Quiénes tendrán en Argentina el privilegio de ver la luna de sangre
El eclipse no será visible el todo el territorio nacional
CAPITAL FEDERAL - El eclipse lunar del próximo 27 de julio será el de mayor duración de todo el siglo XXI. El fenómeno, denominado "Luna de Sangre" por la coloración que adoptará la Luna, será visible en su totalidad en la mayor parte de Europa, África, Medio Oriente, Asia central y Australia. Pero también podrá ser apreciado, de manera parcial, en algunas partes de América Latina.
La "Luna de Sangre" se podrá apreciar en el este de Sudamérica, como por ejemplo en Buenos Aires, Montevideo, Sao Paulo y Río de Janeiro. En esas y otras ciudades cercanas, el evento será visible durante la salida de la Luna por el horizonte. Se podrá ver un eclipse penumbral, es decir, la sombra se proyectará sobre el satélite sin bloquear toda la luz. Esto ocurrirá a partir de las 18:30 y hasta las 20:30, hora de la Argentina.
El fenómeno, desde su inicio hasta su finalización, durará alrededor de seis horas y comenzará a las 14:30 hora de la Argentina. El punto máximo del eclipse será a las 17:21 hora local, por lo que no podrá ser apreciado en ese punto.
El eclipse será transmitido en vivo y en directo desde Namibia a través del canal sky-live.tv.
Por otro lado, según la NASA, el mejor punto en el planeta para poder apreciar el eclipse lunar es el Océano Índico. Allí, la Luna no desaparecerá nunca de la vista y adquirirá un tono más rojo.
Los horarios donde transcurrirá el punto máximo del eclipse lunar:
Argentina, Uruguay y Brasil: 17:21 horas.
Colombia, Perú y México: 15:21 horas.
Chile, Bolivia y Estados Unidos (Costa Este): 16:21 horas.
España, Italia y Francia: 22:21 horas.
Así se desarrollará el eclipse según los horarios de Argentina:
Inicio de la penumbra: 14:14 horas.
Inicio del eclipse parcial: 15:24 horas.
Inicio del eclipse total: 16:30 horas.
Punto máximo del eclipse: 17:21 horas.
Finalización del eclipse total: 18:13 horas.
Fin del eclipse parcial: 19:19 horas.
Fin de la penumbra: 20:28 horas.
Fuente: LA NACION