Lucas Varas, el comodorense que fundó una marca de ropa y viste a Rombai y Karina Jelinek, entre otros famosos
Hace seis años, Lucas Varas, un joven que estudió en la Escuela 32 y la Escuela de Arte, fundó junto a un socio King Of the Kongo. La marca la rompe en Buenos Aires y otras partes del país, siendo muy elegida por famosos. Este domingo, te contamos la historia de este joven que hizo de todo, desde relaciones públicas hasta modelaje, un camino que lo llevó a fundar este gran emprendimiento que explotó en menos de una década.
Seis años es el tiempo en que se puede terminar una carrera, o que transcurre para que un niño empiece la escuela. Para Lucas, el protagonista de esta historia, seis años es el tiempo que le llevó junto a un socio crear una marca de ropa y convertirla en un boom en toda Argentina.
Lucas es Lucas Varas y la pyme es King Of the Kongo, una marca que la rompe en Buenos Aires y otras partes del país, siendo muy elegida por famosos. En 2014, este joven comodorense decidió emprender junto a un amigo, y la experiencia de 100 remeras full print terminó convirtiéndose en una empresa que ya tiene su propia fábrica, un local en Palermo, cuatro franquicias, 30 clientes mayoristas y una tienda online que quintuplicó sus ventas en pandemia.
Desde la sede que la compañía tiene en Villa Crespo, Lucas dialogó con ADNSUR, repasó su historia, y no ocultó su felicidad por este gran presente que le toca vivir. Pero vamos al principio.
Lucas nació y se crió en Comodoro Rivadavia, la ciudad a donde vinieron su abuelo paterno y su padre, cuando apenas tenía 16 años. A la distancia aún recuerda con mucho cariño su pasó por la Escuela 32, donde hizo la primaria. También aquellos días en la Escuela de Arte, el Abraham Lincoln y el Cervantes, pero reconoce que su corazón siempre estuvo en la 32. “Tengo todavía a mi mejor amiga que conocí ahí. Seguimos siendo amigos desde primer grado”, dice con alegría.
Tenía 18 años, cuando Lucas se fue a Buenos Aires a estudiar una carrera universitaria y buscar nuevas experiencias. En la UADE (Universidad Argentina de la Empresa) cursó Relaciones Públicas, pero finalmente luego de dos intentos dejó y terminó dedicándose a la moda, y despuntando el vicio de ese oficio que quiso estudiar.
Recuerda haber participado de algún evento para Nike, también una publicidad para la cerveza mexicana Sol y otra para Fibertel por el Día del Amigo, donde se divirtió mucho.
Fue en ese camino en el cual también descubrió su pasión por la moda, algo que en realidad siempre le había gustado.
“La verdad que siempre me gustó y siempre me gustó la ropa. Siempre le presté mucha atención a la imagen, a la moda y a la producción de todo eso. La primera vez que modele fue a través de un amigo que conocía al dueño de un local de ropa, muy de abajo. Y después siempre conseguía trabajos por contactos, conocidos, agencias que son castineras. Me acuerdo que hice una publicidad de la cerveza Sol, que estuvimos un día entero. Llegamos a una casa que la desarmaron completamente y montaron una cosa nueva. Fue increíble. También estuvo buena una para Fibertel por el Día del Amigo, me divertí mucho”.
Para Lucas esas sesiones eran mucho más que modelar. También le gustaba participar en la producción, la escenografía y el detrás de escena, todo lo que terminó combinando cuando en 2014, junto a Matías Artagaveyta, su socio, hermano y mejor amigo, como lo define, decidieron emprender.
Según cuenta, la familia del Matías tenía una fábrica de ropa para mujeres adultas, y un día el joven le comentó que le gustaría hacer algo relacionado, ya que su familia algún día iba a dejar el rubro. Juntos pensaron en la confección de prendas de vestir, y así, aprovechando su conocimiento en modelaje y el detrás de escena, decidieron probar suerte en el mundo de la moda.
La primera idea fue crear 100 remeras full print, metiéndole imaginación y onda. Y así comenzó a nacer King Of the Kongo.
Lucas reconoce que Mirta, la tía de Matías, fue fundamental en el proceso, ya que ella los guio para poder entrar a un rubro que prácticamente desconocían.
“Ella nos mostró cómo era el trabajo de producción. Arrancamos con cómo se agarra una tijera a cómo se corta una producción de 1000 o 2000 prendas. Hicimos y aprendimos el oficio en todas las áreas, pero con ella aprendimos a interiorizarnos más con todos esos procesos, las materias primas, conocer un poco el mercado, los proveedores, y hoy tenemos una fabrica propia”.
Tener una guía como Mirta, alguien a quien admira, fue un poco de suerte, dice Lucas sin rodeos.
Lo cierto es que esa primera prueba piloto fue un éxito, y las 100 remeras se vendieron en una semana.
La marca se convirtió en un éxito inmediato, y al año Matías y Lucas decidieron abrir un showroom en Belgrano.
Era la época del boom de este tipo de locales en pequeños departamentos. Sin embargo, con el de ellos pasaba algo inusual. “No teníamos una expectativa clara de nada. Estamos probando, yendo a aprender a la fábrica de Mirta y fue ahí, al ver la rapidez en que se vendía todo, que decidimos abrir un showroom en Belgrano. Fue como una muestra de la atracción que tenía la marca. La gente hacía fila para venir a comprar y era una locura. Venían desde jugadores de River a jugadores de tenis, Karina Jelinek, los chicos de Rombai, Mary del Cerro, un montón de gente famosa que era muy loco que vengan a un showroom. Eso nos ayudó a tener visibilidad. y nosotros por nuestra parte hacíamos cosas locas, cosas raras, estampados llamativos. A la gente creo que le gusto eso. Además que le pusimos mucho a las fotos, porque desde que hicimos remeras empezamos a hacer fotos, y parecían campañas de shopping. Eso nos hizo ir superando a la competencia que estaba a la par”.
Recientemente, King Of the Kongo se mudó de fábrica, a un espacio de 500 metros cuadrados; un movimiento gigante, sino basta con pensar en la mudanza de una casa.
La razón del cambio es obvia. El lugar donde estaban les quedó chico y hoy apuntan a crecer en cantidad de prendas manteniendo la calidad de sus diseños.
Por supuesto, el crecimiento de la marca también impactó en el local de Palermo, que abrieron tiempo después del showroom. Como también les quedó chico, por estos días se preparan para mudarse a un local de Palermo Soho de 450 metros cuadrados, ubicado en Malabia y Salvador.
EL SECRETO DEL ÉXITO
Para Lucas el secreto del éxito de King Of the Kongo está en el producto y la idea.
“Toda la producción nuestra es hecha en nuestra fábrica. Eso te permite tener un control y estar en cada detalle. Por eso tenemos la calidad que tenemos y por eso nos elige tanto la gente que es fanática de la marca. También tratamos de replicar el sentimiento de la gente que tenía antes con otras marcas, esa cosa que hoy en día no hay, o no se ve porque las empresas no invierten tanto. Hace dos años, lanzamos el slogan, ‘No somos una marca, somos un estilo de vida”, y reforzamos eso, porque la gente no solamente compra ropa, sino que se la pone porque le gusta y es feliz por ponérsela”.
En Kongo la mayoría de las prendas son unisex y ese ese otro distintivo de la marca, no ponerse limites, como cuando quisieron avanzar con aquellas remeras full print.
Tras la mudanza de fábrica, y la próxima mudanza de local, Lucas admite que el 2022 debería ser un año de calma estructural, aunque en el fondo no sabe si lo van a lograr.
Por lo pronto, quieren abrir uno o dos locales propios más, quizás también alguna franquicia, porque no en Comodoro Rivadavia, y seguir creciendo en cantidad de prendas y contratando más personal, manteniendo la filosofía de trabajo que los motiva.
“Es otro diferenciador de Kongo, tenemos oficinas que son hermosas, tenemos todo preparado para que la gente se sienta feliz. Somos todos amigos. Un día tenemos clase de yoga, otro día masajista, una vez al mes viene un peluquero. Venimos muy felices a trabajar acá”.
Él por su parte, se siente feliz cada vez que ve a alguien en la calle con una prenda de Kongo o cuando recibe mensajes por Instagram. Por supuesto, cuando piensa en que sólo pasaron seis años no lo puede creer. “Es increíble. Venir de allá, de la escuela 32 que la tengo en mi corazón, a todo este monstruo que hemos montado con mi socio, me parece una locura en tan poco tiempo. Más o menos para esta temporada tenemos planificado cortar 100.000 prendas y habíamos empezado con 100 remeras”, dice Lucas y piensa.
Es que en seis años, muchos recién logran terminar una carrera, otros empiezan a proyectarse, y Kongo, por su parte, no para de crecer, con un público joven, fresco y moderno.