CAPITAL FEDERAL - En 2014 las miles de personas que cruzan todos los días el puente que une la ciudad argentina de Posadas con la paraguaya Encarnación, el paso fronterizo más concurrido del país, comenzaron a ver emerger a los lados una estructura de hormigón. Esa incipiente construcción terminó convertida en un muro de 4000 metros de largo y cinco de alto que transformó una frontera fluida, trazada por el río Paraná y la vegetación litoraleña, en un límite diáfano, rotundo.

El muro generó polémica entre los pobladores de la zona, que lo consideraron discriminatorio y lo compararon con el que Donald Trump pretende construir entre Estados Unidos y México. Ahora, con la intervención de más de 50 artistas de distintas partes de Latinoamérica, las autoridades de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) buscan suavizar su presencia e integrarlo al paisaje urbano al convertirlo en uno de los murales pintados más largos del mundo, con el récord Guiness de la superficie más grande pintada con lápiz negro.

La estructura fue construida durante la anterior gestión de la EBY, encabezada por el arquitecto Oscar Thomas. Fue parte del Plan de Terminación de la central, al que se destinó alrededor de US$1500 millones y que terminó involucrando a Thomas en la causa de los cuadernos de las coimas , por la que fue detenido luego de estar dos días prófugo y excarcelado el 17 de septiembre pasado.

Si bien es cierto que la reglamentación exige una separación entre la "zona primaria de frontera" y la ciudad, las normas no especifican de qué material debe ser. "Si hubiésemos puesto una reja hubiese generado un impacto visual como si fuese un gallinero y lo que nosotros hicimos fue un parque lineal urbano", justificó Thomas en 2015, cuando estalló la polémica.

Luego de evaluar posible opciones, y llegar a la conclusión de que demolerlo implicaría una inversión similar a la que demandó su construcción, las autoridades actuales de la EBY decidieron intervenirlo artísticamente y convocaron al Movimiento Internacional de Muralistas Italo Grassi, que desde el sábado pasado está trabajando en el lugar.

La obra demandará 1000 litros de pintura y el trabajo de muchos voluntarios bajo la coordinación de 55 artistas argentinos, paraguayos, bolivianos y peruanos. Será inaugurada el 19 de octubre con un festival y ese mismo día llegarán desde el extranjero representantes de los récords Guinness World para certificar que la porción de mural pintado con lápiz negro, de unos 160 metros cuadrados, es el más grande del mundo. El anterior récord era para uno de 84,86 metros cuadrados, ubicado en Colombia.

"Nuestra primera intervención en el muro fue abrir un sector para hacer una conexión con la ciudad, pero ahora nos pareció interesante intervenirlo artísticamente para incluirlo en la ciudad, bajo el lema 'Yacyretá nos une'", dice a LA NACION el director ejecutivo de la EBY, Martín Goerling. "Les pedimos a los artistas que cuenten la historia de las dos ciudades a través de la la cultura, la música, las costumbres, las fiestas", agrega.

Será inaugurado el 19 de octubre.

Según Goerling, el puente Posadas-Encarnación es el paso de frontera más concurrido del país, con un flujo incluso mayor que el que tiene el aeropuerto internacional de Ezeiza. "La particularidad es que el puente va del centro de una ciudad al centro de la otra, y hay mucho vínculo entre la población: hay familias de un lado y del otro, amigos, compañeros de trabajo", asegura.

Me agarrás en el muro", dice Valeria Garibotti, coordinadora del proyecto artístico e integrante del Movimiento Internacional de Muralistas Italo Grassi, al responder el llamado de LA NACION. "La idea es hacer una sola obra de mural y no varias separadas. Planteamos la temática de la unión de las dos culturas en la región y contamos una historia cronológica, que va desde la época de los guaraníes a la construcción de la costanera, que es lo más contemporáneo", explica Garibotti, y cuenta que ya tiene frente a sus ojos el dibujo del puente internacional, de una hamaca paraguaya bajo una palmera, un horno de barro y un vendedor de chipa.

Según asegura, en los dos primeros días de trabajo participaron 200 personas, incluyendo contingentes escolares que se acercaron a colaborar. "Si bien la obra está coordinada por más de 50 artistas queremos que puede participar la gente común que pasa, dar una pincelada. Que la gente lo sienta como propio y los represente", dice.

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