Lucila, la influencer de 67 años que rompe récords enseñando a tejer
"Tejer con Lucila" es uno de los canales de YouTube que más crecieron durante la cuarentena. Graba videos desde su casa que llegan a tener hasta medio millón de reproducciones.
SANTA FE (ADNSUR) - Lucila Cavanagh tiene 67 años y en tiempos de aislamiento social, lleva adelante uno de los canales de YouTube que más creció en los últimos días. Así, desde Venado Tuerto, la mujer enseña a tejer a través de videos que graba en su casa y llegan a tener hasta medio millón de reproducciones en YouTube.
Como suele pasar con otros influencers , alguien desprevenido podría pensar que el éxito se dio de manera accidental pero, en realidad, es el resultado de muchos años de trabajo y de lazos familiares que comenzaron hace mucho tiempo y que hoy continúan.
Según relató a La Nación, "mi historia con el tejido viene desde la cuna. Mi mamá era una gran tejedora y aprendí todo de lo que ella hacía. Era maestra rural y su pasión eran enseñar y tejer. Yo heredé eso, también soy maestra y me gusta transmitir conocimientos . Crecí alrededor del tejido, pero en esos días era un saber que se transmitía de mujer a mujer en las familias, no había una enseñanza formal. Fue mi tía Martha la que tuvo la gran idea de recopilar todas las técnicas de tejido a dos agujas que mi madre hacía y las escribió en un cuaderno", dijo desde su casa en Venado Tuerto.
La influencer vive desde hace varias décadas en su casa santafecina, pero nació en un campo de esa provincia, en donde su padre irlandés era mayordomo, y se crió en Maggiolo, "un pueblito del que quizá nunca oíste hablar, pero en donde yo pasé mi infancia junto con mis hermanos".
Todos en su familia sabían tejer, aunque ella y su madre eran las que más se interesaban por este oficio milenario. "Hay algo casi mágico en tejer y que al día de hoy me sigue sorprendiendo: veo un ovillo de lana y después veo una prenda y parece imposible todo lo que se puede hacer sin cortar ni coser . Eso es lo que yo quiero transmitir, que cualquiera puede transformar un poco de lana en algo nuevo e inesperado", explicó con entusiasmo.
Gracias a las anotaciones de su tía Martha, Cavanagh y su madre comenzaron a dar clases de tejido, algo inédito hasta entonces. Perfeccionó sus técnicas cuando quedó embarazada de su primer hijo y, además de dar clases, también hacía prendas de mujer y para bebés para boutiques porteñas.
Sus técnicas y la manera en la que explicaban la volvieron tan populares que Cavanagh y su madre comenzaron a viajar a Buenos Aires a tener grupos también en la ciudad y en La Plata, en donde después de una serie de notas periodísticas llamaron la atención de Ernesto Sandler, el creador de Utilísima.
"Yo fui parte de la época de oro de Utilísima , ¿te acordás del programa Puntos y puntadas? Bueno, ¡yo era la que hacía los puntos! Adapté mi curso a la televisión y durante tres años llevé adelante todo lo que había aprendido dando clases a la TV, y eso atrajo a más personas al tejido. Aprendí muchísimo allí, a cómo mostrar en cámara una técnica, en cómo explicar cosas que quizás por escrito era difícil, pero mucho más sencillo de mostrar", recordó. Junto a Utilísima sacó el libro Curso práctico de tejido y con la llegada del nuevo siglo, dos revistas.
Pero más allá de la televisión o los proyectos editoriales, los grupos de Cavanagh se mantuvieron, tanto en Venado Tuerto como en la ciudad de Buenos Aires. "Creo que mi talento es la pasión por enseñar, quizá es mayor que el tejido. Pero también me gusta que las clases sean únicas: dura dos horas, se escucha música clásica y siempre hay un rico café. En los últimos años se sumaron muchas mujeres que están solas y no se puede subestimar lo importante que es para alguien tener un compromiso, salir de su casa, arreglarse. son esas cosas las que extraño ahora que estamos en cuarentena", revela.
Las alumnas y seguidoras de Cavanagh habían grabado todas sus participaciones en Puntos y puntadas y se compartían esos videos en copias caseras, como un tesoro secreto y muy valioso. Ella digitalizó ese material y el año pasado se lo dio a sus hijos y les dijo, en broma, "esto es todo lo que les dejo, es mi herencia para ustedes". Pero ellos entendieron perfectamente el valor que tenía ese contenido.
"Fue mi hija Josefina, que arquitecta y vive en España con su marido, la que me animó a tener mi canal de YouTube y llevar mi curso a Internet. Todos me apoyaron y yo me animé. Comencé en febrero de 2019 a subir mi contenido y me lo tomé muy en serio . Yo preparo las clases, diagramo todo y me grabo en casa. Luego le envío el material a ella, quien desde España lo edita y me lo vuelve a mandar para que yo lo apruebe. Y ahí programamos las publicaciones. En un sentido yo soy mi propia jefa pero en otro. ¡trabajo más que antes!", confiesa.
Desde entonces Tejer con Lucila se volvió un canal con contenido de gran calidad y el toque personal de la santafesina, quien anima a novatos e iniciados a hacer proyectos que llevan varios pasos y pueden parecer desafiantes pero que ella explica con paciencia y sin olvidar de motivar. "El slogan de mi vida es que lleva el mismo tiempo aprender algo mal que aprenderlo bien así que, ¿por qué no aprenderlo de la forma correcta desde el comienzo?"
Cavanagh encontró algunas limitaciones en lo que podía hacer en los videos y así sumó un blog , a lo que pronto se le adicionaron una cuenta de Instagram , Facebook y Pinterest . Y aunque suele decir que es su hija quien sabe los detalles de su público, también habla con soltura de las métricas de YouTube Studio, la plataforma que utilizan todos los influencers para conocer más de su público. Así, sabe perfectamente que el 8% de su público está formado por hombres y que su audiencia aumentó en tiempos de cuarentena.
"El aislamiento se nos presentó como una oportunidad pero que me obligó a pensar nuevos contenidos. Ya no puedo hacer proyectos largos con varios pasos, me pareció mejor ponerme a pensar cosas nuevas y por eso estoy haciendo videos que son autocontenidos y que se puede hacer sin tener que salir a comprar lana. Además trato de repetir algunos pasos en el mismo video para que nadie tenga que retroceder varias veces", explicó.
Ansiosa por recuperar el ritmo de su vida tal como era antes de la pandemia, Cavanagh entendió perfectamente que su canal de YouTube y sus redes también podían ser una compañía para personas que se quieran animar por primera vez a tejer con dos agujas. Pero no descuida a sus alumnas: "Ahora doy clases por videoconferencia, no quiero que nadie pierda el lindo momento es que reunirse y sentirse acompañada. Eso también es lo hermoso de tejer, te mantiene ocupada y crea compañía. Además de que podés crear cosas con tus manos y eso es invaluable. Por ejemplo, si no te llevás bien con tu cuñada le tejés un saco increíble y te va a querer más, no le va a quedar otra que usarlo".
Fuente: La Nación