Préstamos “UVA”: un comodorense comenzó pagando cuotas de $11 mil y ahora llegan a $38 mil
Daniel Matyas es un comodorense que contrajo uno de los créditos conocidos como UVA (Unidad de Valor Adquisitivo) en diciembre de 2017, por un monto de 440.000 pesos de capital inicial para la compra de un automóvil de uso familiar. Tres años después, luego de pagar las cuotas correspondientes, que empezaron en 11.000 pesos y hoy ascienden a 38.000 pesos mensuales, adeuda todavía 817.000 pesos. Su caso es el de miles de argentinos que, para compra de vehículos o de viviendas, confiaron en que la inflación del país no se dispararía, pero están al borde de perder los bienes adquiridos por no poder cumplir el pago de sus préstamos.
COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - “Yo hice la operación en diciembre del 2017 y una semana después cambió todo”, contó Matyas, en diálogo con Periodismo de 10, por CNN Comodoro (94,3 Mhz). Se refería a la jornada del 28 de diciembre, cuando el ministro de Hacienda del gobierno de Macri, Nicolás Dujovne, dio una conferencia de prensa en la que anunció que las metas de inflación pasarían del 10 al 15 por ciento, proyectando que en 2020 se llegaría a un ansiado 5 por ciento.
“No fue para nada el Día de los Inocentes”, bromeó el comodorense acerca de aquella fatídica fecha y esos anuncios, cuando Dujovne y Caputo explicabanademás que los cambios del dólar no se trasladarían tampoco a la inflación.
Ahí empezó la pesadilla para los deudores de créditos UVA, que habían confiado en una operatoria creada por el Banco Central de la República Argentina, que en los anuncios y en la teoría resultaban muy convenientes: las cuotas se actualizarían a través del IPC (con expectativas de una inflación baja), mientras que no podían superar en más del 10 por ciento al incremento de los salarios; además, la deuda era contraída en unidades UVA (no en pesos ni en dólares), con una equivalencia de 1.000 unidades por un 1 metro cuadrado de construcción.
Claro que la revisión de metas inflacionarias fue más allá de los 5 puntos de diferencia: en mayo de 2018, el dólar inició una carrera ascendente, desde los 18,90 pesos que cotizaba por entonces, hasta la banda de los 39 pesos. Así, el 2018 concluiría con una inflación de casi un 48 por ciento, la más alta desde el año 1991. El año 2019 cerró con casi un 50 por ciento de inflación, mientras que 2020 se ubicó en algo más del 38 por ciento.
Un préstamo que se volvió impagable
“Mi crédito tuvo un incremento del 47 por ciento anual en promedio, así que ahí partimos de que no era lo pactado ni lo esperado y los salarios tampoco siguieron el ritmo de la inflación. Era otra de las condiciones, de que se iban a revisar las cuotas si la inflación superaba a los salarios”, describió Matyas.
“En mi caso es la compra de un vehículo, pero hay mucha gente que compró una casa. Otra situación es la pandemia, mi señora no pudo seguir trabajando y tenemos los ingresos recortados por ese lado. Yo saqué 440.000 pesos de capital, pagué religiosamente durante dos años todas las cuotas y hoy debo, según la información del banco, 817.000 pesos de capital. O sea, debo 83 por ciento más de lo que pedí originalmente de capital. La primera cuota la pagué en 11.000 pesos y este mes se me vence en 38.000. Sacando el seguro, el incremento fue del 141 por ciento, o sea un 47 por ciento anual”.
Además de esta situación, por el relato de este comodorense y también de asociaciones de deudores nucleados en Buenos Aires, no encuentran suficiente información:
“Es difícil tener información sobre el préstamo -añadió Matyas-. Al consultar en la página, frecuentemente aparece un mensaje de ‘Ocurrió un error y no podemos procesar tu solicitud en este momento’. Y en la sucursal, los empleados no supieron darme ningún dato que no sea el monto total adeudado”.
Por otro lado, hubo sólo algunos alivios momentáneos: como beneficio, se les extendió el plazo del préstamo, al pasar de 60 a 75 cuotas. Y en abril del año pasado se difirieron los vencimientos de cuotas hasta marzo de este año: durante el último año “te sacaban la obligación de pagar y no te pasaban al Veraz, pero la cuota pasó a engrosar el capital, no estuvo congelada. El tema es qué pasa a partir de ahora, porque la deuda de capital ha seguido incrementándose, junto con los intereses. Lo mío no es un problema de subsistencia, es la compra de un auto, pero la gente que compró una vivienda está muchísimo peor”, lamentó.
“El incremento en el último año fue 44 por ciento, es decir creció de manera paralela a la inflación, tal lo pautado –reconoció-. Pero lo que no creció a ese ritmo fueron los ingresos familiares. Las paritarias no llegaron a ese techo, pero también se suma la merma en los ingresos por la pandemia”.
Una pelea entre gigantes y ciudadanos comunes
También lamentó que si bien el gobierno actual había anunciado un compromiso para hallar una solución a todos los deudores que atraviesan una situación angustiante, en el último tiempo ha planteado que es “un problema entre privados”.
“Es cierto –dijo Matyas-, es un contrato entre privados, pero el problema es que de un lado estoy yo, un tipo común y del otro los bancos. El otro tema es que no se cumplieron las condiciones pactadas, sobre todo en el monto de la cuota que si la inflación superaba a los salarios, se tenía que revisar. La parte más débil corre con todo el costo”.
Finalmente, cuestionó al gobierno anterior y tomó su situación con humor: “Es una vergüenza que voy a mantener por el resto de mi vida –ironizó-, yo no le creía nada al gobierno de Macri, pero pensé que a la economía la iban a gestionar elegantemente, al menos por un tiempo, pero duró una semana solamente”.