Son gemelos, crecieron en Comodoro y trabajaron en la construcción del satélite argentino SAOCOM 1B
Gerardo y Gabriel Toledo son gemelos, hicieron la secundaria en el Colegio salesiano Dean Funes y en la actualidad trabajan en el INVAP, empresa detrás de la fabricación del SAOCOM 1B, el satélite argentino que este domingo fue lanzado al espacio desde Estados Unidos. En ADNSUR te contamos la historia de estos hermanos que sienten orgullo de la educación técnica que recibieron en Comodoro.
COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Solo tenían 12 años cuando los hermanos Gerardo y Gabriel Toledo se vinieron a vivir a Comodoro Rivadavia con sus padres. Estaban por comenzar la secundaria y no imaginaban que su educación técnica los iba a marcar de por vida, hasta llevarlos a participar de la fabricación del SAOCOM 1B, el satélite argentino que este domingo fue lanzado al espacio desde el Centro Espacial de Cabo Cañaveral, Estados Unidos.
Son días de satisfacción para estos gemelos. El SAOCOM 1B ya vuela en el espacio, con el sello 100% argentino. La campaña de lanzamiento contó con la participación de más de 50 profesionales de CONAE, INVAP, VENG y el Grupo GEMA de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Algunos estuvieron en Estados Unidos, donde se hizo el lanzamiento, otros en Córdoba, Buenos Aires y el resto en Río Negro, donde tiene su sede el INVAP, donde trabajan los hermanos Toledo.
Desde Bariloche Gerardo dialogó con ADNSUR y contó sus sensaciones. “Para mi esto es un sueño hecho realidad. Es muy grande el orgullo que uno siente como argentino de participar de este tipo de proyectos, es algo fabuloso, algo difícil de contar porque es una mezcla de emociones. Así como lo siento yo lo sienten el resto de las personas que trabajan acá”, explicó.
UNA VOCACIÓN QUE NACIÓ EN LA JUVENTUD
Gerardo y Gabriel nacieron en Rawson, pero a los 12 años se vinieron a Comodoro por el trabajo de su padre. En la capital del petróleo terminaron la primaria y cursaron la secundaria. El Colegio salesiano Dean Funes fue donde inició una apasionante carrera vinculadas a la electrónica.
Precisamente, la historia de ellos se conoció gracias a un posteo que Gerardo realizó en un grupo de ex alumnos del Dean Funes, donde agradeció su formación técnica.
“Nosotros nacimos en Rawson pero a los 12 nos vinimos a Comodoro”, contó a ADNSUR. Terminamos la primaria en la Escuela 43 y después, en el 85, continuamos en el Dean Funes. Ahí nos recibimos en el 91 y nos fuimos a estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía”.
Gerardo y Gabriel terminaron la carrera en 2001, uno de los peores años del país en las últimas décadas. A la distancia Gerardo admite que fue complicado encontrar trabajo. Sin embargo, luego de un tiempo pudieron ingresar al petróleo en distintas empresas.
Los hermanos Toledo continuaron sus caminos por separado.
EL SUEÑO HECHO REALIDAD
Gerardo trabajó principalmente en el norte de Santa Cruz y sur de Chubut. Pasó por varias empresas, hasta que se cansó: el sueldo era bueno, pero el trabajo no le gustaba y muchos menos los diagramas.
“El sueldo era excelente, pero no me satisfacía el trabajo en sí, más que nada por lo que había estudiado, porque no estaba haciendo nada relacionado a mi carrera. Entonces era el sabor amargo de estar recibido pero no poder desarrollarme en lo que me gusta”, recuerda sobre esa época de térmicos, yacimientos y madrugadas.
Mientras trabajaba en el campo, Gerardo seguía buscando trabajo y cada vez que veía un ofrecimiento en internet mandaba su curriculum. Un día cualquiera el telefóno de su casa sonó y al otro lado lo llamaban del INVAP. Estaban haciendo una búsqueda de personal.
“Yo no conocía la empresa, la busque mientras hablaba por teléfono y cuando ví que hacían radares y satélites, no lo podía creer”, confiesa.
En ese momento el destino no quiso que Gerardo trabaje en el INVAP. Sin embargo, lejos de bajar los brazos siguió pensando en la posibilidad de trabajar allí y guardó los contactos que había hecho en sus entrevistas.
La vida en el yacimiento continuó, pero un día dijo basta, decidió renunciar e ir en busca de su sueño. “Agarre el auto y me vine a Bariloche con la libretita que tenía. Me contacté con una de las personas que había conocido y le dije que quería trabajar en INVAP”.
Gerardo volvió a Comodoro con la esperanza a cuesta y una semana después lo llamaron para que se presente en la empresa. “Fue una alegría tremenda. Tuve que dejar mis amistades y mi familia y vine a Bariloche”, recuerda.
En los inicios trabajó en energía eólica. Estuvo unos años en ese sector hasta que fue transferido a aeroespacial. Por ese entonces, su hermano, por merito propio ya había entrado también a la misma empresa.
En esa área Gerardo comenzó a trabajar en el sector de potencia del SAC - D, satélite que llevaba un instrumento realizado por el JPL (Jet Propulsion Laboratory) de la NASA, donde trabaja otro hombre que vivió y estudió en Comodoro: el ingeniero Guillermo Blando.
Y en 2015 fue cuando comenzó a trabajar en el proyecto Sabia - Mar, un satélite que llevaba adelante INVAP.
En forma paralela junto a Gabriel también colaboró en el SAOCOM 18 que se lanzó el domingo luego de reprogramarse en dos oportunidades.
Sobre esos trabajos, explica. “Junto con CONAE y otras empresas se trabajó toda la plataforma del satélite, toda la parte de estructura, software, estructura, el sistema térmico, la parte de radiofrecuencia y comunicaciones. Yo estaba como ingeniero electrónico del grupo de radiofrecuencia. Al principio hice algunos diseños electrónicos, algunas placas y luego mucha documentación de ensayos y alguna investigación de radiofrecuencia”.
La entrevista va llegando a su fin. Gerardo agradece, no solo al INVAP sino también al Dean Funes, institución que les terminó dando un camino de vida. “El colegio nos dio mucho. Cuando hice el posteo en el grupo de Facebook quería agradecer la formación que me dio, a los docentes, los directivos. Tuve muchos saludos y no esperaba que genere eso. Fue algo muy lindo, realmente el colegio me dio mucho, como también el INVAP. Entrar a trabajar acá fue un giro radical en mi vida, nunca pensé que iba a terminar haciendo lo que miraba desde lejos. Uno no deja de maravillarse de lo lindo del trabajo y de trabajar con gente maravillosa. Aprendés todo el tiempo”, sentencia este ingeniero que se siente orgulloso de la educación técnica que recibió en la ciudad donde creció.