“Toda estructura tiene sus mañas”, dice Ingrid Aguilera (42), una tapicera de Próspero Palazzo que cada semana enseña este arte a mujeres de diferentes barrios.

En uno de los salones de la Biblioteca Popular de Astra, ella transmite a sus alumnas los secretos de este viejo oficio que siempre está vigente.

Ingrid tiene 42 años, es de Santa Cruz y a los 18 se vino a vivir a Comodoro Rivadavia. Cuenta que aprendió el oficio de su viejo. Él era tapicero y siempre vio cómo hacía su trabajo, algo que aún recuerda. “Siempre me gustó observar lo que él hacía. Mi papá solía trabajar de esto, yo miraba y me gustaba. Así que hace 8 años comencé a hacerlo”.

Ingrid admite que le resulta muy interesante la tapicería para restaurar muebles viejos. Precisamente, eso es lo que hace que muchas personas se animen a ir a los cursos que realiza en Astra.

“Muchos vienen por hobby", con timidez a ADNSUR "Con ganas de arreglar sus muebles en casa porque en estos tiempos conviene retapizar y reciclar. Los precios de los sillones se han ido muy alto, y si bien hay que tener en cuenta que el trabajo de tapicería no es barato, hoy en día conviene”.

Por ejemplo, ese el caso de Jorgelina, una mujer que cada semana viaja de Kilómetro 5 a Astra para poder aprender este arte.

Según contó a ADNSUR ella comenzó por hobby y para restaurar los muebles de su casa. “Me parecía super interesante poder reciclar los muebles de la casa y también como una salida laboral, porque una vez que arrancás con esto es un viaje de ida. Empecé con una silla, una silla de escritorio y ahora arranque con un sillón que me regalaron”, cuenta con orgullo.

Ingrid admite que cada vez más gente se vuelca a la restauración, y la explicación está en la diferencia de valor entre arreglar y comprar. “Antes quizás la gente optaba más por restaurar un mueble antiguo, quizás herencia familiar, a diferencia de algo nuevo, pero ahora, con la crisis que se vive, la gente quiere restaurar todo, desde sillas, sillones, hasta banquetas”. 

¿Pero cuál es el secreto para ser un buen tapicero? Ella no duda: son los detalles y saber también un poco de carpintería. “Hay que ver mucho los detalles, porque esto casi siempre va de la mano con la carpintería. Cuando desarmás tenés que ver que la madera esté firme, que la estructura esté firme y sirva; y si no...la reacomodamos, la ajustamos y ahí arrancamos con lo que querés”.

Respecto al curso, Ingrid cuenta que puede ir gente de todas las edades, que en el taller tienen máquinas y un lugar amplio donde trabajar, pero que además no requiere grandes insumos.

“Puede venir gente de todas las edades. Los materiales no son grandes cosas, porque es tela y goma espuma, cosas que se consiguen. Las máquinas las tenemos acá igual, y tenemos disponible el lugar, es muy amplio”.

Ingrid es de pocas palabras, pero sus trabajos hablan por ella. En su cuenta de Instagram “Arte y Tapicería Cr” figuran sillas, sillones, hasta los asientos que hizo para un local gastronómico de la calle Necochea.

Es que como dice siempre le gustó la tapicería, un oficio en el cual se capacita permanentemente y donde siempre van apareciendo cosas nuevas.

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