CAPITAL FEDERAL - Hablando de sistemas de medición, la charla que mantuvo Clarín con el mayor referente en metrología de la región se produce a 11.053,83 kilómetros de distancia: París-Buenos Aires. Porque Héctor Laiz (gerente de Metrología, Calidad y Ambiente del INTI, presidente del Sistema Interamericano de Metrología y miembro del Comité Internacional de Pesas y Medidas) se prepara en territorio francés para darle una trascendental ajustada de tuerca a la noción que se tiene de un kilo, un mol, un ampere y un kelvin. ¿Lo curioso? Dicen que será un día histórico y que la ciencia gozará de una precisión inusitada hasta ahora. Pero a nosotros, los comunes, el cambio no nos moverá –valga la redundancia- el amperímetro.

Igual promete ser una pequeña revolución. Expertos en metrología de todo el mundo se reunirán en el Palacio de Versalles, el 16 de noviembre y, si todo sale como esperan (según Laiz, “es casi imposible que algún país vote en contra”), los 60 miembros plenos de la Conferencia General de Pesas y Medidas aprobarán la mayor revisión del Sistema Internacional de Unidades. Básicamente le harán un service al sistema de mediciones actual.

No es el primero. Esta conferencia se hace cada cuatro años y en varias oportunidades fueron ajustando conceptos y referentes de los sistemas de medición. Por ejemplo, explicó Laiz, “en 1983 se cambió el metro y desde entonces ya no se toma como referente una barra de platino e iridio sino que se define en función de la velocidad de la luz”.

En las antípodas de la industria 4.0, parece increíble que hasta el 16 noviembre todavía podremos decir que pesamos tomando como referencia un cilindro de platino e iridio guardado bajo mil llaves en el Bureau International des Poids et Mesures de Sèvres, cerca de París, Francia. En otras palabras, que hay un objeto concreto, uno solito en el mundo, cuya masa define mundialmente qué se entiende por kilo.

Pero esto cambiará; de allí lo revolucionario de esta reunión. “Será trascendente porque en un solo encuentro cambiarán cuatro unidades (kilogramo, ampere, kelvin y mol), de las siete de base (las anteriores más el metro, el segundo y la candela), con lo que a partir de ahora ya ninguna unidad va a estar definida en función de un artefacto. Todas estarán definidas en función de constantes de la naturaleza”, explicó Laiz.

¿Cuáles son esas constantes? No es materia fácil, como explica Laiz, ya que algunas de ellas son “la velocidad de la luz, la carga del electrón y la constante de Planck”, el último, un concepto proveniente de la física cuántica, que establece proporciones entre energía y frecuencia, y que desde el año que viene será el referente del kilogramo.

Pero, más allá de la jerga para entendidos, Laiz aclaró que desde cierta perspectiva “se virtualizará la referencia en las mediciones”, en el sentido de que ya no dependerá de objetos materiales guardados en ningún lugar.

Quizás el mayor cambio sea el del kilogramo. El cilindro guardado en los suburbios de París se habría empezado a gastar por una pérdida (esperable y lógica) de átomos, aclaran y, aunque la imprecisión es intrascendente para quien se dispone a comprar 200 gramos de cocido y queso o quiere bajar 5 kilitos antes del verano, a la ciencia no le da lo mismo.

Según Laiz, “estos cambios no tienen impacto en las mediciones de la vida cotidiana, sino en el trabajo de más alta exactitud de los institutos de metrología o en mediciones del ámbito científico y en algún sector puntual de altos desarrollos tecnológicos”.

En concreto, “el cambio en el kilogramo tendrá un impacto de una parte en diez a la octava potencia, que es como decir 0,00000001 de impacto. Una balanza de camiones de soja o la del supermercado de por sí tiene un margen de error de 0,001. O sea que el cambio será imperceptible para la gente”.

De la reunión participarán los 60 países “más industrializados”, explicó Laiz, que son los miembros plenos y los únicos que tienen voto. Además, cerca de 40 se suman como asociados y participan sin votar. “De Sudamérica, por ejemplo, Argentina, Brasil, Uruguay, Chile y Colombia votan, pero Paraguay, Bolivia, Perú y Ecuador son asociados”, detalló el metrólogo.

Es el acelerado avance científico-tecnológico de los últimos años el que permitió este cambio, describió Laiz. Aclaró que “desde el punto de vista teórico, se podría haber hecho la modificación en los años 80, pero faltaba la certeza experimental, que tenemos recién ahora.

¿Por qué es tan importante tener un sistema internacional de medición? El experto fue clarísimo: “Aprendemos a medir antes que a escribir. Y cuando uno ve nacer un hijo, lo primero que le ocurre a ese ser humano son tres cosas: lo pesan, lo miden y le toman la temperatura. La vida está llena de mediciones. Nos pesan el fiambre, cargamos nafta en litros, vamos al médico y nos toma la presión. Estamos rodeados por mediciones que damos por sentadas. O sea, estamos tranquilos de que detrás hay un sistema que garantiza una referencia, un patrón común. Esto es lo que vamos a redefinir esta semana”.

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