En Trelew se fabrican vinos en pequeña escala que captan la atención de somerliers de todo el país y circulan en vinotecas porteñas como una rara avis. La bodega Punta Ninfas es pionera en la elaboración de vinos, y marca una tendencia que productores del Valle Inferior del río Chubut empiezan a mirar cada vez más con mayor interés. 

Hace casi una década, un puñado de jóvenes emprendedores chubutenses se acercaron al INTA de Trelew empujados por la curiosidad de intentar producir vino en las chacras del Valle, algo que no todos creían que fuera posible. Hoy en día hay una veintena de emprendimientos de viñedos en la zona del Virch -muchos de estos invisibilizados- y la tendencia sigue creciendo.

En 2017, Martin Pauluka, empleado de La Anónima, plantó 70 varietales de uvas Malbec y 30 de Pinot Noir traídos del Alto Valle de Río Negro, para hacer un ensayo en la chacra familiar, y se dieron cuenta de que lo que había comenzado como un pequeño experimento, iba en serio.  

Ese año la cosecha no fue la mejor, pero comprobaron que la chacra al sur de Trelew era tierra fértil para desarrollar un terroir con aire patagónico y costero que podía ofrecer algo diferente al público exigente del mercado del vino.

El salto de calidad lo dieron gracias al enólogo Mario Lascano, de la bodega Infinitus del Alto Valle de Río Negro, quien los asesoró sobre los procesos de elaboración, el riego y el tipo de suelo que necesitan estos cultivos para lograr un vino que esté a la altura de las demandas del mercado.

Pauluka en los viñedos de Trelew. Producen Malbec, Pinot Noir y Cabernet Franc

COSECHA RÉCORD

Este 2022, por primera vez, la familia Pauluka fabricará vino en la pequeña bodega que levantaron en la chacra de Trelew, y proyectan producir unos 600 litros, el doble que el año pasado. Hasta ahora venían elaborándolo en la chacra del INTA. Actualmente, cosechan unos 3000 kilogramos de uva de las tres variedades, en su  mayoría Malbec, la más buscada por los argentinos.

Los vinos Punta Ninfas hoy circulan en vinotecas exclusivas de Buenos Aires y La Plata, y por supuesto en la zona de Valle. La cosecha empieza dentro de dos semanas, a mediados de marzo, y el proceso de elaboración lleva casi un año para garantizar la calidad del producto.

“Hay someliers que destacan que son vinos frutados, que no usamos mucha madera y eso nos permite lograr una expresión distinta. Valoran que es una zona nueva, nos diferencia la expresión marina –una zona cercana al Atlántico- y el producto patagónico”, cuenta Pauluka.

En la chacra al sur de Trelew se extiende media hectárea de viñedos de las variedades Malbec, Pinot Noir –el que mejor se adaptó-, y en menor medida Cabernet Franc, un varietal poco común en la zona. Una botella de vino Punta Ninfas hoy cuesta 1000 pesos. La mayoría de los insumos los traen de Mendoza y del Alto Valle de Río Negro, desde la botella y el corcho hasta las plantas de vid. 

Hay media hectárea sembrada de viñedos en la chacra de Trelew

ALGO DIFERENTE

Pauluka cuenta con orgullo que, después de mucho experimentar, alcanzaron estándares de calidad  que permiten lograr un vino ligero, frutado y con estructura, que despierta el interés de un público que busca algo diferente, nunca antes visto en la Argentina.

“Todos los productores del Valle buscamos una expresión frutal, el vino tiene características que se parecen en nariz a la ciruela que es la que predomina en Malbec, y en Pinot Noir una cereza o un membrillo”, describe el productor.

Pauluka resalta que “logramos un violáceo del Malbec muy interesante si bien, son plantas muy nuevas –va a empezar a mejorar a diez años- usamos muy poca madera de roble para redondear el vino, que no tape la expresión de la uva”.

Las uvas Malbec, prontas a ser cosechadas a mediados de marzo

La familia Pauluka cosecha las uvas con sus propias manos. El proceso de elaboración del vino combina técnicas artesanales con tecnología de punta que permite mejorar la calidad del producto. Las jornadas duran desde la mañana hasta el mediodía para evitar que las uvas queden expuestas al calor. 

El producto final llega a las vinotecas un año después. La idea es hace un producto original, con sello distintivo, que empiece a posicionar al Virch en el mercado. “El proceso tarda un mínimo de ocho meses a un año para embotellarlo. Tratamos de sacar un vino de buena calidad para que la gente reconozca que en esta zona se está haciendo un buen vino”, concluye Pauluka.

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