Trashumancia, una actividad rural clave en la provincia de Neuquén
Los crianceros se desplazan por varios puntos para transportar a sus animales.
En el norte de Neuquén, la tradición ganadera de la trashumancia se erige como un testimonio vivo de una forma de vida ancestral. Más que una simple práctica ganadera, la trashumancia se convierte en una cultura arraigada que constituye un valioso patrimonio inmaterial de la provincia de Neuquén y de todo el país.
Este sistema, que sigue los ciclos naturales del clima, lleva a los pastores trashumantes, conocidos como "crianceros", Durante el invierno, establecen sus hogares en las tierras bajas del centro de la provincia, mientras que en el verano, se aventuran hacia las montañas, donde encuentran pastos tiernos en las faldas de la cordillera.
Principalmente dedicados al pastoreo de ganado caprino, con menor presencia de ovino y vacuno, los crianceros realizan impresionantes arreos hacia la montaña para la veranada y hacia los valles para la invernada. Estos desplazamientos son espectáculos conmovedores, marcados por la destreza de los crianceros en el manejo de los animales y las dimensiones imponentes de los rebaños.
Aunque las condiciones de vida son duras, con cada traslado llevando entre dos semanas y un mes, se han implementado mejoras a lo largo del tiempo. Se han establecido viviendas en las zonas de veranada y una escuela trashumante que sigue la ruta de las familias, permitiendo a los niños continuar con su educación.
Además, se están desarrollando iniciativas para fomentar el turismo ecológico, brindando a aquellos interesados la oportunidad de experimentar la trashumancia y participar en diversas tareas de campo, como señaladas y arreos, fabricación de dulces y quesos, esquila de animales, ordeño de chivas, teñido y tejido de lanas, así como la cosecha y siembra de aromáticas. Esta festividad única celebra no solo una forma de subsistencia, sino un legado cultural que perdura en el corazón de Neuquén.