Un científico chubutense, a un paso del "Nobel de Conservación": el martes entregan el premio
Se trata de Pablo García Borboroglu, quien es uno de los seis aspirantes de todo el mundo a recibir el ‘Indianpolis Prize’, por su labor vinculada a la protección de pingüinos. La distinción se entregará el martes en Londres y el investigador invitó por redes sociales a participar del evento virtual.
Pablo García Borboroglu es uno de los seis finalistas de un total de 60 nominados al premio y desde hace meses está ilusionado con ser el primer sudamericano en ganar el Indianápolis Prize. Es que, tal como detalló ADNSUR en marzo pasado, en en sus 10 ediciones, el certamen solo ha sido ganado por investigadores ingleses, canadienses y norteamericanos. ¿Ganará el chubutense?
El Premio de Indianápolis reconoce a los conservacionistas que han logrado importantes victorias en el avance de la sostenibilidad de una especie animal o grupo de especies, como en este caso García Borboroglu con los pingüinos.
García Borboroglu es investigador principal del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR) del CENPAT.
El científico chubutense es reconocido por su trabajo en el área de investigación y para mejorar la gestión de hábitats utilizados por estos animales mediante la creación de grandes áreas protegidas, que incluyen casi 13 millones de hectáreas de hábitat costero y oceánico.
Este martes 16 de mayo se conocerá al ganador del premio que se entregará el 30 de septiembre, en una gala en Estados Unidos.
“Quiero invitarlos al anuncio virtual del ganador del Premio Indianápolis el próximo martes 16 a las 11:30 am hora Argentina. Por favor, utiliza el enlace en la Biografía para registrarte y recibir otro enlace de Zoom para acceder al evento virtual”, pidió el investigador chubutense en su cuenta de Instagram.
Sin embargo, para el investigador chubutense, él ya ganó, tal como dijo a ADNSUR desde Madryn, donde está radicado.
“Para mí ya es un gran logro estar en la final de la elección. Es la primera vez que me nominan y es muy relevante porque este premio se conoce como el Nobel a la Conservación. El jurado valora mucho el trabajo realizado, la dedicación y el esfuerzo, entonces estar con el grupo de finalistas es algo muy grande. Así que estoy más que feliz, porque además esto ayuda a visibilizar lo que uno está tratando de proteger y abre muchas puertas, legitima el trabajo que uno hace”, le dijo a esta agencia en marzo pasado.
Pablo tiene 53 años y es oriundo de Mar del Plata pero tiene corazón patagónico. Su abuelo vino desde Grecia a Argentina y se radicó en Comodoro donde conoció a su esposa y tuvo un conocido local comercial, heladería Atenas, un ícono de la época.
En Comodoro vivieron varios años hasta que se mudaron a Mar del Plata, la ciudad donde nació el protagonista de esta historia.
Según Pablo, sus abuelos fueron quienes le inculcaron el amor por los pingüinos, principalmente su abuela. “Ella me contaba las historias de cuando iba a ver a los pingüinos, que en ese momento no había nada organizado. Ese fue mi primer contacto con los pingüinos. Fue ella quien me conecto con la naturaleza”, asegura.
El investigador del CONICET y fundador de Global Penguin Society fue nominado finalista junto a Christophe Boesch, del Instituto Max Plank de Antropología Evolutiva y la Fundación Chimpancé Salvaje de Alemania; la norteamericana Karen Eckert, de la Red de Conservación de Tortugas Marinas del Gran Caribe; Biruté Mary Galdikas, de Orangutan Foundation International de Indonesia; Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México por su trabajo con jaguares; Gladys Kalema-Zikusoka, de la Conservación a Través de la Salud Pública por su trabajo con los gorilas de montaña de Uganda.