Prisma visita el lado oscuro de la luna: una odisea espacial por la discografía de Pink Floyd
Tocan este domingo a la noche en Comodoro Rivadavia. Son reconocidos como la mejor banda homenaje a Pink Floyd de la Argentina y Latinoamérica, y dentro de poco se van de gira por los Estados Unidos. Estuvieron el sábado en Trelew y el viernes en Puerto Madryn. Un repaso de los clásicos de la mega banda mundial con una puesta en escena espectacular.
¿Cómo viajar por todas las etapas de la vida de la mítica banda Pink Floyd en un lapso momentáneo de dos horas sin perder la razón? Prisma, Pink Floyd Experience, no es un tributo, es un viaje de ida –cabeza inclinada hacia arriba, las manos aferradas a los asientos, ajústense los cinturones- a la galaxia de la banda que inventó The Dark Side of the Moon, The Wall y Wish your were here, por nombrar algunas de sus obras cumbres.
Prisma toca este domingo a la noche, desde las 20 horas, en el teatro María Auxiliadora de Comodoro Rivadavia. La banda, que salió de gira por el sur del país, viene de tocar el viernes en el teatro Auditórium de Puerto Madryn y el sábado en el teatro Verdi de Trelew.
Diego Martínez, guitarrista de la banda –un estudioso del sonido de Gilmour- prefiere hablar de una experiencia que pone en alerta todos los sentidos antes que de una fría interpretación de las canciones de Pink Floyd.
“El objetivo es transmitir desde nuestra impronta la esencia de los shows de Pink Floyd. Cuando nosotros estamos en el escenario vemos que la gente cierra los ojos y balancea la cabeza es que entró en el viaje. Pink Floyd es una banda para todos los sentidos”, cuenta.
Y he aquí la primera cuestión: el karma de querer ser y no ser Pink Floyd, el prurito “muy argentino” de ser una banda de covers que a los músicos de Prisma nunca lo desveló -asegura Diego Martínez-, porque no hay nada más para un grupo de músicos que interpretar un repertorio de una de las bandas más grandes del mundo.
Todo empezó un día en 2013 en una sala de ensayo en Pinamar. En ese momento Prisma no estaba en la cabeza de ninguno. Eran un grupo de músicos -algunos jazzeros, otros más clásicos- que se juntaban a tocar como un hobbie, y cada uno tenía su banda y componía sus propios temas.
“Coincidimos en una sala de ensayo, nos fuimos juntando a zapar y surgió el denominador común de Pink Floyd; y eso llevó a que sacáramos uno dos o tres temas y fue tomando forma la idea de hacer un único show homenaje a Pink Floyd”, cuenta Diego Martínez.
El homenaje a Pink Floyd, que la rompió en la costa atlántica, derivó en Prisma, un desprendimiento de la nave madre comandada por Roger Waters y David Gilmour, que hoy tiene entidad propia. Y lo que en un principio parecía una locura los llevó a estos músicos a hacer ocho giras por la Argentina, recorrer toda Latinoamérica y próximamente llegarán a los Estados Unidos.
Nada de esto era imaginable antes de que salieran a tocar por primera vez. Nadie podía creer que pudieran reproducir con fidelidad la puesta en escena de una de las bandas más imponentes de la historia del rock.
“A cada uno que le decíamos che, vamos a hacer un homenaje a Pink Floyd, nos miraba diciendo están locos, no por la complejidad musical pero sí por la complejidad de matices y texturas y climas que hacen que requiera un esfuerzo adicional sacar una canción", dice Martínez.
LOS DOS MITADES
Y eh aquí la segunda cuestión: ¿cuál es la etapa más pinkfloydeana de Pink Floyd? ¿cuándo una banda de rock progresivo que rompió todos los esquemas pasó a convertirse en un clásico? ¿Waters o Gilmour?
“Por ser un guitarrista que siempre admiré me inclino hacia Gilmour, pero debo reconocer que uno sin el otro no hubiera podido lograr lo que lograron. Waters y Gilmour son las dos mitades perfectas de un combo creativo, como Lennon y Mac Cartney, son dos genios por separado pero la genialidad absoluta la lograron juntos”, señala Martínez.
En un viaje dos horas, Prisma recorre la mayor cantidad de discos de la banda que pueden hacer encajar en el tiempo y el espacio. La constelación Pink Floyd salta de los primeros discos lisérgicos y psicodélicos con Syd Barret, pasando por el viaje interior de Roger Waters en The Wall y la crítica despiadada al mercado con Money, hasta el final The Division Bell con Gilmour liderando la banda.
“Nuestra obligación es cubrir la mayor cantidad de las etapas por las que pasó Pink Floyd. La banda tuvo una etapa psicodélica hasta el ´72, después los grandes éxitos con The Wall, The Dark Side of the Moon y Wish you were here, y la época post-Waters", describe el guitarrista.
VIGENCIA DE LO CLÁSICO
¿Por qué seguir escuchando Pink Floyd? ¿Cuándo envejece una banda de rock? ¿Madre, creés que tirarán la bomba?, se preguntaba Roger Waters en tiempos oscuros de la Guerra Fría. Hay bandas que escriben desde el futuro y, de vez en cuando, nos envían mensajes codificados que llegan en forma de canciones y las captamos con los radares de nuestros sentidos.
Pink Floyd –como The Beatles, como Radiohead- es una de esas bandas que no envejecen y siempre suenan contemporáneas. “Pink Floyd fue la primera banda que logró la masividad que cuando llegaba a un estudio hacía lo que quería más allá de lo que le imponían las discográficas. La etapa progresiva primaria es muy experimental, los tipos en vez de perseguir el éxito perseguían su idea creativa", dice Martínez.
Y la estela de Pink Floyd brilla en el loco diamante de Tom Yorke, el líder de Radiohead, que irradia su luz en las nuevas generaciones que prefieren dar el salto al vacío en vez de desvanecerse en el grito lacónico y desesperado de "hey vos, ahí afuera en el frío, ¿podés oírme?"
"Los más jóvenes lo adoptaron como una religión. Pink Floyd es tan respetado así como vino Radiohead a hacer lo mismo. Hay un gran respeto de los chicos por los artistas que la juegan por lo que sienten y no por lo que el mercado dice, y Pink Floyd fue eso”, dice Martínez.
Y lo que queda oscuramente claro es que los problemas de la humanidad de los que habla Pink Floyd en las letras de las canciones nunca envejecen. Es que si algo caracteriza a las bandas de la era post atómica es la consciencia muy presente en estos días de conflictos bélicos, de la Destrucción Mutua Asegurada (MAD).
Pink Floyd como una nave nodriza que viene de otro planeta a contarnos el final de las noticias del mundo. Como las peores pesadillas imaginadas por J.G Ballard en El Imperio del sol, que llevó al cine Steven Spielberg. La imagen del niño fascinado con los aviones bombardeando el campo de guerra.
Y así en una dimensión paralela están tocando Roger Waters y David Gilmour, y nos advierten sobre los mismos viejos miedos de siempre, y en la línea de fuego o en una fina capa de hielo, todavía resuena desearía que estuvieras aquí.
Y así vamos en el nuevo siglo.
¿Hay alguien ahí afuera?