COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Uma, Briana y Luana este lunes soplarán su novena vela de cumpleaños. Las nenas, quizás sin saberlo, celebrarán la vida junto a Silvina y Facundo, sus padres, quienes sí tienen plena conciencia de todo lo que pasaron para que las pequeñas crezcan sanas y felices.

Ellas son las primeras trigemelas de Argentina y Comodoro Rivadavia, ciudad que curiosamente contabiliza dos casos de este tipo cuando se registra uno cada 200 millones de embarazos. El otro es el de Reyna Iris Aytana y Aryadne Liz Eunice, que aún se encuentran internadas luego de la partida de Priscila Eris Alely, la tercera de las pequeñas que nacieron el último 12 de agosto.

Silvina esta semana dialogó con ADNSUR y con lujo de detalle contó cómo fue el embarazo y nacimiento de las trigemelas, su características y cómo viven ellas su parecido físico, con el que alguna vez lograron burlar en el jardín a una maestra.

EL INICIO DE LA HISTORIA

Corría el año 2010. Silvina y Facundo ya eran padres de Mía, la hermana mayor de las trigemelas, cuando decidieron buscar otro hijo.

Él quería que Mía no sea hija única y apostaron a agrandar la familia. Silvina dejó de tomar las pastillas anticonceptivas, pensando que la búsqueda sería larga. Sin embargo, un mes después, en medio de unas vacaciones, ella comenzó a sentirse mal y al realizarse un test llegó la sorpresa: estaba embarazada.

“Yo esperaba el segundo y último; el varón. Ria tenía 3 años, deje las pastillas en enero y nos fuimos de vacaciones en febrero. Me empecé a sentir mal, lo asociaba con la altura de Villa General Belgrano pero ni de casualidad me imagine que podía estar embarazada”, admite Silvina a la distancia.

Ya en Comodoro, Facundo y Silvina hicieron la consulta médica con un ginecólogo. No imaginaban que la sorpresa venia por partida triple.

Silvina recuerda como si fuera hoy la ecografía que les cambió la vida. “La hicimos un mes después y fue lo más loco, parecía una cámara oculta porque iban encontrando cada vez más bebés”, dice entre risas.

“La pantalla estaba rota y yo no veía lo que estaba viendo el ecógrafo con mi marido. Pero me generaba mucha ansiedad porque me decía ’a ver no para…si, no, ah, sí’, y no me decía nada más, hasta que me dijo ‘no es uno, creo que son dos’. Esas pausas a mí me mataban. Yo pensaba que pasaba algo malo hasta que me dijo ‘discúlpame. En 40 años de trayectoria es la primera vez que me pasa algo así. No son dos…son tres’”, recordó con la emoción aún latente.

DE LA NOTICIA AL CUIDADO

Silvina previo a tener a Mía había perdido un embarazo. Por esa razón cuando se enteró de la noticia sintió que Dios le había devuelto parte de lo que le había quitado. 

Al principio, sus amigos y conocidos no le creían, principalmente a su marido que solía hacer bromas al respecto, y en más de una ocasión recibió un llamado para consultarle si el embarazo múltiple era real o solo un chiste.

Por esos días Silvina todavía no tomaba dimensión de todo lo que vendría. Recuerda que su carpeta decía trigemelar y pensó que se llamaba de esa forma a los trillizos. Pero todo cambió cuando vio al doctor Bernardo Correa, quien le explicó que era un embarazo de riesgo y que debía guardar reposo para que las bebés estén el mayor tiempo posible en la panza, ya que los prematuros no suelen llegar a las 45 semanas de gestación.

Silvina asegura que el medico tomó todos los recaudos posibles para que las pequeñas nazcan bien e incluso le hizo colocar unas inyecciones que ayudaron a formar los pulmones para evitar cualquier tipo de complicación en el nacimiento.

Ella hizo caso a todo lo que indicó el especialista. Sin embargo, eso no impidió que sufriera preeclamsia (presión alta durante el embarazo) e hinchazón en su cuerpo, algo natural en el embarazo pero de mayor magnitud en este tipo de circunstancias.  

Finalmente las trigemelas nacieron el 26 de agosto de 2010, a las 33 semanas. De la cesárea participó un equipo de más de 10 personas. Uma pesó 1.260 kg; Briana, 1.550 Kg y Luana 1,680 kg.

Las trigemelas nacieron el 26 de agosto de 2010, a las 33 semanas.
Las trigemelas nacieron el 26 de agosto de 2010, a las 33 semanas.

CASI 40 DÍAS DE ANGUSTIA

Por la preeclamsia Silvina recién al tercer día conoció a sus hijas. En ese momento, ya estaban en la terapia intensiva infantil, a donde estuvieron cuidadas por casi 40 días, bajo un estricto control médico y de las enfermeras.

“Fue un momento muy difícil”, reconoce Silvina. “Fue horrible no poder verlas. Después que me dieron el alta con mi marido estábamos todo el tiempo que podíamos en la clínica. Me sacaba leche pero no alcanzaba; me daban para tomar de todo pero con ese esfuerzo que hacían los bebés para succionar bajaban de peso muy de golpe”.

Ese fue el momento más difícil para la familia, y los partes no ayudaban. Es que a veces los médicos decían que las pequeñas estaban estable y otros días decían que no sabían si alguna de las bebes iba a resistir.

Uma por ser la más pequeña era la más delicada. Sin embargo, quien puso en vilo a sus padres fue Briana que sufrió una infección en el catéter. “Los médicos nos explicaron: 'Ya le pusimos todo lo que le podíamos poner, sino pasa en las próximas horas no tenemos nada por hacer’, nos dijeron. Los partes son así. Esos 40 días fueron con angustia, ningún parte era esperanzador porque ellos no te pueden prometer nada, pero gracias a Dios sus órganos estaban perfectos”, recuerda Silvina,

Cuando fueron dadas de alta, como una forma de seguirlas cuidando, Silvina y Facundo decidieron continuar con la rutina de la terapia: rondas de pañales y leche de formula cada tres horas, con un aceite especial para ayudar el engorde, y un cuaderno con el control de la cantidad de leche que tomaba cada una, el tiempo en que iban de cuerpo y el peso.  

Con el paso de los días comenzaron los controles médicos. Primero eran semana a semana y luego se fueron normalizando entre comillas, ya que como recuerda Silvina cada control era “una movilización de gente”.

“Imagínate que no podés bajar un bebé, dejarlo en la vereda y bajar al siguiente. Todo era una organización total: avisarles a mis hermanas o mis cuñadas. Cada control era multitudinario, no era así no más”, recuerda la madre.

Recién a los 6 meses Silvina sintió que la familia alcanzó un ritmo normal pos embarazo. Es que los primeros meses era casi imposible dormir para ella. “Cuando terminabas con la ronda de leche, pañales, provechito, ya faltaba media hora para empezar la otra. Era terrible. Y el tema era encontrar alguien que te ayude porque eran tres”, admite.

La trigemelas son iguales físicamente, pero muy diferentes en su personalidad.
La trigemelas son iguales físicamente, pero muy diferentes en su personalidad.

PARECIDAS PERO NO TANTO

Mientras Silvina habla, Mariela ceba mates. Ella ya es una más de la familia luego de 8 años cuidando a la trigemelas. Aún recuerda cuando fue a la entrevista de trabajo y el día que la llamaron para que empiece a cuidarlas.

Silvina asegura que hoy es como la abuela para las nenas y que ha sido fundamental en su crecimiento.

Mariela asegura que las trigemelas son muy diferentes entre ellas, y su madre completa. “Son re distintas: Luana es más amorosa, más dulce, de modular, pero le gusta competir, se quiere destacar. Te doy un ejemplo, compitieron en Fama, fuimos a Trelew y ganaron en competencia. Entonces llegaron con sus medallas felices y cuando fueron al colegio las llamaron adelante para que compartan su experiencia, y ahí tenés tres cosas: Luana moría por explicarlo, mostrar sus medallas y la emoción que sintió; Briana quería que la trague la tierra, ella es recontra introvertida, súper reservada y no le gusta estar expuesta; y Uma no le importa nada, si está ahí, está ahí, si ganó, ganó”.

Silvina asegura que Briana también suele ser más solitaria. Es la que elige jugar sola. Mientras que sus dos hermanas suelen estar más juntas. Pero algo le pasa a las tres: no pueden estar mucho tiempo separadas, mueren por su papá y hasta hace poco no entendían por qué la gente las confunde, algo que las frustraba.

Las pequeñas se diferencian entre ellas y quieren que el resto también lo haga. Mariela admite que a ella todavía le cuesta. Es que son tan parecidas que incluso cuando estaban en jardín dos de ellas se cambiaron de sala sin que lo supieran las maestras. Con complicidad de la hermana mayor las pequeñas cambiaron mochila y fueron descubiertas por su madre cuando las fue a buscar.

El que si encontró la forma de diferenciarlas fue su profesor de gimnasia, quien les contó los lunares de la cara para saber cuál es cuál.

“Ellas quieren ser una sola. A ellas les encanta si viene su tío y las lleva pero de a una porque acá todo se hace de a tres o de a seis. Ellas no tuvieron lo que tuvo Mía que era hija única. Pero cuando andan solas se extrañan, se necesitan”, cuenta Silvina.

Las chicas también se diferencian por su forma de hablar y sus modos. Como ejemplo, Mariela dice que “si ves la ropa más manchada es Uma”, y si hay un golpe o herida también. “Me ha pasado de salir corriendo con ella a la guardia porque se golpeó, o si vienen corriendo de afuera también seguro que es porque le pasó algo a Uma. Briana, en cambio, quiere ser igual que papá, andar con la camiseta de Boca y tomar mate”.

La ropa para las trigemelas es todo un problema. Principalmente por quien usa tal color. Es que si una usa blanca, Briana quiere negro. Si una quiere chomba, Briana quiere remera blanca.

Lo difícil es que todo se multiplica por tres. Desde la búsqueda de la ropa hasta las butacas del auto y las valija para viajar. Aunque como dice Silvina ya están acostumbrados a esa hermosa rutina. “Todo está pensado. En esta casa lo que más vas a escuchar es ‘hoy me toca a mí’. Hoy fue con las zapatillas, pero me siento una bendecida de Dios que me dio mis cuatro angelitos; primero Mía y después ellas tres. Yo no pensaba tener cuatro hijos pero si Dios me lo envió es por algo”, sentenció esta madre que el lunes celebrará la vida.

Las pequeñas se diferencian entre ellas y quieren que el resto también lo haga.
Las pequeñas se diferencian entre ellas y quieren que el resto también lo haga.
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