Los dos últimos años, la pandemia de coronavirus obligó a modificar esta tradicional fiesta religiosa para evitar los aglomeraciones. Este año vuelve la popular celebración en todo su esplendor, con procesión, misas en la Parroquia San Cayetano y en la ermita ubicada en el ingreso al barrio. 

Según informan desde la parroquia San Cayetano, la celebración del patrono del pan y del trabajo comenzó con el rezo de una novena el pasado 29 de julio, y continúa este sábado a las 21 horas con una cantata en honor al santo, al finalizar la misa, donde "habrá un compartir a la canasta y se disfrutará también de una jornada cultural con música y danzas folclóricas", expresó el padre Julián Rodríguez, quien recordó a Crónica que durante la novena "se mantiene la colecta de alimentos no perecederos, con los que ayudaremos a las familias más necesitadas en estos momentos complicados que viven nuestros vecinos en algunos sectores del barrio".

Para el domingo 7 de agosto está prevista la salida de la procesión a las 14 horas desde el Liceo Militar General Roca, dirigiéndose hacia la parroquia donde se celebrará la misa central sobre las 16 horas.

Debido a la cantidad de fieles que veneran a San Cayetano, desde la parroquia se dispusieron varias misas a lo largo del domingo, de manera que nadie quede afuera: también habrá misa a las 11 horas -la tradicional del domingo-, a las 20 y a las 22 horas, esta última a celebrarse en la ermita del santo, en el ingreso al barrio.

POR QUÉ ARGENTINA LE PIDE PAN Y TRABAJO A SAN CAYETANO

Únicamente en Argentina San Cayetano es el patrono del trabajo. De hecho, en el resto del mundo esa figura la ocupa San José, el padre de Jesús, por ser el carpintero más famoso (a excepción de su hijo, claro). De origen italiano, su figura fue traída a nuestro país por inmigrantes. El tiempo y curiosidades del idioma transformaron a Gaetano -su nombre original- en Cayetano.

La historia que une a este santo al trabajo y a las espigas de trigo -al pan- es bien argentina y se remonta a principios del siglo XIX, cuando un campesino pasó frente a una imagen del santo camino a su casa y en medio del campo.

El hombre había tenido un mal día, la sequía de la temporada había arrasado con los sembradíos de trigo y no había podido cosechar nada. Entonces, aunque no reconoció la imagen ni sabía quién era el santo, el campesino se bajó de la carreta y le rezó. Le pidió que salvara sus trigales y le dejó como ofrenda las poquitas espigas que había logrado arrancar. Le prometió a Gaetano que si recordaba su pedido difundiría su ayuda y daría a conocer quién era.

Subió a su carreta y emprendió el regreso a su casa. Antes de llegar, una inesperada tormenta de lluvia se desató y el agradecido campesino inmediatamente se la atribuyó al santo. 

La difusión del milagro de los trigales fue tan grande que sus fieles comenzaron a ofrecerle el origen del pan para pedirle que con él pusiera el nuestro de cada día en nuestras mesas. Así, comenzó a ser conocido como ‘el santo de la espiga’, patrono del pan y el trabajo, y Gaetano pasó a llamarse Cayetano. San Cayetano. Cada 7 de agosto, fecha en que murió, Argentina lo celebra, y los fieles se unen en procesiones y misas, agradeciendo pan y trabajo y pidiendo que nunca les falte.

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