COMODORO RIVADAVIA (Por Raúl Figueroa / Especial para ADNSUR) - Carolina Farfán es una de las tantas personas damnificadas por la catástrofe climática. Nacida y criada en Comodoro Rivadavia, hoy ve cómo la inundación se llevó no sólo las pertenencias materiales y la dejó casi en la calle junto a sus 3 hijos adolescentes, sino también siente en carne propia cómo la tormenta sacó lo peor de una ciudad que la sigue golpeando más allá de la furia del clima.

Es que se encuentra desesperada, al borde de quedar en la calle por no poder seguir pagando los 11.000 pesos mensuales de alquiler en el hotel en que está alojada, mientras que recientemente le robaron la mayor parte de lo poco que pudo rescatar de entre el agua y el barro, en la casa que alquilaba hasta los primeros días de abril.

“Han pasado más de 90 días y estoy desesperada, porque vivimos en una habitación del hotel Luque con mis tres hijos, pero no voy a poder seguir pagando los 11.000 pesos mensuales. Al principio tuvimos la ayuda de 7.000 pesos por mes para alquileres, pero fue por tres meses y ya se terminó”, cuenta la mujer.

Ella vivía en una vivienda ubicada en Lisandro de la Torre, entre Patricios y La Plata. La vivienda que alquilaba quedó totalmente anegada por el barro y destruida: “Al principio el dueño de la propiedad dijo que nos iba a ayudar a recuperar la casa, pero después decidió tapiarla y venderla, así que nosotros como pudimos sacamos las pocas cosas que se salvaron del barro, que pudimos sacar solos y con ayuda de una compañera de trabajo y su familia".

El propietario de la vivienda le permitió guardar los elementos rescatados en una prefabricada que hay en el mismo terreno, que también era alquilada a otra familia que se mudó tras la inundación.

No tuvimos ninguna ayuda oficial, porque la mayor parte de la ayuda es para la gente que tiene propiedades, pero yo no tengo nada –sigue relatando-. A mí me ayudó gente de una ONG de Rada Tilly, también gente de una tienda que le regaló ropa para mis hijos (de 18, 16 y 14 años) que fue algo que me llenó el corazón. Pero ahora creo que estuvo Frigerio en Comodoro, a nosotros no nos dan nada: me dijeron que repartieron 80 vouchers para la compra de materiales, pero a mí eso no me sirve porque no tengo ninguna propiedad”.

La necesidad concreta de Carolina es poder alquilar una vivienda a un precio razonable, para poder reiniciar su vida con su familia: ella trabaja y puede pagar un alquiler modesto, siempre que no haya pedidos exorbitantes: “Había conseguido una casa, al principio me pidieron 3 meses juntos y estuve juntando la plata, pero cuando tenía casi todo el dinero, el dueño apareció pidiéndome un año adelantado. ¿De dónde voy a sacar eso? Hay lugares que te piden 50.000 pesos para entrar, pero es algo imposible, porque mucha gente se está abusando en este momento de tanta necesidad”.

BARRO Y MISERIA HUMANA

Un nuevo golpe sufrido por esta mujer y sus hijos se dio semanas atrás. “Me robaron casi todo lo que pude rescatar del barro, lo que el agua no se llevó me lo robaron… siento mucha bronca y trato de tomarlo con calma para que no me dé un ataque –cuenta con la voz a punto de quebrarse-. Se llevaron la ropa de cama que habíamos salvado, las camperas de mis hijos… se estaban llevando los colchones que me habían donado de una fundación, que los dejaron tirados en el barro y pudimos ir a buscarlos con una compañera, para guardarlos aquí en el hotel. Esta tormenta sacó lo peor de la gente, así como hubo unos pocos que me ayudaron mucho, vimos toda esta miseria”.

El relato de Carolina refleja con total crudeza lo que ocurre lejos de los despachos oficiales y de los escritorios de los burócratas: “Trataron de robarse el portón de la casa, porque vienen con camionetas, estacionan de culata y saquean lo que quieren; no se lo llevaron porque una vecina los vio y lo impidió. Mataron a mis dos mascotas, eran dos gatas que las mataron a tiros, ¿qué les iban a hacer esos animales? No eran perros guardianes”.

Carolina insiste con la necesidad de conseguir una casa para alquilar, que está dispuesta a pagar con su trabajo: “Yo soy monotributista, no tengo recibo de sueldo y tampoco tengo garantía con título de propiedad, pero puedo pagar porque tengo trabajo –dice con dignidad esta jefa de familia, que refleja una mueca de resignación en la voz cada vez que se le pregunta por las ayudas oficiales, por los módulos de vivienda o por los planes de vivienda para damnificados del temporal-. Necesitamos un lugar porque tampoco puedo seguir pagando 11.000 pesos por mes (en la casa que alquilaba pagaba 8.700), no sé si vamos a quedar en la calle”.

Al final dice algo que puede ser parte de un prejuicio o de un pensamiento doloroso, pero que expresa desde su impotencia: “Yo nací en esta ciudad, en el hospital Regional y es muy doloroso ver cómo se le da ayuda a gente extranjera o que vino hace poco desde otras provincias, pero los que somos de acá seguimos esperando”.

Quienes puedan ayudar a Carolina y sus hijos, si saben de una vivienda digna a un precio razonable de alquiler, o si tienen ropa o muebles en desuso para ayudarla a reiniciar su vida, éste es su teléfono de contacto: 154294130. Nos cuenta que hay horarios en que no puede atender porque está trabajando, pero si le dejan un mensaje ella se pondrá en contacto.

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