CAPITAL FEDERAL (ADNSUR) - En su forma natural, las manzanas tienen una capa de cera recubriendo su piel, que actúa como barrera natural contra la pérdida de humedad, lo que mantiene el aspecto fresco de la fruta y evita que ingresen microorganismos. Pero la mayoría de las que llegan a los supermercados o las verdulerías están recubiertas de la cera que le añaden en los centros de producción.

Antes de llegar a las góndolas y verdulerías, las manzanas se someten a un proceso de lavado para quitar restos de pesticidas y suciedad, que arrastra la cera natural. Las dejan desprotegidas y susceptibles de estropearse en unos pocos días; al perder humedad se arrugan y también adoptan un aspecto poco atractivo. Por eso, y para beneficiarse de las muchas propiedades que aporta ese recubrimiento, se impregna de nuevo la piel de manzanas.

La cera propia de las frutas está compuesta por alrededor de 50 elementos, uno de los principales es el ácido ursólico, un potente repelente del agua que tiene también la propiedad de inhibir varios tipos de células cancerígenas. Contiene además alcoholes e hidrocarburos y triacontano, un componente que puede ser aislado del petróleo y que es uno de los utilizados también en las ceras que se elaboran para proteger alimentos.

La cera añadida puede ser de muchos tipos, algunas de ellas procedentes de plantas u animales, y todos sus componentes deben ser aptos para el consumo humano. Aunque existen dudas sobre el efecto de estas ceras sobre la salud. Mientras que las ceras naturales se digieren con facilidad y no dañan el organismo, las otras no se pueden digerir y pueden dañar el intestino delgado y el colon. Por ello conviene siempre lavar las manzanas o pelarlas antes de comerlas, aunque en ese caso se pierden muchos de los nutrientes que convierten esta fruta en una de las más saludables.

EL LAVADO

Existen diversas formas de hacerlo con total seguridad. Una de ellas es sumergir la fruta unos segundos en agua caliente para disolver la cera y luego lavarla bajo la canilla. Otro consiste en hacer una mezcla de bicarbonato y limón con la que se impregna la manzana y luego cepillarla bien. Se puede sustituir el limón con vinagre o, aún mejor, con vinagre de manzana. Siempre lavándola luego con agua corriente, indicó Clarín.

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