ESQUEL - El Ministerio de Seguridad le entregó ayer a última hora al magistrado Guido Otranto la declaración interna del cabo Darío Rafael Zoilán, uno de los cuatro escopeteros del escuadrón El Bolsón, que reconoció haber efectuado "uno o dos disparos" con postas de goma a seis metros de distancia, a través de una barrera tupida de sauces, a un manifestante que cruzaba el río Chubut.

En su testimonio, el gendarme afirmó que los disparos fueron "hacia arriba" con su escopeta larga High Estándar y que el encapuchado, a quien divisó como "una sombra" por su vestimenta negra o azul, logró cruzar el río. Luego -dijo- huyó con otro manifestante en dos caballos que, con sendos jinetes a cara descubierta, los esperaban del otro lado de la ribera.

Ese testimonio fue puesto ayer a disposición del juzgado, ya que hoy Zoilán declarará ante Otranto. Como en el resto de las testimoniales, el magistrado cuenta además con otra declaración del cabo, efectuada ante el comandante general de la Gendarmería, Luis Lagger.

También mañana se presentarán ante el juzgado el Primer Alférez Emmanuel Echazú, otro de los escopeteros, y los cabos Diego Ramos y Aníbal Cardozo.

El nuevo testimonio, en video y desgrabado, fue tomado el 7 de septiembre en el marco de la investigación interna que realizó el Departamento de Seguimiento de Causas de Violencia Institucional y Delitos de Interés Federal, de la cartera de Seguridad.

"El propósito es que sea el juez quien evalúe si existen inconsistencias, ya que Zoilán había dicho, en el marco de la investigación interna de Gendarmería, que en la orilla del río había efectuado un solo disparo y no dos", señaló una fuente de la cartera de Patricia Bullrich.

Zoilán fue interrogado por Daniel Barberis, titular de la División de Violencia Institucional. Contó con un asesor legal, Valentín Anselmino, y relató cuáles fueron sus movimientos dentro del Pu Lof de Leleque ante el inspector Hernán Neil, de la División Búsqueda de Personas de la Policía Federal.

En el testimonio al que accedió LA NACION, Zoilán, de 28 años, integrante del área de logística, relató que, "ante la lluvia de piedras que caen sobre los gendarmes, el comandante a cargo del operativo, Juan Pablo Escola da la orden de fuego libre para los escopeteros".

Relató que la munición con postas de goma tiene un alcance en el terreno de 15 o 20 metros y que ellos las utilizaban ante las ventajas de los manifestantes que con sus hondas de revoleo, siempre a una distancia de entre 50 y 70 metros para los lanzamientos, les "llevaban mucha mucha ventaja".

"Cuando llego a la orilla del río-describió-veo que habían dos que ya estaban cruzando. Uno, que era el que insultaba, estaba en el medio del río". El otro estaba detrás de la barrera de sauces, a unos seis metros de distancia, como tanteando por donde cruzar. "Sólo se veía un bulto negro, como una sombra, que se iba moviendo porque los sauzales tapaban la visión".

El agua le llegaba al manifestante hasta la cintura, y su compañero, ya avanzado en la mitad del río, lo apuraba: "Dale, vení".

Zoilán contó que se ubicó en un sector de la ribera que se abría en forma de S y que en esa primera línea también había otros 4 o 5 gendarmes, en distintos sectores del curso de agua, a los que no identificó.

Negó que alguno de los encapuchados retrocediera para volver a la ribera, cuando Barberis se lo preguntó con varios trucos, saltos temporales e interrupciones adrede en la hilación de su relato:

"Piense bien, le pido por favor Zoilán que piense bien porque hay un mapuche que vuelve. Uno de los manifestantes que se está yendo, llega a la mitad del río y vuelve. ¿Cuál es ese? ¿Es el que estaba de negro?, insistió el entrevistador.

"No recuerdo que alguno volviera. Lo que yo veía es que estaba tanteando cómo cruzar", contesta.

Zoilán reconoció que efectuó uno o dos disparos en alto cerca de la sombra, a unos seis metros de distancia, pero aseguró que el manifestante logró cruzar, detrás de su compañero. Allí lo esperaban otros dos mapuches a cara descubierta y los cuatro se perdieron a caballo por un cerro. Ninguno llevaba binoculares, precisó, cuando se lo interrogó sobre ese detalle.

Sobre el dicho "tengo a uno", que atribuyó, con algo de duda, al sargento Juan Pelozo, explicó: "Eso sí lo escuché? pero era "tengo uno a la vista".

"Eso es lo que usted piensa o lo que usted vio", le preguntaron. "Es lo que yo pienso, no lo vi, lo escuché". Y precisó que oyó eso a la distancia, como a un costado, ya que si bien para descender en lo abrupto del terreno, al inicio corrieron todos juntos, enseguida "nos empezamos a abrir".

"El río hace una curva, una panza, que es donde yo estaba. Y ese grito-dijo- lo escuché como del otro lado". "Yo no vi que hayan agarrado a alguien-prosiguió- Eso enseguida nos damos cuenta. Porque si agarran a uno vamos todos".

Según su relato, desde que ingresaron por la tranquera al predio, en un intento por detener a los manifestantes que los agredían a piedrazos, toda la acción no duró más de 15 o 20 minutos. Fue cuando Escola desde lo alto del terreno ordenó la retirada.

Hoy el juez también escuchará al gendarme Echazú, que con su escopeta Batán, llegó con fractura de pómulo hasta la vera del río por uno de los caminos laterales y se ofreció a labrar el acta del procedimiento.

Según fuentes de la investigación, no existen al momento indicios en la causa para imputar a gendarmes. Ayer declararon otros cuatro conductores de vehículos que señalaron que tanto el Unimog como las camionetas de la fuerza jamás se movieron del lugar donde permanecieron estacionadas: a unos cinco metros de la construcción que funciona como guardia para los mapuches.

Piedras que comprometen

Un gendarme admitió que disparó a un manifestante

Fuente: La Nación

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