“Cuando las lágrimas caen por tu rostro, cuando pierdas algo irremplazable, cuando amas a alguien pero es un desperdicio. ¿Podría ser peor? Las luces te guiarán a casa e iluminarán tus huesos y yo intentare consolarte”.

COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – En la semana de su muerte, Rodolfo le dijo a Romina, su hija que por entonces se preparaba para festejar sus 15 años, “escuchá esta canción de Cold Play…está es la canción que más me gusta”.

Un año después ella escribió parte de “Fix You” en un pequeño manuscrito que junto a Pierina, su mamá, y Gonzalo, su hermano mayor, tiraron al mar en el interior de una botella de plástico cubierto por una bolsa, sin saber que dos años y dos meses después un hombre rescataría ese mensaje en una playa de Australia.

Esta historia de cuento es real y sus protagonistas son comodorenses. Pierina (55), Gonzalo (21) y Romina (17) esta semana dialogaron con ADNSUR y contaron en detalle cómo se dio este desenlace que para ellos es mucho más que un mensaje.

Mientras que Stephen Hockey contestó el mensaje -usando un servidor desde Australia- luego que este medio se puso en contacto con él vía correo electrónico y redes sociales. Hockey respondió el email a ADNSUR y a través de su perfil de Facebook, aseguró que encontró la botella mientras caminaba en una playa “junto a su perro”. 

UNA HISTORIA DE AMOR

Rodolfo y Pierina vivieron juntos 22 años. Cuando se conocieron él estaba separado y tenía tres hijos. Juntos formaron una familia y así llegaron Gonzalo y Romina. Activo, amable y buen padre, Rodolfo era distribuidor y le gustaba la pesca.

En 2016 la familia se preparaba para celebrar el cumpleaños número 15 de la adolescente cuando ocurrió la desgracia. Pierina recuerda como hoy esos días. Romina y Gonzalo también.

Cuentan que esa semana de marzo Rodolfo llevó a Romina todos los días a su colegio, el Liceo Militar General Roca, y en uno de esos tantos viajes le dijo de la canción. Luego vino lo peor: un ACV que le terminó quitando la vida.

El dolor de la ausencia se hizo sentir en el corazón de su casa, allí donde viven en el sector de Standart Norte de Kilómetro 8. Pero había que seguir y Pierina, que por entonces todavía trabajaba como docente, lo sabía. Por esa razón, buscó todos los medios para darles fuerza a sus hijos, principalmente a Romina a quien el dolor se le hizo bronca y negación contra su fe.

El 3 de marzo de 2017, día en que se cumplió un año del fallecimiento de Rodolfo, “Fito” como lo conocían quienes lo conocían, ella tuvo una idea. “Uno trata de que los chicos sufran lo menos posible y tratar de sobrellevar la pérdida desde otro lugar; desde los buenos recuerdos, desde las cosas vividas; yo creo que esa es una manera de que uno no se olvide de la persona y que pueda hacer el duelo como más llevadero. Entonces como se cumplía un año me acuerdo que ese día fuimos a almorzar con mi familia y luego nos volvimos a casa y le dije ‘nos vamos a ir a la playa, a Caleta Córdova, y nos vamos a sentar un ratito porque a papá le gustaba mucho la playa o ir a pescar en lago. Esa va a ser nuestra forma de recordarlo’”, recordó Peirina ante este medio.

La mujer cuenta que decidió llevar una botella de Gatorade que estaba arriba de la mesa. Que le dijo a sus hijos que escriban un mensaje en una hoja, y que luego la metieron dentro de una bolsa y a la botella.

Pierina recuerda que Romina no quería arrojar el envase para no contaminar. Sin embargo, esta no era cualquier botella y decidieron hacerlo. “En realidad lo hice porque a veces estas cosas que te suceden te enojan con las cuestiones de creencia y mi hija estaba muy enojada con Dios porque se llevó a su papá. Entonces le dije vamos a hacer una cosa, vamos a llevar esta botella con lo que ustedes escriban y si esta botella alguien lo recibe, y puse un correo, esto te va a dar una respuesta. En algún lugar donde este tu papá te va a hacer notar que sabe lo que ustedes le pusieron en la hoja; y por otro lado que Dios existe”.

Esa tarde ellos se quedaron un rato en la costa de Caleta Córdova. Luego arrojaron la botella. Al principio parecía que no se quería ir. Sin embargo, en un segundo intento la vieron alejarse.

Pierina, Gonzalo y Romina continuaron sus vidas, con altibajos y los recuerdos latentes. Hasta que un día cambió todo.

UN HALLAZGO QUE LO CAMBIÓ TODO

Pierina recuerda que estaba en un evento de Romina cuando decidió chequear el correo electrónico. Era 17 de mayo y vio un mensaje en ingles que le llamó la atención. Ella comenzó a mirarlo sin entender su contenido hasta que vio en el asiento de un auto la hoja que ellos habían escrito.

Con un traductor online entendió lo que decía. “Hola. Mi nombre es Stephen Hockey y soy de la ciudad de Mount Gambier en el estado de Australia del Sur. Hoy temprano, mientras caminaba por la playa de Browns Bay, a unos 20 kilómetros del Mount Gambier, noté una botella en la playa que claramente contenía algo más que agua y aire. Parecía que contenía lo que llamamos una bolsa de congelador. Supuse que la bolsa del congelador podría contener algo más. Al abrirlo, encontré una nota que usted y otros miembros de su familia parecen haber escrito en marzo de 2017. Mi conocimiento del idioma español no es bueno, pero parece ser una hermosa carta para un ser querido fallecido”, comenzó diciendo.

Y continuó: “su dirección de correo electrónico apareció en la parte inferior de la carta, así que pensé que me pondría en contacto. Puede que haya pasado el tiempo y el tiempo hasta cierto punto cura las heridas, pero acepte mis condolencias por su pérdida. Me encantaría saber la historia de tu viaje de cartas. Estoy más que feliz de devolvértelo si puedo. Está fechado en marzo de 2017. ¿Fue cuando se arrojó al océano? ¿Puedes recordar dónde lo dejaste caer en el océano? Espero que tu inglés sea mejor que mi español y puedas leer esto bien. Me encantaría saber de usted”.

Stephen encontró la botella en la costa de Mount Gambier, una ciudad del sur de Australia de 25 mil habitantes, es decir que la botella recorrió miles de kilómetros casi en línea recta.  

“Cuando lo leí el mensaje, en ese momento, no podía creer lo grande de haber llegado desde acá hasta Australia, el trayecto que hizo esa botella. Pero sinceramente yo pensé que ‘llegue aunque sea a Rada Tilly porque mi hija tiene que ver esto’, pero nunca imagine que iba a llegar a Australia”, admitió Pierina.

Luego llegó el momento de mostrárselo a sus hijos. Gonzalo, que convive con síndrome de Down no ocultó su emoción a su manera y se preguntó “Guau ¿cómo fue la botella hasta Australia?” y Romina explotó en un emotivo llanto y recordó que su papá le había dicho alguna vez que Australia era el mejor lugar para vivir, tal como luego confirmó el mejor amigo de Rodolfo.

A partir de entonces Pierina y Stephen continuaron en contacto por correo electrónico. Intercambiaron mensajes y fotografías de su familia. El incluso ofreció devolver la botella y contar la historia para que llegue a más personas.

Stephen junto a su familia.

Esta semana ellos volvieron a contactarse para que Stephen esté al tanto de esta publicación. El no ocultó su emoción. Pierina tampoco. Es que como ella lo definió “fue una actitud de amor universal, él podría haber tomado la botella y listo”.

Sin embargo, la leyó, se tomó el trabajo de escribir y dar ese mensaje que tanto necesitaba ella como sus hijos. “Esto nos ayudó mucho a resolver el duelo, y esto es muy personal, pero es real que las personas que se van de alguna u otra manera siguen estando, y el mensaje importante es brindarle a los chicos la fe, el amor, la fuerza de eso”, sentenció Pierina quien recibió el mensaje que tanto soñó.

La playa se Australia donde Stephen encontró la botella.
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