BUENOS AIRES - Un agente de la Policía de la Ciudad tocó el portero eléctrico de un edificio de Avenida del Libertador al 3500 para hablar con Alejandro, el marido de Sara Oyuela, quien desde las 13.20 del martes se encontraba recostada en su reposera tomando sol, sin registrar el período de aislamiento social dictado por el Presidente de la Nación​.

-Señor Alejandro, ¿puede bajar por favor y convencer a su esposa, que está tomando sol en el Parque 3 de Febrero, a que vuelva a su domicilio?

-Discúlpeme pero no puedo bajar. Sepa entender, hace 32 años que estamos casados y nunca la pude convencer de nada.

La de Sara Oyuela fue la impensada historia del día, especialmente por sus pinceladas bizarras. Cuatro agentes de la Policía de la Ciudad, varones, intentando durante una hora disuadir a la jubilada que vive enfrente para que vuelva a su domicilio. Eran cerca de las 15 de este martes. Pero Oyuela, sin ruborizarse le contestò: "Necesito aire y sol, un rato más, hasta las 15,20. Después me iré". Llegaron más agentes, esta vez dos femeninos, y Sara ya no pudo mantener su audaz transgresión.

Lo que siguió después fue aún más fellinesco. Los autos sobre Avenida Libertador circulando a toda velocidad y Sara, con su canasto y la reposera a cuestas, indignada y enceguecida cruzando en rojo, a metros de la senda peatonal (de la calle Santa María de Oro), maldiciendo a los policías que intentaban protegerla. "Tuvimos que parar el tránsito de manera desprolija porque de lo contrario se la llevaban puesta", deslizó uno de los responsables del operativo.

Sara indignada cruzando Avenida Libertador.

Pasaban los minutos, Sara quería subir a su departamento pero la Policía de la Ciudad la retuvo porque debía esperar que se expidiera el Juzgado Federal Nª12, que determinó no imputarla ni sancionar a la mujer por desacato, "Iba a ser un dolor de cabeza detenerla", señaló otro agente. Mientras, desde los balcones aplaudían a la señora, pero también surgió una imprevista discusión entre vecinos que la apoyaban y los que la criticaban.

De hecho, hay que tener en cuenta que un vecino indignado llamó al 911 cuando observó una postal tan normal como extemporánea: una mujer recostada en una reposera, bronceadísima, y lanzando bocanadas como si no sucediera nada excepcional. "Masculino refiere que habría un femenino tomando sol y fumando en la plaza. Personal indica que ya le habrían indicado que se retirara en otra oportunidad, pero habría vuelto". Así llegó la denuncia al móvil policial.

"Estoy indignada, no puedo creer que se haya armado tamaño revuelo, ¿Qué hice de malo? ¿Arman semejante despiole porque una vieja de 83 años bajó a tomar sol a un parque que tiene más de 30 hectáreas? Este Larreta, por favor, y eso que yo lo voté pero si lo veo lo cacheteo, medidas como éstas generan rechazo, ¿a quién se le ocurre encerrarnos eternamente? Yo necesito aire y sol, por salud, tengo epoc y un cáncer de pulmón".

Algo más serena, un rato después de la polémica que se viralizó en todos los medios, Sara atendió a Clarín. "Yo voy a salir cuantas veces quiera, no contagio a nadie, no se me acerca nadie, tomo todos los recaudos. A mí no me pueden obligar a no salir, yo soy grande, no tengo toda la vida por delante", dijo.

-Pero usted sabe que es población de riesgo y que no puede salir salvo que tenga un permiso especial...

-Larreta dijo que no van a sancionar a nadie. Y sí, yo soy grande, pero qué tiene. ¿Me tienen que tirar a la basura? Soy una mujer adulta, me sé cuidar, ando con barbijo y guantes, no estoy al lado de nadie. Toda mi vida tomé sol, soy adicta al sol y a los cigarrilos.

-¿Qué le diría al jefe de gobierno de la Ciudad si la llamara?

-Que no pierda tiempo en pavadas y que se fije más en las colas que hay en los bancos, en los locales de Pago Fácil, acá nomás en Plaza Italia hay un gentío, todos pegados. Yo soy una vieja que entiende que no tiene que haber acercamiento.

-¿Pero entiende que la restricción es para todo el mundo?

-Yo ya no aguanto más. Hace un mes que estoy confinada. Vivo en un departamento interno, no tengo balcón, la terraza del edificio, el gimnasio y la pileta están cerrados. ¿Qué hago? Yo estoy enferma. Necesito aire.

-¿Por qué está tan enojada, Sara?

-Porque la policía me maltrató, Me agarró de un brazo, no me quería dejar entrar al edificio y también el sábado me habían tratado de mala manera.

-¿El sábado había salido a tomar sol?

-Claro, si era un día hermoso, soleado. Pero se me acercaron unos agentes, me hablaban a centímetros, me deben haber contagiado todas las pestes. Unos guarangos.

-¿Y no dudó en volver a salir hoy?

-No, para nada. Y mañana no creo, porque me acabo de fijar en el pronóstico y estará nublado. Pero el jueves pienso salir de nuevo.

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