COMODORO RIVADAVIA - Los científicos argentinos confirmaron que, en los últimos años, la población de algunas especies de tiburón, antes habituales en las costas argentinas, descendió hasta niveles críticos. El cazón, por ejemplo, que suele visitar las costas chubutenses, descendió un 80%. La más afectada es el escalandrún, que desapareció en un 90%, y pescadores indican que hace 4 años no capturan ninguno.

Según una publicación de Nexciencia, la revista de ciencias exactas de la Universidad de Buenos Aires, investigadores del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos decidieron abordar nuevas metodologías para obtener datos sobre las poblaciones de tiburones, dada la falta de registros y censos sobre la abundancia de algunas especies de tiburón de gran tamaño y de interés pesquero como el escalandrún (Carcharias taurus), el bacota (Carcharhinus brachyurus) y el gatopardo (Notorynchus cepedianus).

“El trabajo está basado en lo que se denomina conocimiento empírico popular. Se realizaron entrevistas a pescadores experimentados que desde hace años se vinculan diariamente con el recurso y los resultados de la investigación reflejaron que, según la percepción que estas personas tienen sobre la abundancia de tiburón, la situación es crítica”, explica Alejo Irigoyen, investigador del CESIMAR (CONICET – CENPAT).

Por esta razón Irigoyen, junto con Gastón Trobbiani, también del CESIMAR, recorrieron la costa desde San Clemente del Tuyú, en la Provincia de Buenos Aires, hasta Rawson en Chubut para entrevistar a pescadores expertos y evaluar el estado de conservación de estas tres especies de tiburones.

Para este trabajo fueron elegidas, especialmente, 29 personas de vasta experiencia en la pesca de tiburón que viven en diferentes puntos del país a lo largo de 1.400 km de costa y que responden a un rango etario desde los 37 hasta los 74 años de edad. El tipo de entrevistas realizadas, se denominan semiestructuradas. “Es un mismo formulario de preguntas para todos, pero están especialmente pensadas para que el entrevistado pueda explayarse libremente y contar toda su experiencia sobre prácticas y técnicas de pesca”, afirma.

Con el objetivo de determinar la efectividad del método implementado, el investigador recogió un dato avalado desde la ciencia que indica que la población de Galeorhinus galeus, una especie de tiburón popularmente denominado cazón, descendió en un 80 por ciento y realizó entrevistas a los pescadores para ver en cuánto estimaban ellos la depresión de esta especie en particular. Las entrevistas arrojaron el mismo resultado.

“Los datos que se tienen desde la ciencia sobre el registro de tiburones y su patrón migratorio son también coincidentes con los que aportan los pescadores. El cazón pasa el invierno en el sur de Brasil y, a medida que la temperatura del agua comienza a subir con la llegada de la primavera, empiezan a descender hacia el Golfo San Jorge. Los pescadores de la localidad de San Clemente del Tuyú en provincia de Buenos Aires aseguran que estos tiburones visitan la región cuando florecen los aromos, hecho que ocurre en el mes agosto. Las investigaciones científicas disponibles indican lo mismo”, asegura.

El relevamiento, realizado por los investigadores a lo largo de una gran porción de la Costa Atlántica, señala una situación comprometida en todas las especies estudiadas pero destaca a una en particular: el escalandrún.

Los pescadores de la zona de Bahía Blanca señalaron que hace por lo menos cuatro años que no capturan un ejemplar. Estiman que en los últimos años su población descendió en un 90 por ciento”, comenta el científico.

Para el investigador, algunas actividades realizadas por el hombre afectan directamente a estos animales que además disponen por su naturaleza de algunas características que pueden tender a perjudicarlos. Tienen un lento crecimiento poblacional y la hembra pare apenas dos crías cada dos años. “Son animales con una historia de vida tan sensible que la pesca deportiva sin devolución podría llevarlos a la extinción”, concluye Irigoyen.

LAS PELÍCULAS EXAGERAN

Si bien desde el estreno en 1975 de la película Tiburón, el imaginario colectivo los ha asociado a bestias temerarias que devoran turistas en los Océanos, la estadística indica lo contrario. El ISAF (Archivo Internacional de Ataques de Tiburón, según sus siglas en inglés), estima la probabilidad de sufrir un ataque de tiburón en 1 entre 11,5 millones.

Las actividades que el hombre realiza en el mar, como la pesca comercial y deportiva, han afectado a varias especies de tiburón e incluso ha llevado a algunas de ellas al borde de la extinción. Sin embargo no se contaba con datos que permitieran evaluar el estado de conservación del escalandrún, el bacota y el gatopardo. “Es por eso que esta investigación nos permite obtener información valiosa para comenzar un camino de cuidado y protección de estas especies”, comenta Irigoyen.

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