Sebastián Reyes, el bioquímico de Comodoro que captura la magia del fondo del mar
A Sebastián Reyes siempre le gustó el mar. Quizás por eso, ya de grande, el buceo y la fotografía submarina terminaron convirtiéndose en una pasión para él. Te contamos la historia de este bioquímico que se reencontró con Comodoro en el agua, allí donde el paisaje y la diversidad hacen único a este punto de la Patagonia.
“Es fantástico; nunca te imaginás lo que vas a ver abajo. Es increíble, realmente es apasionante”, dice Sebastián Reyes (49), y con 16 palabras resume todo lo que siente cada vez que bucea en las costas del Golfo San Jorge; aquellas tierras donde muchos solo piensan en petróleo, trabajo y cerro, pero sin duda tienen mucho para ofrecer.
Reyes sabe de qué se trata. Es bioquímico graduado por la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y hace 11 años decidió meterse de lleno en el mar para conocerlo en profundidad. Primero hizo un curso de buceo y luego otro de fotografía submarina. Es que reconoce que cuando vio las fotos que otro buzo hacía bajo el agua le voló la cabeza.
“Yo quedé fascinado y dije quiero hacer eso. Con el tiempo empecé, porque primero tenés que tener cierta destreza para manejarte abajo del agua, pero es mágico, siempre es descubrir algo nuevo”.
Reyes asegura que la geografía debajo del mar contrasta con lo vemos en tierra. Arriba hay cerros, pampa y mucha aridez; abajo cientos de colores que se combinan con cuevas, cavernas y una multiplicidad de especies; desde estrellas de mar, pulpos, peces hasta lobos marinos, todo en un pequeño espacio.
“La vida marina, tanto la flora como la fauna, es realmente fabulosa en esta zona. Podés estar 20 minutos en un solo sector y en un metro cuadrado encontrás de todo. Muchas de las fotos que yo saco me preguntan si es acá, y sí, es acá. Yo siempre me acuerdo que una de las primeras veces que me metí llevé una linterna y como abajo se van aplacando los colores, cuando la prendí estallaron... fue realmente fascinante”.
El bioquímico cuenta que descubrir la vida en el fondo del mar lo ayudó a reconectarse con Comodoro. Estaba cansado del viento, la monotonía y el frío, y terminó descubriendo una pasión que lo acompaña día a día.
Lo cierto es que en su caso siempre tuvo un vínculo especial con el agua. De chico siempre fue amante del mar y ya de grande, cuando volvió a Comodoro, tras un paso por Buenos Aires donde fue por una beca, se volcó a la natación y luego al buceo, primero en forma libre y más tarde especializándose.
Hace unas semanas, en el Día del Fotógrafo, la Municipalidad homenajeó a los amantes de esta profesión mostrando el trabajo de diferentes fotógrafos. Uno de los elegidos fue Sebastián, quien también se especializa en fotografía nocturna.
“La verdad es que me encantan los dos tipos de fotografía. También juego con fotografía de paisaje. Acá tenemos lugares hermosos, pero te alejás un poco, deja de haber contaminación lumínica y es increíble la cantidad de estrellas que se pueden ver cuando hay luna nueva. Realmente es impactante. Te quedás mirando el cielo y es increíble”, dice con entusiasmo.
A lo largo de estos 11 años Sebastián ha tenido la posibilidad de viajar por diferentes lugares de Argentina y también el exterior. Y segura que cada lugar tiene su particularidad, pero Comodoro no tiene nada que envidiar.
“Tenemos un lugar hermoso para bucear por toda la costa, principalmente Caleta Olivares, entre el Farallón y Caleta Córdova. Punta del Marqués también es un lugar muy lindo, pero hay que ir embarcado porque es una zona protegida. Cada lugar tiene su particularidad. Madryn tiene barcos hundidos, acá tenemos mucho relieve, y en lugares como el Caribe la gran ventaja es que tenés mucha visibilidad, a mucha distancia. Pero acá también es hermoso. Donde hay piedras siempre nos metemos en cualquier época del año. A mi me gusta más ir en invierno. El agua es más clarita, la temperatura es de 5° o 6°, pero uno está tan apasionado que es lo que menos te importa”, dice con emoción.
Como cuenta, él es un apasionado del buceo, por esa razón, quiere que otros se contagien de esta pasión, y no duda en decirle a la gente que se metan al agua a ver lo que hay.
“Si hay rocas o donde haya una restinga van a encontrar un mundo fascinante. Simplemente tienen que ponerse una máscara y mirar debajo del agua; es hermoso lo que se van a encontrar”, sentencia, este hombre que aprendió a captar la magia que tiene la profundidad del mar, ese recurso que en Comodoro aún se debe explotar.