agregó otro.

Con todo, Ohashi se permitió una autocrítica burlona: "Ahora sólo tengo que aprender a aplaudir con el ritmo", escribió con emojis de alegría en su cuenta de Twitter.

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