RAWSON (ADNSUR) - La reserva natural de Punta Tombo, ubicada 100 kilómetros al sur de Rawson, llegó a su etapa más poblada del año y se estima que más de un millón de pingüinos de Magallanes llegaron a sus playas pedregosas esperando para ingresar al mar e iniciar el proceso migratorio.

"La colonia de Punta Tombo está completa", escribieron los guardafaunas de la reserva en su página de Facebook. Fueron ellos los primeros en advertir este fenómeno que se repite cada año.

Los guardafaunas precisaron también que "Punta Tombo sigue a pleno, juveniles en la playa y pichones en los senderos mudando el plumaje preparándose para la partida hacia el mar".

Los protagonistas del momento son los pichones que esperan formados en la orilla pedregosa su turno para enfrentar las olas y recibir de los adultos las primeras "clases" de supervivencia en las frías aguas de la costa del Chubut, en un espectáculo que es observado por numerosos turistas.

"Ha sido una buena temporada, con mucha presencia de turistas y con los ejemplares que se observaron sanos, con buen peso y sin ningún proceso de empetrolamiento ni nada que altere su ciclo vital", explicó a Télam el subsecretario de conservación y áreas protegidas del gobierno del Chubut Néstor Raúl García.

Los pichones de la mayor pingüinera de esa especie del mundo -la reserva abarca 210 hectáreas-, ya cambiaron el plumón gris oscuro por las plumas de juveniles que les permiten enfrentar las olas y hacerse a la mar, en uno de los mayores desafíos de su proceso de crecimiento.

"Los pingüinos están esperando finalizar el cambio de plumas para poder comenzar su viaje migratorio, son grupos subadultos, juveniles nacidos en la temporada anterior y también de esta temporada" aclaran en su cuenta de Facebook los guardafaunas de Punta Tombo.

La etapa de la incursión en el mar es una de las más atractivas de la colonia, porque los pingüinos parecen estar "esperando turno" en la orilla, a la que llegaron tras recorrer entre 300 y 1.500 metros, según donde esté ubicado el nido, en la inmensa reserva que crece cada año y cerrará en un par de meses, cuando quede vacía y concluya la temporada turística.

Los ejemplares de "Spheniscus magellanicus", tal su nombre científico, comienzan a observarse en Punta Tombo entre octubre y noviembre de cada año en una actitud muy activa, pues ni bien arriban comienzan a acondicionar sus nidos "escarbados" bajo las matas achaparradas de la reserva, que es visitada en promedio por 65.000 turistas por año.

La gestación dura 42 días, durante los que ambos padres se turnan para empollar e ir a alimentarse al mar con un menú que incluye sardinas, pejerreyes, anchoítas, calamares y krill.

Durante el período de incubación de un huevo por pareja (a lo sumo dos), los pingüinos adultos deben mostrar toda su ferocidad para defender la nidada ante la incursión de depredadores naturales como las skúas, la gaviota cocinera, la gaviota austral y la paloma antártica.

Pero no sólo son aves las que acechan: también animales terrestres como el zorro colorado, el armadillo y el zorrino aprovechan la distracción de los padres para hacerse de huevos o crías indefensas.

Los polluelos nacieron cubiertos de un plumón gris oscuro y, tras un par de meses, lo mudaron por un plumaje juvenil que les permite realizar sus primeras incursiones en el mar para buscar su propio alimento.

En esta época del año, al atractivo central de los pingüinos se suma la coexistencia con una variada fauna de aves marinas en el entorno de Punta Tombo como cormoranes, gaviotas cocineras, gaviotas australes, gaviotines, skúas y ostreros.

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